Pero ¿tú no te ibas?

Te plantas delante de mí junto a las taquillas y te quedas mirándome las tetas, sonriendo, con esa cara de malote,  de canalla... me dices que nos andabas buscando, para despedirte, que ya te ibas. Te contesto que qué pronto, no? Y te plantó un beso en cada mejilla, de despedida. 

Pero no te mueves. Pienso si esperas a L., que está en las otras taquillas, para despedirte de él. Entonces me preguntas si, antes de irte, te puedo enseñar las tetas, por los viejos tiempos. Que como ahora ya no quiero nada contigo... y vuelves a sonreír... o sí?

En ese momento aparece L. Pregunta. Le contamos. Le pido conformidad o no con la mirada. Se ríe.

Me subo la blusa y te las enseño, por los viejos tiempos y porque ya te ibas. Me miras con deseo, con más deseo. Y susurrando un... "puedo?" echas la mano a mi blusa y terminas de sacármela por la cabeza. Me piropeas, nos cuentas lo mucho que te flipan mis tetas. Las rozas, primero con un dedo, luego con todos, juegas con ellas mirándolas como hipnotizado. 

"Pero ¿tú no te ibas?" te pregunto. "Sí,  ahora" contestas muy serio. "Pero antes... puedo hacerme una paja mientras miro tus tetas?"

Me da la risa, solo a ti se te ocurriría una pregunta así. Aquí, junto a las taquillas... L. se echa a reír,  "pero aquí en medio no". Me coge de la mano y tira de mí hasta el cuarto privado. En cuanto entras detrás de nosotros cierra la puerta y echa el cerrojo. 

Él me abraza desde detrás de mí, mostrándote mis tetas y cómo juega con ellas. Tú te sacas la polla dejas caer tus pantalones y empiezas a masturbarte. "Me quedo aquí, sin tocarte... Si quieres más, te acercas, lo que tú quieras" me dices. L. me clava la polla en la nalga. Luego me va empujando hacia ti, sujetándome por la nuca me inclina hacia delante y me encuentro con tu pene en mi boca. Empiezo a lamerte mientras L. juega con mi culo y mi sexo, totalmente ofrecidos a él. 

Sé cuánto le gusta que me follen la boca hasta la garganta, y tú tienes un buen aparato así que cambio un poco de postura girándome ligeramente para que pueda verme bien, bien. Uno de los dos me sujeta la cabeza acompañando mis movimientos, haciendo que resulten un poco más intensos. 

Al girarme, ahora puedo sujetar con cada mano una polla, y alternar cual chupo, sin perderme nada. Sigo comiendo de una, de otra, de las dos, cuando nos pides permiso para follarme y al momento sacas un condón. Pero yo quiero algo antes. 

Te pido que me comas el coño. Me das el preservativo y me dices "claro, tú quédate esto y cuando quieras que te folle me lo dices... y me lo pones". Me tumbo en la camilla que tengo justo detrás y abro las piernas delante de ti. L.  se pone a mi lado, alcanzo perfectamente su polla y la agarro en el mismo momento en que tu lengua entra en mi sexo. 

Me comes mientras como. Me tocas mientras toco. Y pronto quiero más. Quiero que me folles. Lo sabías, y te ríes mientras te pones la goma. Algunos piensan que vas "de sobrao" y... tus razones tienes. Un canalla como tú con ese cuerpo, esa labia y esa polla... esa que, sin más preámbulo, acabas de meterme del tirón... Y cómo te mueves, me follas de pie ante la camilla en la que yo sigo tumbada. Cuando uno folla como tú, se puede ir "de sobrao"... 

L. sigue a mi lado aunque ahora parece más interesado en mirarnos que en unirse. Me acaricia sin perder detalle de cómo te tiras a su mujer. Me miras con lujuria, embistiendo fuerte una y otra vez, con las manos en mis caderas, asegurándote de que tu polla entra bien cada vez, hasta el fondo, con fuerza, intensa. Y le dices a L. "cómo me gusta follarme a tu mujer". Y a él verlo.

Me sujetas las piernas, bien abiertas, luego más cerradas, luego por encima de tus hombros, alrededor de tu cintura, sin parar de follarme, sin dejar de taladrarme, haciendo solo breves pausas seguidas inexorablemente de una penetración más profunda,  más intensa. Entonces tu torso se acerca al mío y me besas, me lames, me muerdes. 

Tus manos van de mis piernas a mi culo, a mi cintura,  a mi vulva,  a mis tetas. 

Paras, me sacas la polla y te pones a comerme las tetas, mientras juegas con tus dedos en mi coño. De pronto me la vuelves a meter y me vuelves a penetrar implacable, a un ritmo frenético. Creo que en algún momento te digo que pares o me partirás por la mitad. Eso es lo que siento cada vez que mi cuerpo se arquea sintiéndote tan dentro. 

Sigues un poco más despacio, pero igual de profundo, igual de intenso. Y de pronto me la sacas y me preguntas dónde lo quiero. Por supuesto en mis tetas. Casi no termino ni de decirlo y estallas contra mi llenándome de leche. Ufff, pues es verdad que te ibas...


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