Celebración íntima

Otra vez tu cumple, ¿cuántos años llevamos celebrándolo en oscuro? perdí la cuenta hace mucho...

Hoy tocó local, uno al que hace tiempo que no íbamos. Y como suponíamos, había poca gente. Aunque una vez más, quedó patente que lo que cuenta no es cuánta gente hay sino si se encaja con alguien.

Y justo eso pasó. Encajamos.

Estábamos en el cuarto oscuro besándonos, acariciándonos... bajé la mano hasta tu cintura y proseguí por debajo de la toalla. Me gustó lo que encontré. A ti te gustó que lo encontrara. Con un suave movimiento guiaste mi cabeza hacia abajo y abrí la toalla para poder besarte más allá del ombligo. Luego mi lengua se abrió camino hacia tu sexo, y rodeándolo, continuó hasta alcanzar tus huevos. Tomé tu polla con la mano y comencé a lamerlos, a besarlos, a meterlos poco a poco en mi boca mientras sentía justo en la mano cuánto te gustaba. Luego desplacé la lengua a la base de tu pene y lo recorrí despacio hasta llegar a la punta. Y empecé a comer, despacito, primero con ayuda de mis manos, luego sin ellas. Te agarré por las caderas y tú a mi de la cabeza. Entre la música y los gemidos se oían mis chupadas y, sí, alguna arcada… como debe ser.

Te pedí cambiar de postura e hice que te sentaras, inclinándome entre tus piernas para seguir con mi mamada. Y fue ahí, al girarme, cuando me pareció ver una silueta en la puerta. Habíamos visto un chico antes, al recorrer el local, parecía majete así que no me importó que estuviera ahí, cotilleando. Seguí chupando un ratito.

Luego fuiste tú quien pidió cambiar de postura y me hiciste sentarme, inclinándote entre mis piernas. Empezaste a lamerme el coño, repasando mis labios con toda la lengua. Subí una pierna al banco, para sentirte mejor. Y unos segundos después una mano comenzó a acariciar mi rodilla, mi pierna, mi muslo… luego pasó a mi costado y a mi brazo. Le dejé hacer. A ti también.

De nuevo intercambiamos posiciones y volví a mamarte inclinada ante ti. El chico entonces se puso a acariciarme la espalda, después las tetas.

Decidiste que había llegado el momento de follarme y me hiciste levantarme y girar hasta ponerme de espaldas a ti, que seguías sentado. Me atrajiste cogiéndome por la cintura, y me sentaste sobre ti. Sentí tu polla en mi sexo, me froté, me levanté y senté un par de veces hasta que la dejé deslizarse en mi interior. Después seguí subiendo y bajando, notando cómo entrabas y salías. El chico se puso delante de mi, acariciando mis tetas y acompañando mis movimientos. Cada vez que yo bajaba, tu verga se clavaba en mi, y la suya se mostraba, en todo su esplendor, justo delante de mi cara.

Me agarré a su cintura sin parar de moverme, permitiendo que rozara con su pene mi nariz, mis mejillas, mis labios…obsequiándole con algún lametón furtivo, una pequeña incursión en mi boca… al tiempo que tus embestidas crecían en intensidad.

Luego paraste, me dijiste que tenías que salir un momento, y nos dejaste solos.

En tu ausencia nos abrazamos, nos acariciamos, jugó con mis tetas, yo le comí los pezones, él bajó una mano hacia mi sexo y lo acarició. Fue centrándose cada vez más en mi orificio, hasta que me metió un dedo. Comenzó a meterlo y sacarlo rápidamente, con fuerza, tal vez demasiada, así que decidí pararle y para que no se molestara, me incliné de nuevo ante él, agarré su miembro y lo froté con mis tetas, luego con mis labios y finalmente me puse a comerle la polla. No, no pareció molestarle.

Volviste y te uniste a nuestro juego, acariciándome y observando cómo yo le mamaba. Pensé si tal vez te daba envidia… me giré un poco y me quedé con una polla en cada mano. Os comía y masturbaba por turnos, primero uno y luego el otro, hasta que os tuve a los dos justo como yo quería, ¡a mis órdenes! Le pregunté si tenía un condón y si quería pasar a las camas, a follar. Y no, no se negó.

El chico salió un momento a por su preservativo y mientras tú me tumbaste y, arrodillado entre mis muslos, te dedicaste a comerme de nuevo. Yo ya estaba empapada y deseando que me follarais los dos, uno detrás de otro o a la vez, casi que me daba igual.

Cuando volvió y se retiró la toalla pude ver su tremenda herramienta. Que no es que me sorprendiera, acababa de disfrutarla en mis manos y en mi boca, pero verla así, libre y en todo su esplendor, me gustó. Y en ese momento decidí que quería que me follara, pero que yo iba a elegir la postura. Necesitaba tener yo el control, o me partiría por la mitad!!

Le pedí que se tumbara boca arriba, me incliné sobre él y de nuevo saboreé su polla. Entonces se puso la goma y me puse a cuatro patas sobre él. Poco a poco fui introduciendo su verga en mi coño, sólo la punta, despacio, la sacaba y la volvía a meter, esta vez un poco más, luego hasta la mitad, un poco más, y finalmente me la clavé hasta que sus huevos chocaron contra mí. Giré la cabeza y ví cómo nos observabas, sonreías y te masturbabas. Aumenté el ritmo de mis movimientos, con las rodillas apoyadas al lado de sus costados. Él me sujetaba por la cintura, luego por el culo, y me ayudaba a subir y bajar, jadeando. De pronto sentí que sus piernas se tensaban, su polla estaba a punto de estallar. Me pidió que parara y así lo hice, dejándome caer sobre su cuerpo. Luego de nuevo empecé a moverme, despacio, adelante y atrás, notando su polla entrar y salir, y crecer, de nuevo, en mi interior.

Levanté las rodillas, quedé en cuclillas sobre él, ensartada en su miembro. Y reanudé los movimientos arriba y abajo, arriba y abajo, botando sobre su polla y sintiendo cómo me taladraba. Él agarraba mi culo, mi cintura, mis tetas… hasta que finalmente me sujetó clavándose en mi con fuerza y se corrió.

Ufff, notaba mi sexo hinchado, palpitante, aún no me había corrido pero sabía que no me faltaba mucho. Me eché a un lado y me pediste que me tumbara delante de ti. Subiste mis piernas a tus hombros y rrrassss me la metiste del tirón. No sé si por tener yo el coño tan mojado y abierto, porque te había puesto como una moto verme follar con él, por las dos cosas o porque sí, pero el caso es que me follaste con unas ganas y unas fuerzas que pensé que también contigo corría riesgo de partirme por la mitad! Bueno, lo pensé solo un momento, luego ya no pensé más y me dediqué a disfrutar de tu polla, de tu cuerpo, de tu mirada… y del polvazo que me estabas echando.

El chico, que se había quedado al lado, colaboró a su manera, acariciando mis brazos, mis tetas y mis piernas. No parecía disfrutar tanto como un rato antes, cuando era él quien me follaba, pero la situación parecía excitarle, por su mirada cargada de morbo, en especial cuando subí mis brazos hasta tu cuello y te abracé, mientras te corrías dentro de mí.

No estuvo mal la celebración de tu cumple, no. Otro año más estuvo muuuuy bien.

Comentarios

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal