Casi puta

Las órdenes eran claras: "Vas a hacer correrse a todos los tíos que haya". Lo confieso, entré asustada. Sabía que a esa hora no serían muchos los hombres en el local. También sabía que yo mantenía mi "derecho a veto", por el cual si realmente alguno de los chicos entraba dentro de mi categoría "claramente no", L. no pondría ninguna traba a dejarle fuera. Pero aun así el juego de ese día me acojonaba un poco.

Sin embargo, no tardé en calmar mis nervios. El primer hombre al que me encontré nada más llegar resultó ser un conocido, uno de esos chicos del ambiente que tira por tierra todas las teorías de los "indeseables chicos solos", por su saber estar, su agradable charla, su respeto y actitud... y esa lengua tan juguetona, vale. Lo admito, aún sin mis órdenes habría acabado follando con él con bastante probabilidad.

Habitualmente no me resulta difícil pedir a un chico que me acompañe dentro pero esta vez fue más fácil aún. De repente le vi entrar, despacio. Y le seguí. Al preguntarle qué hacía me respondió que esperarme. Lo siguiente fue su boca en la mía y sus manos acariciando mi espalda y bajando hasta mi culo.

Nos desnudamos casi con prisas, sin dejar de besarnos, y tomándome por la nuca echó mi cabeza hacia atrás y recorrió con sus labios mi cuello y mis pechos. Al oído le susurré un "quiero que me folles". Mirándome a los ojos me dijo "por supuesto, pero no sin que antes te corras en mi boca". Y tal cual acabó la frase me sentó en la cama. Pero aunque me moría de ganas, tenía órdenes. Y para mi es tan importante mi placer como el de L. Me tocaba ser sumisa.

Le propuse hacer un 69. Aceptó. Me tumbé encima de él y dejé que se sumergiera en mi interior, mientras sus manos acariciaban mis nalgas y mis piernas. Abrí la boca, saqué la lengua y lamí su falo para luego introducirlo en mi boca y empezar a chuparlo.

Él recorría mi sexo con su boca. Yo palpitaba al contacto con su aliento. Cuando su lengua rozó mi clítoris me estremecí. Lentamente deslicé mis labios por su verga pero en lugar de mover solo mi cabeza, dejé que todo mi cuerpo se moviera al compás. Subía y bajaba con mi sexo sobre su cara y él aprovechaba cada uno de mis vaivenes para meter la lengua en mi mojado coñito.

Una de las veces que bajé, me sujetó por las caderas sentada en su boca y comenzó a mover rápidamente la lengua dentro de mí, en un ritmo frenético que casi me hace enloquecer. Sentía la tensión en mi abdomen, mi piel erizada, sus manos presionándome hacia abajo y esa lengua, penetrándome sin compasión...

Estaba a punto de correrme, gemía como una perra... cuando un leve murmullo de telas me devolvió a la realidad, a mi realidad. ¡Mis órdenes! L. aún no me había liberado de ellas, no podía correrme... ¡tenía que cumplirlas! Me abalancé de nuevo sobre su polla metiéndomela hasta que me provocó una arcada. Chupé, mamé y lamí su hinchado miembro con ansia. Juntando un poco las piernas hizo el gesto de pararme sin dejar de comerse mi sexo. Frené un poco, pero solo un poco. Por mis órdenes, y porque me apetecía que se corriera en mi cara, sinceramente. Volví a la carga, a comerme esa polla, a meterla y sacarla en mi boca, erecta, caliente, hasta que poco después, ante una señal suya, la saqué para sujetarla con una mano mientras un cálido chorro estallaba en mi cara. Intuí que, tras esa cortina, mi chico sonreiría satisfecho.

Salí a limpiarme y volví a la barra a saciar una parte de mi sed y a despedirme del chico que, tras ofrecerme seguir y prometerle yo que en otra ocasión culminaríamos lo inacabado, se tuvo que ir.

Y allí en la barra estaba "mi segundo objetivo". Me sabe mal denominarlo así, pero ese día en concreto, así lo sentía. Tampoco se puede decir que les utilizara, ¿no? Quiero decir, vale que formaban parte de un juego que desconocían pero no se fueron insatisfechos. Al fin y al cabo lo pasamos todos bien. Es como follarse a alguien estando tu pareja de voyeur camuflado en un armario... una fantasía que complace a todos los participantes, cada uno por sus motivos.

Llevábamos unos meses sin vernos. Estaba ahí, tan guapo como siempre, tan autoritario como siempre... Estuve a punto, pero muy a punto, de decirle que no porque (una vez más), no llevaba sus condones... (¡mierda de casados adúlteros que tienen que ocultar pruebas!, pensé). Pero, decidida a seguir con nuestro juego, seguí a L. al cuarto oscuro. Él y el otro chico que había en la barra se nos unieron. Su cara me resultaba familiar, luego me confirmó que nos conocía de una de nuestras fiestas, ¡ya decía yo!

Comenzamos a jugar, ellos tres metiéndome mano, besándome y recorriendo  todo mi cuerpo con sus manos y sus bocas. No sé muy bien cómo, acabamos los tres desnudos en la cama, el chico "desconocido" se retiró. Tampoco sé muy bien por qué. Es curioso, del polvo anterior recuerdo detalles, de este apenas. Será que no lo eché tan a gusto. Después de todo la fantasía era ser un poco puta por un día y follarme a los tíos que hubiera, me gustaran o no. La cumplí, creo que a la perfección. Y no me quejo, este chico no me disgusta. Es atractivo, folla bien, pero el morbo con él se ha ido agotando por varios motivos y no disfruté tanto como con otros. De hecho cuando, a cuatro patas, me follaba empujándome a comerle la polla a L. yo estaba deseando que acabase, es lo que tiene follar sin ganas. Decididamente, es la última vez que follo con él. Acabamos, se vistió y se fue. En su línea... con él sí me sentí puta. Y no, no me gustó.

Entramos luego con otro chico... sin comentarios... un "servicio rápido y eficaz"... Se ve que con la gomita le costaba y acabó corriéndose en mis tetas con más pena que gloria. Y yo en mi interior repitiendo como un mantra "es una fantasía... puta por un día... es una fantasía..."   Menos mal que bien está lo que bien acaba. No sería la primera vez que una fantasía largamente deseada acaba muriendo al hacerla realidad, pero no fue el caso, afortunadamente.

Salí del baño con esa sensación rara de "¿por qué me meteré yo en ciertos juegos? Yo vengo aquí a divertirme...". En la barra me esperaba L. Él seguro sabía que no habían sido ni de lejos buenos polvos, pero también estaba claro que no me había sentido forzada en ningún momento, ni humillada, ni violada... simplemente estaba insatisfecha, lo cual supongo, era acorde con la fantasía a cumplir. Mi único disfrute estaba siendo el pensar si L. estaba disfrutando.

Hablamos. Me preguntó si quería seguir. Sí. Después de todo, yo tenía mi palabra, esa que puedo utilizar en cualquier momento para detener un juego. Y no la había empleado, las cosas no habían llegado para nada a ese límite. Aún estaba a tiempo de irme a casa con buen sabor de boca. Nos quedaba una hora en el local. Entre juego y juego algún chico se me había escapado pero eso era inevitable, el don de la ubicuidad aún no lo tengo.

Decidí hacer algo que siempre me sienta bien, y cuando iba a pedirle a R. unas chuches, ya me las estaba sacando el tío ¡qué bien me conoce! ¡cómo no le voy a querer! Ronda de chuches por todo el local, con aceptación casi unánime. Y cuando se la ofrecí al "desconocido", el tipo que L. me había señalado como "próximo cliente", tuve la intuición de que finalmente me iría con buen sabor de boca... y conste que no pensaba precisamente en las chuches.

Físicamente no era un hombre atractivo, ¿para qué mentir? Pero tenía ese punto de timidez y esa mirada cargada de deseo que tanto me ponen. Con el pretexto de las gominolas entablé conversación con él. Breve. Pronto estábamos sobándonos en el interior del local. Minutos después yo agarraba su polla y la de L. y disfrutaba de sus caricias y lametones. Tumbados los tres se dedicó a explorar mi cuerpo e investigar mis recovecos. Pronto me tenían mojada como una perra. Con los pezones erectos me dejaba chupar, enredando las manos en sus cabellos. Disfruté jadeando de su lengua, que marcaba con saliva el borde de mi pubis, mis ingles... Abrí las piernas esperando recibirla en mi interior, y cuando lo hizo... ¡ufff! Creí que me corría en ese mismo instante....

Pero no, porque enseguida la lengua fue sustituida por unos dedos, que se abrieron camino con delicadeza dentro de mi coño arrancando un ronco gemido de mi garganta. Y así, alternando los dedos y la lengua me hizo una comida de coño espectacular. Sus movimientos me provocaron espasmos tan fuertes que en uno de ellos me incorporé. Mis iniciales susurros de "siii, massss..." habían traspasado hacía rato el volumen considerado normal entre personas a tan escasa distancia y ya se empezaban a convertir en gritos, que resonaban entre jadeos y respiraciones entrecortadas. Tal vez fue por eso, por acallarme, que L. acercó su polla a mi boca y yo, siempre obediente, la abrí y me la metí entera. Con movimientos de la cabeza le indiqué lo que quería y, una vez más, mi chico me entendió y me lo dio: me folló la boca sin ningún pudor.

Para retrasar mi orgasmo me arrodillé sobre la cama. Fiel a mi costumbre de disfrutar con los ojos cerrado, me costaba saber en cada momento a quién pertenecían los dedos y bocas que me proporcionaban tal placer. Actuaban como un equipo, perfectamente sincronizados. Yo les correspondía con caricias, besos, mordiscos. Seguí el brazo que ascendía tras la mano cuyos dedos me penetraban suavemente el culo en ese momento y mi mano acabó rozando una polla erecta que rápidamente comencé a masturbar en justa correspondencia. Placer por placer.

De lo que ocurrió a continuación no tengo dudas. Esa forma de provocarme el squirting solo la conoce L. Pero tengo que decir que en esta ocasión contó con ayuda extra. Yo seguía de rodillas cuando sus dedos localizaron mi punto G y empezaron a estimularlo. Mi cuerpo se arqueó de placer y, aunque seguramente hubiera tardado poco en correrme de todas formas, en ese momento el otro chico, observando con curiosidad, agarró mis muñecas y las mantuvo sujetas por encima de nuestras cabezas, impidiéndome cualquier movimiento.

Los dedos de L. junto con la sujeción de F. y el roce de su piel y sus labios contra mi cuerpo desencadenaron en mí el orgasmo, con tal brutalidad que proyecté un potente chorro, el cual impactó de lleno en la cama, salpicando las piernas de los dos chicos, empapando la sábana, el colchón... ¡Brutal!


Apenas pude llegar al baño, tal era el temblor de mis piernas. Necesitaba reponer líquidos. Cuando alcancé la barra estaban ya los dos allí. Comimos y bebimos algo, charlando distendidamente y evitando la pregunta que flotaba en el aire... "¿Volvemos a entrar, no???"   Y volvimos, claro que volvimos.   Los tres. Al otro lado del local, al que permite estar con algo más de intimidad. Y tal vez porque era “mi último servicio”, o porque realmente estaba disfrutando como una auténtica perra, o por las dos cosas, me follaron los dos por turnos, juntos y por separado, hasta dejarme exhausta y quedar ellos vacíos… porque, aunque no hice correrse a todos los hombres que había en el local, al menos sí a todos los que me llevé esa mañana a la cama.

Comentarios

  1. Es un honor para mi ser el primero que comenté tu relato me pareció sublime hizo volar mi mente y alimentar mi deseo de acudir a uno de estos locales yo tengo pareja y me gustaría vivir experiencias parecidas gracias por compartir tus experiencias

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    1. Me alegro de que lo hayas disfrutado. Si tienes pareja y te gustaría vivir experiencias parecidas... habla con ella. No una vez, muchas. Busca la manera de contagiarle tu deseo, tu curiosidad... puede no ser fácil pero el premio merece la pena, te lo aseguro.
      Gracias a ti por leerme. Espero que sigas disfrutando con mis relatos

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