Light
Nos tumbamos a su lado. En ese momento él está sobre ella. Sus embestidas hacen que ella ruja, grite, gima y se retuerza de placer. Me excita mucho verlo y no he podido evitar quedarme mirando mientras nos desnudábamos. Sus cuerpos desnudos se entrelazan. Él eleva las piernas femeninas por encima de sus propios hombros y sigue penetrándola, implacable. Se incorpora quedándose de rodillas, aún sujetando las rodillas de la chica. Ella se agarra a la sábana, estrujándola entre sus dedos. Esos gemidos me están poniendo a cien.
Entre medias, se oye "plas plas", los muslos de él chocan contra su redondo culo. Me abalanzo sobre L. que acaba de terminar de desnudarse. Tras besarnos con ansia baja a comerme las tetas. Sus labios me hacen enloquecer. Luego esa misma boca sigue descendiendo hasta mi sexo. De reojo miro a nuestros vecinos de cama. También él se ha situado entre las piernas de su chica y se dispone a saborearla. Disfruto de la visión tanto como de mi propia sensación. Me gusta verla agitarse, temblar, ver su cara de satisfacción, oír sus jadeos.
La lengua de L. encuentra el punto justo. Inicia un jugueteo de lo más sensual, deslizándose y dando pequeños toquecitos. Luego se introduce en mi vagina y al salir siento su aliento en mi coño.
El chico de la otra pareja nos mira también. Habla con la mujer y cambian de postura. Él se tumba sobre su espalda y ella se inclina y empieza a chupársela. La mano masculina avanza unos centímetros hasta rozar mi piel. Con mucho cuidado para que no crea que rechazo el contacto, hago una señal a L., que por unos momentos levanta la mirada y me sonríe mostrando su acuerdo. Continuamos los cuatro igual hasta que me sobreviene el orgasmo. La mano del chico acompaña mis movimientos.
L. se tumba a mi lado. Descanso unos momentos y luego me incorporo. Quedo sentada entre los dos hombres. Apreso el miembro de L. y comienzo a masturbarle. De vez en cuando me inclino y lo meto entre mis labios. Poco a poco comienza a responder a mis caricias. Oigo a la otra chica succionar la polla de su pareja y la acompaño. Él aún me roza con la yema de los dedos la espalda y las nalgas.
Ahora son ellos quienes cambian de postura. De nuevo ella se tumba y él, de rodillas entre sus muslos, la penetra con violencia. Ella se arquea y aúlla. Sus pechos rebotan con sus empujes. Mi chico acerca una mano. Ella no le rechaza. L. se levanta y se acerca un poco más. Yo rozo su cuerpo muy suavemente. Tampoco me rechaza. Él me atrae hacia su cuerpo, sin dejar de follarla. Me acerco. Pronto los cuatro intercambiamos caricias. Ella de nuevo grita mientras se corre. No puedo evitar acercar la mano a su húmedo y palpitante coño. Él sujeta allí mis dedos un instante, luego saca la polla y espera. Yo muevo un centímetro mi mano y la toco. Gime.
Cierro mis dedos en torno a su miembro y los presiono ejerciendo fuerza. Él se inclina a chuparme una teta, su mano acaricia mi sexo entrando entre mis piernas desde atrás. Mientras le masturbo veo de reojo como la otra chica se gira y le hace a L. una felación. Él jadea y la acaricia. Una vez más no sabría decir si es esa boca en mi pezón, los dedos en mi coño, mi mano en su polla o ver a L. disfrutar con otra mujer pero mi excitación se vuelve casi insoportable. Me agito y susurro un suave “siiii” en su oreja, al tiempo que me dejo ir. Y entonces él se corre, impactando con su leche en mi ombligo. Queda quieto. Retiro su cabeza de mi pecho y le sonrío.
Los dos nos sentamos y observamos a nuestras parejas. Poco rato. Por la manera de moverse de L. sé que está a punto del orgasmo. Y efectivamente veo cómo retira la cabeza de la chica y poco después, paran.
Quedamos los cuatro allí tumbados, entre las mojadas sábanas. Sonrientes. Con esas expresiones que fuera de esa situación es difícil de ver todas juntas. Mezcla de satisfacción, gusto, cansancio, miradas cómplices, caricias furtivas, búsqueda de los ojos de tu pareja, risas sofocadas… hasta que alguien rompe el hielo y pregunta ¿qué tal? Y las risas se hacen patentes, las caricias abiertas, las miradas directas y casi al unísono se oyen varios “mmmmmuyy biennnn”. Charlamos unos minutos, esas encantadoras charlas “post-polvo” en las que no se dice nada y se dice todo… y poco a poco nos vamos levantando, vistiendo, despidiendo… sabiendo que un par de minutos después nos buscaremos en otro punto del local.
Efectivamente. Cinco minutos más tarde, “casualmente” coincidimos los cuatro en el piso de abajo, junto a la barra, pidiendo unas copas que, por supuesto, iremos a saborear juntos a una mesa. Y charlamos de nuevo de nada y de todo. Y nos presentamos, hablamos de nosotros, nos miramos, nos reímos… y por fin ella acerca a mí su cabeza y, con un puntito de timidez, me pregunta “perdona pero... ¿vosotros sois light?” Sonrío pícara “no necesariamente” y ella entiende. Y creo que en el fondo lamenta no haberlo preguntado antes. Y yo siento un poco que no lo haya hecho. Pero sólo un poco. Porque hoy ha salido así, ahora es como si quedaran “cuentas pendientes”. Reímos ante la mirada de nuestros chicos que no han oído su pregunta. Alza su copa y brinda “¡por la próxima!”. “¡Por la próxima!” repito yo copa en mano.
Llegamos a casa de madrugada. Cuando al día siguiente entro en la web del local tenemos una solicitud de amistad nueva… los recuerdos estremecen mi memoria y dibujan una sonrisa en mi cara.
Entre medias, se oye "plas plas", los muslos de él chocan contra su redondo culo. Me abalanzo sobre L. que acaba de terminar de desnudarse. Tras besarnos con ansia baja a comerme las tetas. Sus labios me hacen enloquecer. Luego esa misma boca sigue descendiendo hasta mi sexo. De reojo miro a nuestros vecinos de cama. También él se ha situado entre las piernas de su chica y se dispone a saborearla. Disfruto de la visión tanto como de mi propia sensación. Me gusta verla agitarse, temblar, ver su cara de satisfacción, oír sus jadeos.
La lengua de L. encuentra el punto justo. Inicia un jugueteo de lo más sensual, deslizándose y dando pequeños toquecitos. Luego se introduce en mi vagina y al salir siento su aliento en mi coño.
El chico de la otra pareja nos mira también. Habla con la mujer y cambian de postura. Él se tumba sobre su espalda y ella se inclina y empieza a chupársela. La mano masculina avanza unos centímetros hasta rozar mi piel. Con mucho cuidado para que no crea que rechazo el contacto, hago una señal a L., que por unos momentos levanta la mirada y me sonríe mostrando su acuerdo. Continuamos los cuatro igual hasta que me sobreviene el orgasmo. La mano del chico acompaña mis movimientos.
L. se tumba a mi lado. Descanso unos momentos y luego me incorporo. Quedo sentada entre los dos hombres. Apreso el miembro de L. y comienzo a masturbarle. De vez en cuando me inclino y lo meto entre mis labios. Poco a poco comienza a responder a mis caricias. Oigo a la otra chica succionar la polla de su pareja y la acompaño. Él aún me roza con la yema de los dedos la espalda y las nalgas.
Ahora son ellos quienes cambian de postura. De nuevo ella se tumba y él, de rodillas entre sus muslos, la penetra con violencia. Ella se arquea y aúlla. Sus pechos rebotan con sus empujes. Mi chico acerca una mano. Ella no le rechaza. L. se levanta y se acerca un poco más. Yo rozo su cuerpo muy suavemente. Tampoco me rechaza. Él me atrae hacia su cuerpo, sin dejar de follarla. Me acerco. Pronto los cuatro intercambiamos caricias. Ella de nuevo grita mientras se corre. No puedo evitar acercar la mano a su húmedo y palpitante coño. Él sujeta allí mis dedos un instante, luego saca la polla y espera. Yo muevo un centímetro mi mano y la toco. Gime.
Cierro mis dedos en torno a su miembro y los presiono ejerciendo fuerza. Él se inclina a chuparme una teta, su mano acaricia mi sexo entrando entre mis piernas desde atrás. Mientras le masturbo veo de reojo como la otra chica se gira y le hace a L. una felación. Él jadea y la acaricia. Una vez más no sabría decir si es esa boca en mi pezón, los dedos en mi coño, mi mano en su polla o ver a L. disfrutar con otra mujer pero mi excitación se vuelve casi insoportable. Me agito y susurro un suave “siiii” en su oreja, al tiempo que me dejo ir. Y entonces él se corre, impactando con su leche en mi ombligo. Queda quieto. Retiro su cabeza de mi pecho y le sonrío.
Los dos nos sentamos y observamos a nuestras parejas. Poco rato. Por la manera de moverse de L. sé que está a punto del orgasmo. Y efectivamente veo cómo retira la cabeza de la chica y poco después, paran.
Quedamos los cuatro allí tumbados, entre las mojadas sábanas. Sonrientes. Con esas expresiones que fuera de esa situación es difícil de ver todas juntas. Mezcla de satisfacción, gusto, cansancio, miradas cómplices, caricias furtivas, búsqueda de los ojos de tu pareja, risas sofocadas… hasta que alguien rompe el hielo y pregunta ¿qué tal? Y las risas se hacen patentes, las caricias abiertas, las miradas directas y casi al unísono se oyen varios “mmmmmuyy biennnn”. Charlamos unos minutos, esas encantadoras charlas “post-polvo” en las que no se dice nada y se dice todo… y poco a poco nos vamos levantando, vistiendo, despidiendo… sabiendo que un par de minutos después nos buscaremos en otro punto del local.
Efectivamente. Cinco minutos más tarde, “casualmente” coincidimos los cuatro en el piso de abajo, junto a la barra, pidiendo unas copas que, por supuesto, iremos a saborear juntos a una mesa. Y charlamos de nuevo de nada y de todo. Y nos presentamos, hablamos de nosotros, nos miramos, nos reímos… y por fin ella acerca a mí su cabeza y, con un puntito de timidez, me pregunta “perdona pero... ¿vosotros sois light?” Sonrío pícara “no necesariamente” y ella entiende. Y creo que en el fondo lamenta no haberlo preguntado antes. Y yo siento un poco que no lo haya hecho. Pero sólo un poco. Porque hoy ha salido así, ahora es como si quedaran “cuentas pendientes”. Reímos ante la mirada de nuestros chicos que no han oído su pregunta. Alza su copa y brinda “¡por la próxima!”. “¡Por la próxima!” repito yo copa en mano.
Llegamos a casa de madrugada. Cuando al día siguiente entro en la web del local tenemos una solicitud de amistad nueva… los recuerdos estremecen mi memoria y dibujan una sonrisa en mi cara.
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