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Mostrando entradas de octubre, 2020

Celebración íntima

Otra vez tu cumple, ¿cuántos años llevamos celebrándolo en oscuro? perdí la cuenta hace mucho... Hoy tocó local, uno al que hace tiempo que no íbamos. Y como suponíamos, había poca gente. Aunque una vez más, quedó patente que lo que cuenta no es cuánta gente hay sino si se encaja con alguien. Y justo eso pasó. Encajamos. Estábamos en el cuarto oscuro besándonos, acariciándonos... bajé la mano hasta tu cintura y proseguí por debajo de la toalla. Me gustó lo que encontré. A ti te gustó que lo encontrara. Con un suave movimiento guiaste mi cabeza hacia abajo y abrí la toalla para poder besarte más allá del ombligo. Luego mi lengua se abrió camino hacia tu sexo, y rodeándolo, continuó hasta alcanzar tus huevos. Tomé tu polla con la mano y comencé a lamerlos, a besarlos, a meterlos poco a poco en mi boca mientras sentía justo en la mano cuánto te gustaba. Luego desplacé la lengua a la base de tu pene y lo recorrí despacio hasta llegar a la punta. Y empecé a comer, despacito, primero con ayu

Servicio Público

Empieza a hacer frío, sobre todo por la noche. O quizás tiene que ver con que, bajo el chaquetón, voy casi desnuda. Un diminuto vestido de lycra, medias y botas. Nada más. Bueno, sí, el rojo en mis labios.  L. sube la calefacción del coche y al poco ya necesito bajarme la cremallera. Me hace gracia pensar en si nos para la Guardia Civil por cualquier motivo y yo con mi modelito... me río imaginando la cara de los agentes... seguramente me tomarían por una prostituta que acaba de subir al coche de un cliente. Casi hemos llegado. Giramos a la izquierda y entramos por el camino de tierra. Respiro hondo... me apetece, mucho, pero también me inspira cierto nerviosismo. Hay varios coches aparcados, en alguno de ellos se puede ver al conductor, otro parece vacío, todos a oscuras. Aparcamos también nosotros. Llega otro coche. Y otro. Reclino mi asiento y empezamos a besarnos y a meternos mano. Un hombre baja de uno de los coches y se va acercando despacio. Otro mira desde su asiento. Llega otr

Microrrelatos (II)

De la cabeza a la piel Cuando entró en aquel local pensó que no era su sitio, que había demasiadas parejas, que la gente era demasiado joven, demasiado delgada, demasiado guapa, que no pintaba nada allí. Cuando le vio pensó que tal vez podía probar, que solo se vive una vez, que podía ser divertido, que tenía derecho a intentarlo. Cuando él, el hombre más atractivo y elegante del pub, cogió su cintura, la atrajo hacia él y sonriendo le dijo "tú mandas" pensó que estaba en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Cuando él la desnudó, la cubrió de besos y caricias y se hundió dulce y cuidadosamente en ella, dejó de pensar. Se limitó a sentir.   A cámara lenta Despacio. Muy despacio. La recorrió con la lengua desde el lóbulo de la oreja, pasando por el cuello. Sujetando su pecho con la mano mordisqueo su aureola, succionó el duro y pequeño pezón, bajó hasta el ombligo y dio su viaje por concluido en la tibieza de su sexo. Separando los labios con los dedos, lamió con