Una de esas mañanas tontas


¿Cómo llevas la mañana?
Pues no muy bien... aburrida, hoy no sale nada del derecho. Más de lo mismo.
¿Por qué no te vas a Tabú, o a Momentos?
¿Ahora?
Si. Te tomas una cerveza, desconectas y te relajas. Y seguro que te encuentras a alguien conocido. Charlas un rato y te echas unas risas.
¿Sola?
Venga, a ver si puedo escaparme a mediodía y me acerco.


Por un momento me dio la sensación de que no era tan improvisado como parecía... pero ¿por qué no? No me estaba cundiendo nada la mañana. Me sentaría bien. Suele sentarme bien.

Dicho y hecho. Una ducha rápida, tanga, vestido y la raya del ojo. Al metro.

Sólo el paseíto desde el metro al local bajo el sol ya parece que me levanta el ánimo. Cuando me abren la puerta, tras el beso de bienvenida aparece una cara de sorpresa pero de nuevo, no me parece muy real. Pienso que son cosas mías, que estoy susceptible.

Efectivamente, algunas caras familiares. Una pareja amiga a la que me alegro de ver, un par de chicas conocidas y un chico. A este no le conozco. El dueño me pone una cerveza sin preguntar. Sonríe, me planta un beso en los morros como de costumbre y me pregunta por L. Le comento que no sé si vendrá luego o no. En sus ojos brilla una mirada traviesa al preguntar ¿y vas a animarte tú sola o le esperas? Me río y respondo enigmática con un "ya veremos".

Miro a mi alrededor. La verdad es que no veo a nadie que me llame la atención para nada que no sea charlar ante una cerveza así que le pongo un WhatsApp a L. para informarle de que ya estoy aquí. "Pásalo bien" es su respuesta. Estoy de acuerdo. Es lo que pienso hacer.


Dos minutos después, otro WhatsApp:
- ¿Aún llevas el tanga puesto?
- Siiii
- Quítatelo. Quiero pruebas.

 
Voy al aseo y me lo quito. Obediente. Le mando una foto para que lo compruebe.

Un rato y media cerveza después, ante mis atónitos ojos, aparece F. Hace lo menos un año que no coincidíamos y me alegro de verle. Guapo, trajeado, con esa sonrisa tan atractiva, ese tono de voz que me pone tan cachonda... se acerca y me saluda antes de pedir su bebida.

Se sienta a mi lado. Comenzamos a charlar. Entre otras cosas me pregunta por L., rememora nuestro último encuentro, allí mismo... De pronto se pone de pie, me coge de la mano y me pide que vayamos dentro. Me hago la remolona. Lo siento. Él me gusta. De hecho confieso que he preguntado por él en el local varias veces e incluso la dueña me ofreció avisarle el día que quisiéramos verle... No es que no me apetezca sexo con él, pero aún no. Necesito desconectar un poco, disfrutar de mi cerveza... Bueno, vale, y que me conquiste, que me seduzca... Lo siento pero que hayamos estado un par de veces juntos no le da derecho a nada especial. Significa que ocurrió. No necesariamente que vaya a volver a ocurrir. Me gusta sentirme deseada, ver cómo ese deseo crece... Suelto la mano que me apresa y recupero mi cerveza. No insiste. Hace bien.

Seguimos conversando y una chica se nos une. Empezamos a tontear las dos, bromeando acerca de mi tanga, enroscado en mi muñeca "para no perderlo", de lo fresquita que voy, F. me acaricia la espalda, llega al borde de mi vestido y lo levanta jugueteando, para comprobarlo. Sus dedos recorren mi piel, que se eriza a su contacto. Suavemente me atrae hacia él, sentado en un taburete, y me sitúa entre sus piernas. Continúa con sus caricias. Me besa en el cuello, en la oreja. Me dejo llevar mientras pienso "ahora sí vamos bien".

Llevo una mano hacia atrás y yo también le acaricio. Sus dedos alcanzan mis pechos, primero por encima del vestido, luego se introducen tímidamente por debajo. Me gira y me besa seductor. Siiiii. Sin soltarme la cintura me apresa entre sus piernas. Siento su erección. Su deseo. Ahora sí.

Vamos dentro. Me saca el vestido por la cabeza y se lanza a devorar mis pechos gimiendo y haciéndome gemir a mí. Le ayudo a desnudarse, más bien le arranco la ropa, empezando por la corbata, ese adorado fetiche mío, que le aflojo cuidadosamente mientras le como la boca. Me tumba en la cama y se tumba sobre mí. Nos besamos, él sujetando mis manos. Acaricia mis tetas, las introduce en su sensual boca mordisqueando mis pezones. Hace que me retuerza de placer.

Luego se tumba y me pide que me siente encima. Lo hago y ahora soy yo quien controla. O eso parece. Él se deja hacer, se deja besar, gruñe con gusto cuando recorro su pecho con la lengua. Ronronea al acercarme a su vientre, al bajar más allá de su ombligo, se estremece al sentir mi aliento en su pubis.

Recorro con la lengua sus ingles, frotando mi nariz contra su miembro. Le lamo los huevos y me aovillo entre sus piernas. Por fin me meto la polla en la boca y comienzo a chupar, alternando el ritmo. A veces más suave, a veces más fuerte. Y le veo gozar. Mamo con deleite un buen rato. Y de pronto siento la necesidad de que me folle. Cojo un condón, se lo pone y me siento sobre él, despacio, sintiendo cada centímetro de su erección avanzar en mi interior. Luego alzo el culo y vuelvo a bajar, esta vez con más fuerza. Repito una vez más aumentando el ritmo. Y otra. Y pronto mis tetas botan sobre su cara entre quejidos y gemidos, sujeto sus muñecas sobre el colchón y caigo clavándome su polla una y otra vez. Luego aminoro el ritmo y sigo moviéndome más despacio, elevando las caderas con las rodillas a ambos lados de su cintura. Y él me mira, los ojos llenos de deseo.

No les he oído entrar pero cuando siento otra mano acariciar con suavidad mi culo giro ligeramente la cabeza. Junto a la dueña del local, creo percibir un rostro familiar en la penumbra. ¡No puede ser! Entonces la voz susurra "sigue, no quiero interrumpir". ¡Es! ¡No me lo puedo creer! Me paro un momento, le miro y no puedo evitar sonreír. "Hola, me alegro de verte... no te vayas...". Sigo con F. Ni puedo ni quiero dejar esto a medias. Pero me gusta que haya venido H. No deja de ser casualidad... Los dos chicos por los que he preguntado últimamente en el local... y aparecen los dos el mismo día... el día que voy sola... el día que me apetece sentirme muy deseada... el día que... Un momento, las casualidades no existen. ¿Ha podido avisarles la dueña? No creo, no suele hacer cosas así, pero sabe cuánto me gustan los dos. No hace ni un mes estuvimos L. y yo hablando con ella de llamarle y quedar... L. ... lo pasarás bien... relájate... desconecta... Y si... ¿ha podido hablar L. con ella y organizarlo todo? Eso sí suena creíble...

Dejo de pensar y me concentro de nuevo en la polla que se hunde en mi interior, las manos que hacen mi cuerpo subir y bajar, la boca que lame mis pezones en cada movimiento. Y la mano que, lentamente, se acerca por detrás de mí y eriza mi piel.

Un torso desnudo roza mi espalda y me veo entre los dos, arropada por sus cuerpos, con sus manos explorando todos los rincones de mi piel y sus bocas depositando besos y suaves mordiscos por toda mi anatomía. Un dedo de H. juega en mi culito y poco a poco se abre camino provocándome placenteras sacudidas que se traducen en una, aún más si cabe, profunda penetración de F. al que siento dentro de mi coñito a punto de estallar. Su boca me busca, jadea y gruñe junto a mi oreja y entonces la firme erección de H. se clava en mi nalga.

No soy yo, es mi cuerpo el que reacciona inclinándose hacia delante y dejando mi trasero expuesto a los deseos de H. sin dejar de moverse ante las embestidas de F. en cuyos ojos leo que también sabe lo que está a punto de ocurrir.

H. se mueve a mis espaldas, sujeta mis hombros con firmeza y poco a poco me penetra por detrás. Aullo, en una mezcla de placer, sorpresa y dolor. Él queda quieto, su aliento tranquilizador en mi oreja, su sensual voz susurra un "¿te gusta?". Bien lo sabe, pero espera mi respuesta antes de acompañar mi "siiiii" con un nuevo avance. Mi cuerpo cede y se acomoda. Sin embargo el pene de F. se ve expulsado de su cálido resguardo. Me quedo quieta y les dejo hacer. Ellos me sujetan se coordinan, me relajan con caricias y besos y poco a poco ambos miembros encuentran su posición y me invaden.

