Dunas

Aunque ya parece muy lejos, todavía me queda alguna cosilla del verano que no he publicado... supongo que no le importa a nadie que lo haga ahora...


Al día siguiente cruzamos varios whatsapp con E. Nos preguntó qué tal la noche anterior. Fue una lástima no poder vernos, teníamos planes divertidos. Lo hubiéramos pasado bien los tres. Pero... no pudo ser, tuvimos que pasarlo bien sin él. Le dijimos que esa noche se lo contaría por teléfono para que no tuviera que esperar a leerlo.

Esa noche estamos cansados, claro. Nos quedamos cerca. En la playa. Tras un corto paseo llegamos a una zona de dunas, donde aún se conserva una pequeña playa salvaje y libre de edificación y tendido eléctrico. Buscamos la zona más oscura. Nos sentamos. A lo lejos se oyen las risas de un grupo de adolescentes, seguramente de botellón. Y así me siento yo. Como una adolescente con mi chico en la playa, en lo oscurito.

Me pide que me quite las bragas. Lo hago. Al amparo de la oscuridad empieza a meterme mano. Bajo su bragueta y le saco la polla, acariciándola. Me está besando cuando suena mi móvil. Es E. Quiere escuchar la primicia de mi relato.

Me gusta su voz. Empiezo a contarle nuestra salida de anoche. La mano de L. se abre paso en mi entrepierna. Se lo digo a E. Su voz se vuelve más ronca. Creo que le excita. También creo que le da envidia. Sé que le gustaría estar en las dunas con nosotros y no a 5 km. Le gustaría que fuera suya esa mano que acaricia mi sexo mientras le cuento cómo anoche me folló aquel negro tan imponente.

Pero no es E. sino L. quien me besa el cuello, quien acaricia mi interior, quien introduce un dedo en mi ya chorreante vagina mientras yo, móvil en mano, con mi voz más sensual, le cuento a otro cómo anoche cumplí una fantasía.

Pienso en lo excitado que parece E., imagino su polla crecer dentro de su pantalón y siento la polla de L., esta sí, real, crecer en mi mano al ritmo de mis caricias. Nos masturbamos el uno al otro, con la presencia virtual de E. y del jamaicano de anoche.

No quiero parar pero E. tiene que colgar y otro grupito de chavales se acerca a las dunas... ¡A saber dónde irán, los muy viciosos! Bueno, me aseguro de que L. lleva en su bolsillo mis bragas y nos vamos. Ya acabaremos luego. Y creo que E. también... a 5 km.

Ha sido divertido, no tenemos el cuerpo para mucho más. Volvemos al paseo y optamos por sentarnos en una terracita a tomar una copa. Como se me ha ordenado, yo llevo una minúscula minifalda, una camiseta ajustada y... ahora, nada más. Las sillas son bajitas y se asemejan a pequeños sillones, recogidas y con respaldo. Así que me parece una ocasión muy apropiada para ensayar el cruce de piernas a lo Sharon Stone en Instinto Básico. La mirada de L. tras un primer intento me lleva a tratar de mejorar mi ejecución y creo que logro mi objetivo, a juzgar por la reacción de su miembro, perceptible a través de su pantalón.

Charlamos tranquilos. De esta noche y de las pasadas. Y de las futuras. Tal vez hagamos otra excursión a la ciudad... tal vez probemos algo diferente... L. ha oído hablar de una zona cercana donde al parecer se practica el dogging... Otra de nuestras fantasías pendientes...

Comentarios

  1. ¿Y dónde decís que está esa playa? ;-p

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    1. ¿La de las dunas o la zona de dogging? Ya te lo contaré en privado, no vaya a ser que luego se llene y pierda su encanto natural y salvaje ;-)
      Besos, pareja

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  2. Y ese E. no salio corriendo esos 5 km para encontrarse con vosotoros? .... ya le vale. ....
    Lo que se pierde uno por estar en Madrid, jeje.

    Besos de tu amigo Trueno.

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    1. Jejeje, Trueno, seguramente lo hubiera hecho si hubiera podido... o tal vez sabe que es cuestión de tiempo y que habrá más oportunidades...
      Gracias por seguir siendo lector tan fiel. Que disfrutes.
      Besos.

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