Noche de Dogging

Íbamos por aquella carretera secundaria con las ventanillas abiertas. Total, hacía más bien calor y tampoco íbamos muy rápido. L. me miró sonriente y cuando le pregunté el motivo me contestó que porque el aire me estaba despeinando. Entonces fui yo quien se rió, "me gusto más despeinada", contesté. Y él asintió volviendo a mirarme.

En la radio del coche comenzó a sonar Dire Straits, ¡qué buen augurio! Todavía no sabía dónde me llevaba aunque algo me imaginaba. Ya sospeché sus intenciones cuando, antes de salir de casa, me dijo que me quitara las bragas, y por supuesto el sujetador. Me había puesto monísima, toda conjuntada, de encaje verde oscuro, pero bueno, tardé menos en quitármelo de lo que había tardado en elegir el modelito... y por supuesto en ponérmelo.

Giró a la derecha, el camino se hizo más estrecho, y más oscuro, a diferencia de  Sultans of Swing, cada vez más alegre y luminoso. Él caso es que ahora ya sabía dónde íbamos, esa carretera se corta un poco más adelante,  sin bifurcaciones, ya sabía el destino. Me dejé llevar por la música y mis pensamientos comenzaron a fluir... qué iba a ocurrir, en cual de los dos posibles sitios pararíamos,  cómo se daría la noche, habría alguien, se uniría, o simplemente nos observaría, tal vez masturbándose en silencio. Cada vez estaba más excitada, más caliente,  sobre todo dentro de mi cabeza, pero también el resto de mi cuerpo,  especialmente mi entrepierna, que sentía ya húmeda.

Sin embargo de repente aparecieron las luces,  ¡mi gozo en un pozo! No podíamos creerlo pero el restaurante aún estaba abierto, con una docena de coches en el aparcamiento e incluso algún cliente en la terraza disfrutando de la noche veraniega, no demasiado calurosa por esos lares, y claro, no era plan. Así que llegamos al final de la carretera, dimos la vuelta discretamente y volvimos por donde habíamos llegado.

L. condujo hasta otra de las zonas posibles, aparcó en la oscuridad del parking y me hizo tumbar mi asiento. Mientras esperábamos a ver qué pasaba subió mi falda y mi camiseta y me acarició el pecho y el sexo desnudo. Pronto apareció un coche, que dio una vuelta completa alrededor del nuestro. A continuación otro, rodando despacio con las luces bajas y sin apenas ruido. En la posición en que yo estaba pensé que era difícil que me vieran desde otro vehículo. Y efectivamente, así debió de ser porque se alejaron sin molestarse en investigar más. Ellos se lo perdieron. Seguramente creyeron que en el coche estaba L. solo y no vieron como yo, prácticamente desnuda, tumbada en el asiento del copiloto, gozaba con las caricias de L. y las mías propias, cómo las cuatro manos acariciaban mis pechos, recorrían mi coño, separaban mis labios y acariciaban mi clítoris que empezaba a hincharse, caliente y seguramente rojo de ansia.

Pero L. es hombre de ideas fijas. Le apetecía volver al otro lugar y ya había pasado al menos media hora, así es que calculamos que probablemente el restaurante ya había cerrado y volvimos hacia allí. Bingo! La zona estaba ya oscura, tranquila y los aparcamientos casi vacíos.  Elegimos el que nos pareció más adecuado a nuestros planes y una vez de nuevo estacionados, tumbé el asiento y me subí la falda dejando otra vez mi coñito al aire.

"Cierra los ojos", me susurró. No voy a negar que me fastidió un poco, llevaba ya un rato deseando comerle la polla, pero al parecer me tocaba esperar. Me quedé tumbada en mi asiento, el de copiloto, con las piernas abiertas y la falda subida más arriba de los muslos. Por el aire cielo que sentía correr sabía que mi ventanilla, al menos, estaba abierta. L. me acariciaba el coño en silencio.

No había transcurrido mucho rato cuando me pareció oír algo al otro lado de la ventanilla. Hubiera abierto los ojos pero confieso que el morbo de no saber si había alguien ahí fuera y de esperar cada vez más cachonda a ver si pasaba algo superaba con creces a mi curiosidad. Y pronto mi obediencia y mi paciencia recibieron su premio cuando sentí otra mano en mi entrepierna que ni por el ángulo en que entraba ni por el estilo podía pertenecer a L.

La mano que pellizcaba el interior de mis muslos parecía más grande, más basta si se quiere, más ansiosa. Pronto se adentró en mi ingle y recorrió los labios exteriores de mi vulva. En un acto reflejo abrí un poco más las piernas, invitando a quien quiera que fuese a continuar su exploración. Luego supe que no fue esta la única señal que aquel hombre supo interpretar. L. me contaría después cómo a base de gestos le pidió permiso para acercarse, para tocarme, para invadir mi agujero...  y poco a poco fue avanzando con sus dedos en mi sexo,  mientras yo escuchaba su cada vez más cercana respiración.

Entonces L. me subió la camiseta, dejando mis tetas al aire, y escuché al extraño bufar de gusto sin dejar de masturbarme. De hecho incorporó un dedo más a nuestro juego, concretamente a la zona de mi ano, y fui consciente de que su otra mano también atravesaba la ventanilla, destino directo a mis pezones.

Sin abrir aún los ojos, no tardé en correrme con aquellas tres manos obstinadas en darme placer. Soy tan débil!!

Y entonces sí tuve permiso para mirar. En la oscuridad vi junto a mi puerta a un hombre grande, como había supuesto, que, con una buena erección, me sonreía como agradecido. Abrí la puerta del coche con cuidado de no darle y saqué las piernas, agachándome delante de él. Apresé su miembro con la boca pero apenas había dado un par de chupadas cuando me avisó de que se corría y sujetando su polla con ambas manos, le recibí entre mis dedos. Mmm era verdad, jeje.

No había estado nada mal, un encuentro cargado de morbo con un hombre educado, respetuoso... buen momento para volver a casa... o no?

Volvimos hacia el parking en el que antes habíamos visto un par de coches y ya antes de entrar nos dimos cuenta de que la situación había cambiado. ¡Y mucho! Al lado contrario, antes vacío, había ahora al menos cinco o seis coches aparcados, y según nos acercamos y nuestros ojos se acostumbraron a la oscuridad pudimos ver más detalles.

En uno de los coches una pareja a lo suyo, con uno o dos chicos rondando cerca. Otros dos coches vacíos... y un poco más adelante, junto a otro vehículo, un corrillo de una media docena de chicos rodeaba a una chica que, con la ropa por los tobillos, se lo montaba con dos chicos más. Y a juzgar por sus gemidos gozaba de cómo uno la embestía desde atrás mientras ella le hacía una mamada al otro.

Con las luces muy bajas nos alejamos unos metros más y aparcamos. Bajamos del coche, nos acercamos silenciosos, intentando no cortar el rollo a nadie, y una vez a escasos metros nos dispusimos a disfrutar de la situación. L. me abrazó y su mano descendió por mi espalda, acarició mi culo y continuó hasta el borde de mi falda, que enganchó con dos dedos, subiéndolo para dejar mis nalgas a la vista. Al mismo tiempo mis manos desabrocharon su bragueta y liberaron su pene, que comenzaba a crecer excitado.

Mirar me pone muy cachonda, mucho. Y no todos los días se presencia una escena así. El ambiente era tranquilo, el silencio sólo roto por gemidos, jadeos y el chas chas del choque de caderas, cada vez más fuerte y rápido.

La chica del corrillo se movió entonces hacia los árboles, seguida de varios chicos. Allí se aferró a un tronco y pudimos ver cómo iba invitando a varios chicos a follársela.

La situación en el coche de la pareja también había variado. La chica estaba con la puerta abierta y un chico le comía el coño ante la atenta mirada de su acompañante, que se masturbaba complacido ante la escena.  

Un par de chicos se nos habían acercado y permanecían expectantes a una distancia prudente, mirando cómo L. acariciaba con mi culo mientras yo jugaba con su verga. Nos habíamos quedado un poco en medio de la zona así que nos movimos hasta alcanzar nuestro coche, y allí decidimos continuar. L. se apoyó contra la puerta y yo me agaché delante de él. En cuanto empecé la mamada oí cómo alguien se acercaba y en pocos segundos estábamos rodeados de varios chicos, alguno de ellos se masturbaba, otros simplemente disfrutaban de la escena.

L. tiró de mí hacia arriba y cuando me tuvo de pie me besó al tiempo que subía mi camiseta dejando mis tetas a la vista de todos. Luego me pidió que siguiera, pero esta vez "inclinada, no agachada" con lo que quedé literalmente "con el culo al aire" en medio del corrillo que habíamos formado. Aunque por mi posición no podía verlo, supe que había habido de nuevo cruce de señales y una mano me rozó, luego dos, una en mi culo y la otra en mis tetas, bamboleantes al compás de mis chupadas.

Me encantaba. En medio de la oscuridad del campo, con el ruido de coches en una carretera cercana, los sonidos de sexo en otros dos corrillos también cercanos, gemidos, jadeos, choques de cuerpos, algún grito ahogado... y esas manos recorriéndome y dándome placer. Si no hubiera tenido la boca ocupada sin duda habría sonreído.

L. tomó mi mano izquierda y la llevó hasta la polla de un chico que estaba a mi lado. Sin soltar la suya empecé a pajear al chico, que pronto se corrió en mi mano. Mientras la mano de mi culo, tras explorar mi sexo e introducir algún dedo, había abandonado y ahora una polla se apretaba contra mis nalgas, sin que yo tuviera forma de saber si era el mismo chico u otro, ¡qué más daba! Me incorporé y le pedí que se pusiera una goma y me follara, ¡ya! Y obedeció. Me estuvo follando mientras yo seguía comiéndole la polla a L. con una mano apoyada en el coche y la otra en su cadera... y después me levanté, me giré, le quité el condón al chico y le pedí que me echara toda su leche en las tetas. ¡Y también obedeció! Me sentía poderosa, no voy a negarlo jeje.

Y aquí es donde ya se me van los recuerdos... creo que toqué algunas pollas más, creo que me tocaron algunas manos más, no tengo claro si hacía ya frío o aún calor... en un momento dado pedí a L. que subiéramos al coche y con un chico aún preguntando si íbamos a hacer algo más le pedí que me llevara a casa y me follara ¡ya! ¡Y obedeció! 



Comentarios

  1. Me encantó tanto el relato como el blog. A este paso me voy a tener que quedar a trabajar esta tarde.
    Felicidades, son unos artículos muy sexuales y calientes...
    Gracias por compartir!
    Saludos

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    Respuestas
    1. Gracias a ti por pasarte por aquí, Carla Mila! Espero que disfrutes mucho de tus tardes de trabajo jejeje :-P

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