Entonces se inicia la coreografía y quedo totalmente a su merced. Ellos se mueven, me follan, a la vez, o alternativamente, encuentran un ritmo cómodo en que sus pollas me penetran una por delante y otra por detrás al ritmo de los quejidos, gemidos, gruñidos y jadeos. Y cuando creo que no puedo sentir más placer, F. me lleva los brazos hacia atrás y me agarra del pelo, dominante, al tiempo que H. me sujeta por las muñecas. Sin mediar una palabra ambos aumentan la fuerza de sus embestidas y en medio de ese ritmo frenético veo aparecer a mi lado a L., recién llegado y sonriente, que contempla con mirada viciosa la escena y toma asiento a unos centímetros de nuestro sandwich.

Por un instante soy consciente de lo cerca que estoy del orgasmo. Suelo tardar bastante en llegar pero mi excitación es tremenda. De hecho pocas situaciones podrían llegar a ponerme tan cachonda: dos tíos top ten, a los que hace tiempo tenía ganas, ahora a la vez, llenándome por todas partes... solo mejorable si L. me metiera ahora mismo la polla en la boca. Todo esto me cruza por la mente en apenas un segundo y cuando giro la cabeza para pedírselo a L. de pronto mi imaginación decide que solo pensar en la escena ha sido suficiente y el placer estalla en mi vientre y se propaga por todo mi cuerpo de forma inmediata. Ante mi grito F. y H. se pegan al máximo a mi cuerpo y se quedan quietos por un instante.

Luego caigo, apoyo la cabeza en el pecho de F. y poco a poco mis propios espasmos expulsan a ambos. H. se retira y, galantemente, me acerca mi cerveza. Ruedo y me quedo tumbada sobre la espalda junto a F. Necesito un par de minutos para recuperarme.

Menos mal que solo un par, no parecen dispuestos a darme una tregua mucho mayor. Unos tragos de cerveza, un poco de higiene de todos y por supuesto un saludo a L. junto con una petición formal de unirse. Me muero de ganas por saber si ha sido L. quien ha preparado esta sorpresa, o alguien del local que me quiere y me conoce bien, o un capricho del destino... Pero decido que eso puede esperar, y mis chicos no. Seguramente pronto tendrán que volver al trabajo y no voy a permitir que se vayan así. En ese par de minutos estoy lista para reanudar la sesión y corresponder a mis acompañantes. Placer por placer. Y ellos me han dado mucho.

Durante la siguiente media hora cierro los ojos. Quienes me conocen saben que es como más disfruto. Cuando niego a mi cerebro la vista y debe aprovechar al máximo todos los estímulos que recibe por otras vías. Durante esa media hora me entrego al placer de dar, he recibido bastante. Siento las tres pollas, en mi boca, en mi coño, en mis manos, en mi culo. Su roce, su fuerza, su sabor. Disfruto de sus embistes, de los sabores y olores, de esa mezcla, de esa morbosa sensación de no saber de quién disfrutas y quién te disfruta.

Y siento besos, caricias, a una mano, a seis; dientes que me mordisquean, lenguas que me lamen, bocas que me chupan, mientras yo correspondo con mis manos, mi boca, todo mi cuerpo a su disposición. Mezclo sabores y olores. Dedos y pollas que me penetran, me masajean y me follan.

Finalmente los tres se corren en mí, dentro de mí, y por encima, por delante y por detrás, en una auténtica orgía de la que soy protagonista privilegiada.


Cuando, extenuada, abandono el local, de nuevo pienso en la casualidad. Pero la pareja que lleva el local responde a mi duda con una enigmática sonrisa. Y "mis tres chicos" ya se han ido, cada uno a atender sus cosas. Vuelvo a casa. En cuanto pille a L. le pregunto. Bueno no, primero voy a contarle que hoy al final no fue un día aburrido. Que no tuve más de lo mismo. Y voy a compartir con él la parte que se perdió. Y... ya mañana si eso le pregunto. O no.

Comentarios

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal