Fantasía de hoy

Estoy sentada junto a la chimenea, ensimismada contemplando el fuego. Suena mi móvil. Nada importante pero me hace recordar algo. A ti. Yo tenía deberes. “Hazle lo que me harías a mí”, me habías pedido. Le miro. Está plácidamente tumbado en el sofá. Realmente voy a hacer mis deberes. No sólo porque sea muy obediente sino porque, además, me apetece… me muero de ganas. Le miro sonriente y empiezo a acariciarme por encima de la ropa. No tarda en darse cuenta y él también sonríe. Me levanto la camisa y le dejo entrever mis pechos. A ti también. Porque realmente lo que te haría a ti es, para empezar, sentarte también en el sofá. A su lado. Entonces me doy cuenta, ya estás aquí. Si no físicamente, sí tu presencia. Estás justo ahí, en el sofá. En ese rinconcito de mi fantasía donde ya te he permitido estar otras veces.

Me dirijo al sofá y me arrodillo en el suelo, en la alfombra, entre vosotros dos. Os abro la bragueta del vaquero y meto mi mano, acariciando ese bulto bajo la ropa interior, que por momentos se endurece. Entonces bajo un poco el elástico del calzoncillo y vuestros miembros asoman. Les doy la bienvenida como se merecen, con un beso en la punta. Continúo bajando y pronto quedan liberados de la ropa. Tomo uno con cada mano y los masajeo despacio, sin prisas, disfrutando del momento. Los recorro con mis labios, depositando besos y lametones. Pronto responden agradecidos.

Entonces me doy cuenta de que para el siguiente paso necesito mis manos. Os pido que os acariciéis para mí mientras me desabrocho la camisa. Me la quito. Luego el sujetador. Y os hago sentaros muy cerca el uno del otro. Me incorporo un poco y acerco mis pechos a vuestras pollas. De nuevo cojo una con cada mano y con ellas recorro mis tetas. Os excita ver cómo mis pezones se endurecen al contacto con vuestra piel. Y eso que no sabéis el grado de humedad que habéis provocado en mis bragas.

Es el momento de cambiar. Vuelvo a arrodillarme pero esta vez me las ingenio para que vuestros penes queden al alcance de mi boca. Saco la lengua y los recorro, lentamente, de arriba abajo, varias veces. Primero a uno, luego al otro, sin soltaros a ninguno en ningún momento. Me siento como una niña disfrutando al tiempo de dos helados deliciosos, de nata y chocolate. Y me siento golosa, muy golosa. No quiero que se me escape ni una gota. Los lamo en toda su extensión, a lo largo y a lo ancho, sintiéndolos crecer en mi boca, juntos y por separado. Han alcanzado ya tal tamaño que tengo que elegir, los dos no me caben en la boca. Van a tener que turnarse. Mientras devoro una de las dos pollas sigo acariciando la otra. Mis dedos imitan el jugueteo de mi lengua sobre el capullo. Luego al revés. Mis movimientos se hacen cada vez más rápidos, más intensos. Aprieto mi mano y mis labios con más fuerza y puedo notar en ellos las palpitaciones en vuestras venas.

Un poco más, sólo un poco más y obtendré mi premio. Lo sé. Un cambio más. Y entonces sé que llega, que la polla en mi boca está a punto de estallar. La saco sin dejar de moverla y acerco la otra, justo a tiempo de sentir cómo la primera se derrama junto a mis labios y el semen resbala hacia mi cuello. No soy la única que se excita con esta imagen. En unos instantes la otra polla también llega al orgasmo en mi mejilla, acompañada de un gemido profundo.

Mmmm, no sé cómo lo hubieras imaginado tú, sé cómo seguiría yo pero eso… eso es ya otra fantasía…

Comentarios

  1. Respuestas
    1. ¿Y las desobedientes? ;-)

      No siempre lo soy, según con quién y para qué... otra veces me porto muy muy mal...

      Eliminar
  2. Uffff vaya fantasia, me ha puesto muy caliente, magnifico relato, muy morboso y muchas gracias por ponerme tan cardiaco, aunque solo sea leyendote jeje

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuidadín con el corazón, que tenemos ya una edad... X-D
      Solo leyéndome... tú sabrás por qué... :-*

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal