Detrás de la cortina

Te hice un guiño. "No pasa nada, otro día será". Te tengo muchas ganas, ya lo sabes. Y nuestra cuenta de cosas pendientes crece... Un día bromeando te dije: "es que quiero pillarte con ganas". Muy serio me miraste a los ojos y respondiste incrédulo "¿más?" antes de abalanzarte sobre mi boca.

Pero ese viernes tampoco iba a ser. Estabas en el local con otra persona. Eso no quita para que pasáramos todos un rato muy bueno en la barra charlando, bromeando, jugando, provocándonos abiertamente entre todos... Pero cuando os metisteis supe que esa noche ella te quería disfrutar a solas. Habría más ocasiones, seguro. Me encargaría personalmente.

Os seguí pocos minutos después. Me quedé en silencio tras la cortina. Veía recortarse vuestra silueta. Tú de pie, sobre la cama. Ella arrodillada ante ti, de espaldas a mí. Me quedé escondida disfrutando de la escena. De su suave vaivén al ritmo de tus suspiros. Entreabrí la cortina un poco, lo justo para que te dieras cuenta de que estaba allí. Espiándoos.

Supe por tu expresión que no te molestaba. Al contrario, tu sonrisa y el leve cambio en tu mirada me confirmaron que mi presencia, lejos de incomodarte, contribuía a tu excitación.

Tomaste su cabeza y acompañaste sus movimientos. Yo levanté mi camiseta y me acaricié el pecho. Gemiste. Abrí la cortina un poco más.

El ritmo de su boca pareció aumentar. Tu respiración se agitó más aún. Con la otra mano levanté mi falda y mostré mi desnudez. Me acaricié tímidamente. Sonreíste.

Abriste un poco más las piernas. Te imité. Empezaste a mover la pelvis. Jadeabas. Me encantaba verte así. Me ponía. Mucho. Todo en ti me pone, no es ningún secreto. Introduje un dedo en mi sexo. Estaba húmedo de deseo. Y caliente de excitación. Latía con fuerza. Lo saqué y volví a introducirlo. Gemiste de nuevo acariciando la cabeza de tu acompañante.

Me concentré en mi clítoris. Lo acaricié suavemente fijándome en tu boca, entreabierta. Te mordiste el labio inferior. Seguí masturbándome mientras ella te propinaba una estupenda mamada, a juzgar por tus gemidos, la expresión de tu rostro y sus propios movimientos.

No tardé en llegar al punto álgido de mi excitación. Con medio cuerpo oculto aún tras la cortina, una mano estrujando mi teta derecha y la otra acariciando mi clítoris sentí esa conocida descarga que se propagó por todo mi cuerpo tensando mis músculos.  Sofocando el gemido que pugnaba por salir de mi garganta me contraje y sacudí un par de veces hasta que mi cuerpo finalmente se relajó. Tú no ahogaste el grito. Salió de tu garganta sin que ella se moviese un milímetro.

Te sonreí y me retiré. Tardasteis aún un buen rato en salir. Menos mal. Me sentía un poco culpable. Estabas en el local con otra persona. Hoy no era el día. Habrá más ocasiones.

Comentarios

  1. Mmmmm .... estupendo relato ... aunque yo te hubiera invitado a pasar, jejeje ....
    Un besito de tu amigo Trueno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y ¿quién te dice a ti que él no me invitara? ;-) Pero el respeto es fundamental, a todos los participantes... y si yo sé que alguien quiere disfrutar de otra persona a solas... por nada del mundo me entrometería, ni siquiera aunque tuviera unas ganas locas, enormes, tremendas... es un suponer... :-D

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. Pues no sé a qué te refieres pero en todo caso pareces ir en son de paz ;-) Gracias por pasarte por mi rincón!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal