Come y calla

¿Por qué no? Estamos en el pasillo francés, ellas dos y yo. Varios tíos al otro lado. Lo estamos pasando bien con tantas pollas para nosotras... alguno de los chicos que no ha encontrado agujero libre en la pared intenta colarse en nuestro lado pero entre risas le echamos. Y entonces veo que por el otro lado del pasillo entra luz, ¡claro, el glory hole checo está abierto! y un chico nos mira desde el otro lado, tumbado, con los pantalones bajados y la erección subida. Y pienso ¿por qué no? Ya sé que eso funciona al revés, pero... ¿desde cuándo hago yo caso a lo establecido? Suelto la polla que tengo en la mano y me giro.

Meto medio cuerpo a través del glory hole, sólo que desde el lado no habitual, y empiezo a acariciar ese miembro erecto. El muchacho gime y alarga hacia mí sus manos. ¿Y por qué no? vuelvo a pensar. Cambio un poco mi postura para que pueda tocarme las tetas a gusto (a gusto de los dos, se entiende). Esa polla se alza ante mi cara, y recuerdo cuando de niña me decían que la comida me llamaba con las palabras "ven, cómeme..." Entonces nunca me lo creía pero ahora he crecido y sé que es verdad. Y voy y me la como.

La lamo como un helado, recorriéndola con mi lengua caliente a lo largo y a lo ancho, disfrutando de cada lametón. Me la meto entera en la boca sintiendo cómo prácticamente llega a mi campanilla y cómo al salir roza levemente mis dientes, mis labios... escucho con satisfacción el sonido que provoca mi boca justo al perder el contacto, por la succión que casi ha provocado el vacío y ahora recupera el aire. Me niego a perder el contacto y la sujeto entre mis dedos, para poder dirigirla de nuevo hacia dentro y saborearla.

Huele bien. No siempre puedo decir eso, y es algo que me puede generar muchísimo rechazo, pero afortunadamente no es el caso. Está rica. La saboreo con todos mis sentidos, como a mi me gusta. Y creo que al chico también. Gime, respira muy hondo, de forma muy varonil. Y eso me pone más aún.

Siento una pequeña gota resbalar por mis muslos. No, no estoy sudando. Estoy cachonda. Y húmeda, no, ¡qué coño! húmeda no, mojada. Retiro una de sus manos de una de mis tetas (ya me jode, pero bueno, sólo tiene dos) y la llevo a mi coño para que vea lo que ha hecho. Su respiración se acelera mientras sus dedos me exploran. Siento su polla a punto de estallar y por un momento dudo pero... la fiesta acaba de comenzar, quizás es pronto para correrse. Así que le doy una última chupada y me levanto. Se ríe, uno de los dos murmura algo así como "luego, más" mientras nos recomponemos la ropa. Salgo a la barra.

Le pego un buen trago a mi cerveza y me como un par de chuches. Busco a L. con la mirada, él también sale de la zona interior del local. Me mira con esa mirada entre sucia y tierna que tanto me gusta, sé que ha estado mirándonos, al menos algún rato, entre juego y juego. Se pone a mi lado y me siento en un taburete, con la pierna rozando la suya. Pronto se nos unen un par de chicos y charlamos divertidos. Sexo, risas, cerveza y chuches... ¡qué más se puede pedir! Que te hagan una buena comida de coño, está claro.

Por algún extraño motivo (o no tan extraño), no soy la única en pensarlo. De pronto la conversación deriva hacia ese tema: las comidas de coño. Tampoco es que estuviéramos hablando de física cuántica pero vamos, el giro es curioso... y el final se ve venir. Tres hombres y una mujer hablando de comer coños, de técnicas, de si mejor lamer o succionar, de clítoris grandes y pequeños... ¿quién acaba despatarrada en el taburete dispuesta  a, una vez aprobado el teórico, pasar al práctico? ¡Pues eso!

Para evitar la sequedad vaginal, sin duda, y mejorar la adherencia, o el agarre, o la velocidad o algo, L. decide que es buen momento para sacarme un squirt y me baja de mi pedestal. Mi sexo está de acuerdo y tras mi consabido "no, si ahora no me va a salir" mis piernas se tensan, mi vientre también, y entre gritos y gemidos empieza a caer el líquido hasta formarse un charquito en el suelo entre mis pies, ahí junto a la barra.

Casi no hemos tenido tiempo ni de que traigan la fregona (ya no la pido, ¿para qué? si en cuanto nos ven empezar van a por ella) y uno de los chicos mirando el charco extasiado se lamenta porque no le ha caído encima... ahi anduvo lento de reflejos, cierto, pero ahora lo compensa y antes de que le roben la idea se postra a mis pies con claras intenciones de continuar el tema. Apoyo el culo en la silla que quedó detrás de mí, me aupo y "le muestro mi tesoro", como dicen las novelas románticas. Él, sin romanticismo alguno, se inclina hacia mí y se sumerge en mi entrepierna un momento. Luego levanta la cabeza y sonriendo se relame goloso, con la barbilla reluciente. Así da comienzo la parte práctica.

Con ambas manos sujeta mis nalgas apretando mi cuerpo contra su nariz y pronto mis piernas reposan sobre sus hombros. El otro chico decide no perder el tiempo y así, de aperitivo, me empieza a comer las tetas. Mientras tanto L. nos mira, me acaricia, sonríe y disfruta de la escena. Cuando estoy segura de que el taburete va a aguantar y no me voy a ir al suelo suelto las manos y las enredo en su pelo, acompañando su movimiento de vaivén. También su lengua va y viene, tan pronto me penetra como recorre mis labios, mi rajita y mi clítoris, empapado ya entre mis propios jugos y la saliva de su boca. La gente sigue en la barra, a lo suyo, aunque más de uno se acaricia mientras nos mira. Eso también me pone.... Me va a ser difícil correrme, sobre todo por la postura, pero estoy cachonda como una perra así que disfruto de la situación hasta que me da pena el chico tanto rato ahí abajo y, agarrando su cabeza tiro de él hacia arriba y le pego un buen morreo que me sabe a mí misma.

Justo ese momento es el que el otro chico aprovecha para quitarle el sitio y continuar. Así que vuelvo a verme en la misma situación pero con los chicos cambiados (claro, es un local de intercambio...). No me gustan las comparaciones y además puede deberse a otras cosas (mi cansancio, la postura, que ya toca...) pero la verdad es que este chico no me lo come igual de bien así que con mucho tacto le retiro y explico que tengo que recuperar liquidos mientras de nuevo cojo mi cerveza.

L. se pone a mi lado, baja la mano por mi espalda hasta llegar a mi culo y con un leve movimiento me abre las piernas para tocarme con dos dedos el coño. "Mmmm..." susurra en mi oído "estás empapada, ¿qué tal?" y en el mismo tono le respondo "bien, pero basta ya de comer, vamos a por el postre...¡ven y fóllame!"

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