Insomnio

Deben ser las seis de la mañana. Esto es, no hace ni dos horas que me metí en la cama. En mi cama. Aún siento el calor de su cuerpo sobre el mío.

Medio dormida, recuerdo su silueta en la oscuridad. Encima de mí. Moviéndose adelante y atrás mientras me penetra. Sus ojos brillan de deseo. Como los míos, probablemente. Sus manos apoyadas en la cama junto a mis hombros. Las mías rodeando su cuello, atrayendo su cuerpo hacia el mío.

Por un instante recupero la consciencia. No, ya no está. Eso pasó esta noche. Hace un par de horas. Me giro y trato de dormir de nuevo. Pero su boca me persigue. Recorre mi cuello y mi pecho. Su respiración agitada me hace estremecer. Me excita sentir su cálido aliento tan cerca del mío. Sus labios me envuelven, devoran mi boca. Esa lengua carnosa suya que me vuelve loca se entrelaza con la mía. Siento que podría llegar a correrme. Otra vez.

Pensar en su lengua me excita mucho. Me encanta. Recordar el contacto con mi boca, con mi sexo, con mis pezones. Cada vez que follo con él pienso lo mucho que me gusta su lengua... Y después de follar me tumbó, con ojos lascivos abrió mis piernas y se puso a jugar. Como un niño. Con los dedos, con la lengua... Esa lengua suya me enloquece, nunca me canso de sentirla. Después de que me hiciera correrme la busqué ávida. Quería sentirla de nuevo en la mía.

He debido quedarme dormida meciéndome en tan dulce evocación. Entre ensoñaciones, vuelven los recuerdos. Esta vez está detrás de mí. Mientras me posee sus manos arañan mi espalda. Tomo una y la llevo hasta mi pecho izquierdo, obligándole a inclinarse hasta que sus labios rozan levemente mi nuca. Me susurra algo al oído, respondo que sí, que más fuerte. Aumenta el ritmo y gimo de placer. Le siento dentro de mí, luego fuera y en uno de sus movimientos algo cambia. Me besa con pasión pero al mismo tiempo sus caderas van más arriba, más despacio, con cuidado. Gimo. Para. Espera. Me besa. Entra un poco más. Ahora es él quien gime. De nuevo susurra en mi oído. Sí, me gusta; sí, todo va bien; sí, quiero más. Sí, eso también me gusta. Sí, muévete, sí, correte, por favor... lo estoy deseando, te estoy deseando.

Despierto de nuevo sobresaltada. ¿Era un sueño? No. Puedo sentir en mi cuerpo una huella real. No lo llamaría dolor, tal vez entumecimiento, no sé, en cualquier caso no podría haberlo provocado un sueño. Lo que sí sé es que hace unas horas esa sensación no estaba. Unas horas... tan solo han pasado unas horas y ya pienso en repetir...

Comentarios

  1. ¿Quién me mandaría a mí entrar aquí en horas de trabajo? ¡A ver quien se levanta ahora de la mesa! ;-p

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso digo yo... ¿quién te mandaría a ti? Jajaja, verás ahora cuanto rato seguido estás trabajando... ¡sin levantarte de tu sitio! Eso sí, haz alguna tarea en que no te juegues el futuro de la empresa y no requiera demasiada concentración... por si acaso :-P
      Gracias por seguir pasando por mi rincón. Besos indecentes...

      Eliminar
  2. excitante ... muy excitante ... como todo lo que escribes.
    Besos de tu amigo Trueno .... en el escote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo fue, lo fue... espero que para ti al leerlo también.
      Deposito esos besos justo en mi escote. Otro para ti.

      Eliminar
  3. Precioso relato cielo como todos los que escribes. Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Juan. Me alegro de que te haya gustado. Besos

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal