En silencio
Tenía ganas de conocerle. Habíamos chateado a menudo
durante meses y un día desapareció. Me dio pena pero eso es algo que ocurre con
cierta frecuencia, la gente viene y va y más en un chat, así que lo asumí como algo
normal y, pasado algún tiempo, no volví a acordarme de él.
Por eso cuando, de pronto, en aquella quedada, se me
acercó y me reveló su identidad, me quedé de piedra. No nos habíamos visto
nunca, ni por cam ni en fotos. No me lo había imaginado más alto, ni más bajo,
más joven o más viejo, rubio o moreno... Simplemente me gustaba su charla, y su
forma de escribir. L. al principio me decía si era uno de "esos"
chicos solos y yo le decía que no, que era "de los otros". Con
"esos" nos referíamos a los típicos desesperados que van buscando
meterla en cualquier agujero, eso sí, de gratis, y que me entran con la actitud
de "ya sé que tu marido no te da lo tuyo pero tranqui, nena, que aquí
estamos mi polla y yo para salvarte". No, con esos nunca chateo demasiado
tiempo. Con "los otros" sí. No soy tonta, sé que en este tipo de
chats todos -y me incluyo- vamos buscando sexo. Pero hay diferentes formas. Yo
busco sentirme a gusto, morbo, juego... Y con algunas personas ocurre. Entre
ellas, él, que justo en ese momento me sonreía. Y a mí lo único que se me
ocurría decir era "¡por fin!".
Creo que fue al día siguiente cuando se me ocurrió
invitarle. Quedar. Verle otra vez. Después de todo ya nos conocíamos. Le
escribí. Al principio estaba convencida de que no aceptaría. Sabía que no le
gustaban los locales. Pero... tenía que intentarlo. Aceptó.
Llegó prontito. Aparte de nosotros había poca gente.
Copas, charla, risas... Y en un momento en que L. había salido a fumar, me di
cuenta. "Perdona pero ¡si no conoces el local! Te lo enseño." Le cogí
de la mano y tirando de él le conduje más allá de la barra. Me siguió en silencio.
"Esta es la zona de parejas, aquí las camas, aquí...
la pista oscura" retirando las cortinas y sin soltarle le llevé hacia
dentro. Me siguió dócil. Dejé que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad
mientras le explicaba dónde había una silla, dónde glory holes...
En un momento dado le sentí cerca, muy cerca, y le
susurré "ten cuidado que, aprovechando la oscuridad, pueden ocurrir
cosas". Y rocé con mis labios su
cuello. Sin responder, me asió por la cintura con ambas
manos a la vez que su boca buscaba la mía. Le besé con ganas, por qué
ocultarlo. Y él a mi, para qué negarlo. Me excitó aquel beso, aquellos labios,
aquellas manos en mi cintura y el evidente abultamiento bajo su pantalón. Pero
era pronto, y habíamos dejado fuera a unos amigos, además de a L. Así que
salimos y continuamos la charla.
Traté de imaginar por su actitud si en algún momento
pensaba en lo que acababa de ocurrir, que por otra parte no era apenas nada. Un
beso, un simple beso. Que a mi me había hecho desear más. Pero ¿y a él? ¿Se lo
esperaba? ¿Le había gustado? ¿Le había excitado? Y lo que era más importante...
¿Querría más, buscaría más, esperaría más?
Atraje a L. hacia mí y le conté mi primer
acercamiento, sabiendo lo cachondo que empezaría a ponerse. Por supuesto con él
yo sí sabía las respuestas: se lo esperaba, le había gustado, excitado y sí,
esperaba más.
Así que tras un rato más de charla y risas evalué mis
posibilidades: había respondido a mi beso y mis caricias, no parecía forzado ni
disgustado. Cuando L. me condujo de nuevo al interior de la pista, le agarré la
mano y le hice seguirnos. No quería que su timidez le hiciera dudar. Decidí
darle señales claras. No se opuso. Y
cuando entramos y me giré su boca me esperaba ya. Sus manos, enredadas en mi
pelo, despejaron todas mis dudas.
Quedé en medio de los dos, dando la espalda a L. cuyas
manos acariciaron mis nalgas, bajaron hasta el borde de mi falda y escalaron de
nuevo pero esta vez por mis medias hasta alcanzar el encaje de las ligas. Una
vez remangada mi falda, apretando su cuerpo contra el mío, comenzó a besarme el
cuello y llevó sus manos a mis tetas, por encima de mi camiseta. Entonces me
separó suavemente del cuerpo que me rodeaba por delante, pero poco, lo justo
para subir mi camiseta y que mi pecho desnudo se apoyara sobre el suyo.
Estar de pie, en la penumbra, entre dos hombres
atractivos, sentir sus cuerpos fundirse con el mío, sus manos acariciándome,
sus bocas recorriendo mi piel y percibir sus olores, sus alientos cálidos, oír
sus respiraciones, sentir su deseo... seguramente es una de las cosas que más
me excita, que más cachonda me pone... No puedo decir que notase mi tanga
mojado porque ya no lo llevaba puesto, en algún momento había desaparecido, ni
recuerdo cómo. Pero sí puedo asegurar que mi sexo estaba mucho más que húmedo.
Sobre todo en ese momento, en que unos dedos juguetones lo acariciaban.
Me incliné hacia delante y comprobé que ambos compartían
un mismo problema y si no les echaba una mano, literalmente, sus pantalones
reventarían. Primero a uno y después al otro les bajé las cremalleras, abrí sus
braguetas y con sumo cuidado liberé a sus prisioneros. Tomando a cada uno con
una mano les estuve masajeando y
acariciando, no solo con mis dedos sino también con mis labios y mi boca.
Alternando uno y otro, fui acercándoles hasta conseguir que ambas pollas
estuvieran al alcance de mi boca para poder mamarlas simultáneamente. Las lamí
golosa, saboreándoles, mientras ellos me acariciaban y jugaban con mis
orificios, haciéndome estremecer de placer. Aunque estaba disfrutando de lo
lindo, y creo que ellos también, quería más.
Me giré hacia él, ofreciendo mi culito a L. que aprovechó
la ocasión por supuesto. Mordisqueé sus pezones, lamí su pecho y su pubis y
finalmente, sujetando sus huevos con una mano, le masturbé contra mis tetas
hasta que él, en silencio, con un gesto firme de su mano, me impidió seguir. Pese a la oscuridad, percibí su tímida sonrisa.
Entendí que estaba a punto de correrse y quería aguantar un poco más. ¿Cómo
ayudarle si yo misma estaba también alcanzando el punto de no-retorno?
Me incorporé y caminé hacia la silla, muy bien
acompañada. Me senté. Unas manos abrieron mis piernas, una cabeza se inclinó
entre ellas, una boca apresó mi clítoris y una lengua me penetró. Me estremecí
y mi cuerpo se arqueó de placer. La otra boca me besó en los labios, luego en
el cuello y finalmente, esquivando mi camiseta enrollada, mis senos.
Ufff, esas bocas y esas manos... Estaba a cien, sabía que
estaba a punto de correrme. Quería esperar un poco más, quería que me follaran,
quería... Ufff quería que esas dos lenguas no pararan nunca!!! Inevitable. De
pronto la boca que jugaba con mi sexo encontró el punto adecuado, al ritmo
preciso y... me sobrevino un orgasmo brutal, que no me hizo caer de la silla
gracias a las cuatro manos que me sujetaban.
Tan pronto dejé de sacudirme me bajé de la silla y
agradecí con un buen morreo a aquella boca la corrida que acababa de
proporcionarme. L. aprovechó para ocupar la silla y me indicó que me girara.
Antes de hacerlo, me aseguré de que nuestro amigo conociera mis intenciones. L.
me tomó por las tetas al enterrar yo mi cabeza en su entrepierna. Las otras
manos asieron mis caderas, acercándolas a las suyas. Comenzó a moverse como si
me estuviera follando, aunque no lo estaba haciendo... aún. Su pene se frotaba
contra mi sexo y lo notaba cada vez más duro, más firme. Entonces, en uno de
los vaivenes, se metió un poco, al siguiente un poco más, y más... con un ritmo
uniforme pero pausado, que yo transmitía con mis labios al miembro de L.
Llevábamos unos minutos follando cuando me la sacó y
empezó a besarme la espalda. Me incorporé y me giré. Le pedí que se corriera
echándomelo encima. Él ya sabía lo mucho que me gustaba y accedió. Entre los
dos le masturbamos hasta que, casi en silencio, derramó su semen sobre mi
cuello y mi pecho. ¡Por fin!
L. sugirió salir a tomar un trago, para recuperar fuerzas
y la noche siguió con una sucesión de risas, charlas y un buen rollo que aún
mantenemos por el chat. Hace poco perdí una apuesta con él... me temo que vamos
a tener que vernos otra vez... ¡Por fin!
Un relato de lo más excitante como era de esperar viniendo de ti. Espero con expectación el siguiente ;-)
ResponderEliminarEstoy ya en ello... Y como ya voy conociendo vuestros gustos, apostaría que también os gustará ;-)
EliminarTu y yo no hemos hecho ninguna apuesta aun? ....
ResponderEliminarTrueno.
Pues mira, Trueno, no... aún no!! Y mira que es raro, con lo que a mi me pierde apostar, jajaja!!!
EliminarMuy buen relato y ser realidad me pone uhhff. Me alegra saber de ti. Besitos
ResponderEliminarCelebro que mis relatos te pongan :-) La inmensa mayoría están basados en la realidad, este es uno de ellos. Por supuesto altero algunos datos para evitar que alguien pudiera reconocer a los protagonistas pero en general lo que se relata es cierto, desde mi propia percepción, claro.
EliminarA mi me alegra que te pases por aquí, leas y comentes... Besos, Juan.