Un buen inicio de vacaciones

Ufff!! Vaya vacaciones!!! Se nota que el año ha sido duro, la familia se ha desvivido por echarnos una mano y ayudarnos a relajarnos... Y lo hemos conseguido ¡Vaya que sí! Hemos tenido muchos ratitos para nosotros, para salir, conocer sitios nuevos, probar experiencias nuevas, incluso cumplir fantasías pendientes... Hacía años que no disfrutábamos de unas vacaciones tan sexuales y morbosas. Ahora tengo que ponerme a escribir, da de sí para varios relatos y no sé por cual empezar. Quizás lo mejor sea comenzar por el principio, como mandan los cánones.

Al principio parecía que no íbamos a comernos ni una rosca, ni un colín; vacaciones en familia - con mucha familia - en una casa pequeña en un pueblo pequeño. Todos juntitos día y noche, ambiente familiar, playa familiar, chiringuito familiar... Nooooo!!!!

Tras el primer día (familiar) y la primera noche (familiar) decidimos desafiar lo que parecía un destino inevitable. La segunda noche, después de la cena, por supuesto familiar, aprovechamos la gran afluencia de público para dejarles a todos en grata compañía los unos de los otros y escaparnos solos a dar una vuelta. Habíamos hablado con un amigo de un foro que veraneaba por la zona y le propusimos quedar para, por fin, conocernos.

El encuentro fue muy breve, pues él tampoco podía escapar de su familia más de unos minutos. Pero como suele ocurrir en estos casos, tras meses hablando con alguien con quien ya ha surgido una cierta amistad, el ponerse caras, voces, y dotarle de existencia real suele tener consecuencias. A veces uno descubre que ese ser con el que te sentías tan cómodo charlando es mejor mantenerlo en un mundo virtual, y otras veces el bienestar que transmitía por las teclas se confirma por una mirada cálida, un tono de voz sensual... y te quedas con ganas de más. Eso me pasó con E.

Apenas nos despedimos de él, fuimos a dar un paseo por el puerto, y claro, aprovechamos para cambiar impresiones, fantasear... L. me rodeó con su brazo y mientras caminábamos me sometió, eso sí, con mucha ternura, a un tercer grado acerca de E., que si era como me imaginaba, que si me había excitado el conocerle, que si me gustaría quedar otro día con él, que qué haríamos... en fin, lo típico. Me sentía cada vez más excitada...

Al mismo tiempo su mano aprovechaba las sombras para levantar el borde de mi vestido, deslizarse por debajo y acariciar mi piel... Nos paramos junto a la zona de amarres, casi desierta a esas horas, y me abrazó sujetándome por detrás. Mordisqueando el lóbulo de mi oreja, bajó un poco la parte delantera de mi vestido y dejó mi pecho al aire. Bueno, al aire no pues su mano se encargaba de cubrirlo.

Mi cuerpo no tardó en reaccionar, mi sexo se humedeció en pocos segundos y sentí cómo unas gotitas de mis jugos resbalaban por mis muslos, al no encontrar ropa interior que las retuviera. Gemí junto a su oreja y, casi al mismo tiempo, su sexo, duro y erecto, se clavó contra mi nalga. Deseé que me follara allí mismo, que levantara el vestido hasta la cintura, me tomara por las caderas y me penetrara furiosamente. Posó sus manos en mis tetas, luego en mis caderas, sentí su respiración agitada en mi nuca...

No había mucha gente pero sí la suficiente para preferir ir a otro lugar. Cogimos el coche y regresamos a casa, esperando que todos estuviesen ya dormidos. Confieso que durante el camino de vuelta me sentía muy excitada. "Algo" ayudaron las caricias que L., sin soltar el volante, repartía por mi cuerpo. Me sorprendí buscando un lugar lo suficientemente tranquilo y oscuro como para parar el coche y dedicarnos a nuestros vicios más inconfesables. Pero no paramos.

Llegamos a casa y sí, todos dormían. En el reparto de habitaciones nos había tocado el salón, así, en medio de la casa. Pero esa noche el mar estaba movido y el rugido de las olas llegaba fuerte, amortiguando cualquier otro sonido. Como el de L. cuando, arrancándome el vestido me tumbó sobre la cama y se me echó encima.

Tras besarme por todo el cuerpo su lengua se detuvo a juguetear en mi ombligo para proseguir luego su viaje por mi pubis. Suavemente separó mis muslos y recorrió mi sexo con la punta de la lengua, me estremecí. Utilizando ambas manos abrió los labios de mi coñito y lo lamió goloso. Muy poco después, una ola de calor procedente del mismo punto que la lengua de L. estimulaba recorrió mis entrañas y, ascendiendo por todos los poros de mi piel alcanzó mi cerebro y estalló con la misma fuerza que las olas que resonaban en el salón. Caí sin fuerzas y me quedé tumbada.

Apenas me di cuenta cuando L. se incorporó. Se había tumbado a mi lado y su polla me esperaba, en estado de alerta. Me apoyé sobre un codo y, sintiendo la humedad que aún impregnaba mis piernas, acerqué la cabeza a la pelvis de L. y abrí la boca todo lo que pude, introduciendo su miembro casi hasta mi garganta. Entonces cerré mis labios a su alrededor y los deslicé hasta la punta, como saboreando un polo. Del más delicioso y único de los sabores. El suyo. Un riquísimo polo duro como los de hielo, pero caliente. Mis labios repitieron el camino a la inversa, despacio, dando tiempo a que mi lengua jugueteara con la punta del capullo, el cual reaccionó palpitando dentro de mi boca.

De nuevo, acariciando su miembro en toda su longitud con la lengua, recorrí con los labios la mitad de la distancia y me detuve. En ese punto aumenté la presión de mi boca y empecé a mamar la polla de L. Pronto obtuve mi recompensa y percibí el sabor de sus fluidos. Estaba casi listo para correrse.

Saqué la polla de mi boca, me senté a horcajadas sobre L. y yo misma inserté de un tirón toda su verga en mi interior. Me moví suavemente, balanceando mis caderas adelante y atrás. Como las olas que seguían tronando. En mi mente, la charla que habíamos mantenido en el puerto mientras L. me metía mano, el posible trío que tal vez un día haremos con E. ... me muevo más rápido, el sonido de las olas, que amortigua el chocar de nuestras pelvis, las caricias en el coche, el ruido del mar... más rápido aún, el recuerdo de acabar de correrme en la boca de L. , mis jugos bajando por mis piernas en el puerto, ayyy creo que no voy a aguantar más, el sabor de su pene, sus gemidos, sus jadeos, y... le noto tensarse dentro de mi, su cuerpo se pone rígido por unos instantes y... su polla bombea, inundándome con su semen... Me aprieto contra su cuerpo una última vez y luego, los dos a la vez, nos aflojamos y quedamos abrazados.

Mientras me besa tengo la sensación de que estas vacaciones hemos abierto la caja los truenos.