Que quince años no es nada…

La última mañana que fuimos al local fue bastante sosa. Había varios chicos y jugamos con unos cuantos pero no sé qué pasaba ¡que no me duraban nada! Estuvimos con dos chicos en la cama redonda, luego con otro en las camas grandes, en la mazmorra... y nada, que en cuanto les hacía un par de cosillas, ¡se corrían! Menudo complejo de "Semineitor" me estaba entrando...

A L. le gusta que me haya corrido una vez al menos antes de follarme él pero ese día no había manera. Al final acabé encerrándome en el confesionario y exhibiéndome ante él y dos chicos más que me miraban desde las rejas. Me masturbé para ellos, escuchando sus respiraciones entrecortadas y el sonido de sus manos meneando sus pollas. Me encanta exhibirme… Luego L. me folló como solo él sabe. Un buen final para una mañana un tanto decepcionante.

Por eso, entre otras razones, decidimos probar esta vez otro local. Nos habían hablado muy bien del sitio y ahora también abrían por la mañana, señales del destino, todo se ponía a nuestro favor. En realidad ya conocíamos el lugar porque es justamente donde hicimos nuestros primeros pinitos swinger… ¡hace nada menos que 15 años! Luego el local cambió de ubicación, éste lo cogieron otras personas, hubo cambios… reformas… y todo este tiempo hablábamos de las ganas que teníamos de ver cómo había quedado pero hasta ese día nos había sido imposible.

Nos recibieron los dueños, una pareja encantadora con quienes estuvimos un buen rato charlando en la barra, después de que nos mostraran las instalaciones. Inexplicablemente el local estaba casi vacío, una chica y un chico además de nosotros, así que pensamos que, de nuevo, nos iba a saber a poco. Lo que no me imaginaba es cuán equivocada estaba...

Decidimos sentarnos en el coqueto saloncito, tomarnos unas cervezas y echar un buen polvo entre nosotros, por los viejos tiempos. Cuando se nos acostumbraron los ojos a la oscuridad fuimos a recorrer de nuevo el local, que en compañía de la dueña habíamos palpado, más que visto. Realmente no se parecía mucho a los vestigios que quedaban en nuestra memoria. Quince años son muchos años. Pero sí conservaba el encanto, el morbo que nos enganchó en su momento. Decidimos rememorar nuestras andanzas y aprovechamos para ir entrando un poco en materia, bailamos un poquito en la pista, jugamos en el pasillo francés... y volvimos a nuestra mesa. Sabíamos que había llegado más gente, se oía algo más de animación en la zona de la barra, aunque seguía estando todo muy tranquilo.

Entonces la guapa dueña del local se acercó a nosotros y nos propuso conocer a un hombre al que no habíamos visto llegar, pero al que ellos conocían bien. Nos presentó y charlamos un rato hasta que L. se excusó para ir al baño. Confieso que no le esperamos demasiado. Cuando A. me sugirió ir a bailar, acepté. Una vez en la pista, A. me rodeó con sus brazos y se inclinó rozando mi cuello con sus labios. Me estremecí, mi piel se erizó y giré la cabeza hacia él. Justo cuando bajó las manos hasta mis nalgas abarcando su boca con la mía, apareció L. y se nos unió.

Quedé de pie entre los dos, sintiendo sus manos por todo mi cuerpo. Acaricié sus cuerpos por encima de la ropa, sus pechos, espaldas… En mi trayecto llegué a la entrepierna de L., luego a la de A. Hábilmente abrí las cremalleras de sus pantalones y me puse a masajear sus miembros, que pronto respondieron a mis caricias. Inclinando mi cuerpo hacia delante combiné las caricias de mis manos con las de mi lengua sobre sus penes. Sentía sus manos recorrer mi espalda, mis nalgas, una de ellas se abrió paso entre mis muslos hasta conquistar mi sexo, otra jugueteo con mi retaguardia para, finalmente, invadir mi intimidad. Mi excitación creció, y con ella el ritmo de mis mamadas, mi boca succionaba ávida las pollas de mis compañeros de juego, que se estremecían casi tanto como yo y jadeaban afanosamente.

Me incorporé el tiempo justo para sugerir trasladarnos a uno de los reservados donde me vi despojada inmediatamente de mi vestido. Seguí con mi tarea de acariciar, lamer y chupar a ambos mientras ellos también se desnudaban y pronto me acomodé sentada a horcajadas sobre A., tumbado boca arriba. L., sentado a nuestro lado, gozaba de una inmejorable vista de nuestro acoplamiento al tiempo que podía acceder a cualquier rincón de nuestra anatomía que se le antojara.

Sin dejar de comerle la boca a A. inicié un balanceo de mi cuerpo sobre él. En cada movimiento sentía su polla, erecta, frotarse contra mi sexo, que ya dejaba escapar los jugos de mi excitación. Así sus manos y le obligué a masajearme las tetas, lo que multiplicó mi placer infinitamente. En el siguiente vaivén solté su boca y elevé mi cabeza por encima de la suya, dejando mi pecho a la altura de su nariz. Deslicé sus manos por mis costados hasta mis nalgas, que le hice sujetar con firmeza sin dejar de moverme. La fricción sobre su sexo era así mayor y su reacción no se hizo esperar. Cuando abrió la boca aprisionando en ella uno de mis pezones, noté sus palpitaciones en mi coño.

Acerqué mi boca a la oreja de L. y le susurré las ganas que tenía de que A. me follara. Excitado, me respondió que él también ardía en deseos de verlo así que se lo pedí a A. Seguí comiéndole la polla al tiempo que la protegía adecuadamente y retomamos la postura anterior. Solo que esta vez abrió más la boca y engulló toda mi teta, enredando con la lengua en mi pezón mientras yo, en un solo movimiento, me sentaba sobre su polla ensartándola en toda su longitud. Pude sentir el estremecimiento de L. a mi lado.
Incliné un poco el cuerpo hacia delante, apoyé las manos en la cama, junto a los hombros de A. y dejé a mi pelvis que se moviera libremente, basculando hacia delante y hacia atrás, friccionando la polla de A. Al mismo tiempo, tensaba y aflojaba los músculos de mi vagina, algo que debió de gustarle a juzgar por su mirada, sus jadeos y sus besos y caricias. Seguí moviéndome sin prisas, disfrutando del momento y del disfrute de A. Me parecía que L. no estaba en ese momento demasiado implicado, aunque sin duda sí participaba al menos observando. Pero yo quería más. Quería sentir el contacto de sus manos, de su boca, quería algo más que su mirada y sus pensamientos en ese momento.

Así que, sin sacarme el pene de A. apoyé los pies y quedé en cuclillas sobre él. Me elevé ligeramente y volví a bajar clavándome su polla de nuevo hasta dentro. Gimió. Repetí el movimiento pero esta vez lancé a L. una mirada que entendió perfectamente. Acercó su mano y cuando yo de nuevo bajé haciendo que la polla de A. me penetrara, L. acercó su dedo a mi culete y lo introdujo suavemente. Repetimos la jugada varias veces. Cada vez estábamos los tres más excitados. Noté cómo A. estaba a punto de correrse dentro de mí y aceleré el ritmo. Su cuerpo se tensó, sus manos aferraron fuertemente mis caderas y su polla estalló haciendo que mi cuerpo se arqueara y estallara también.

En pocos segundos A. salió de mí. Todavía con deseo en los ojos, con esa mirada de excitación que aumentó cuando vio cómo L. se ponía detrás de mí y me embestía a ritmo lento, con cuidado. Besó mi boca y acarició mis tetas mientras yo le susurraba que, tras preparar mi culete convenientemente, ahora L. me lo estaba follando. Y sus suaves y cuidadosos movimientos me provocaron tales oleadas de placer que muy poco después, casi al mismo tiempo que sentía el disparo de L. y su calor dentro de mi cuerpo, me corrí con la excitada y excitante mirada de A. clavada en mi boca.

Nos vestimos, poco, y salimos a la barra. Había varias personas ya en el local, alguna pareja, varios chicos… Sé que A. quería más. Pero yo necesitaba descansar aunque claro, aún no nos íbamos, era pronto.

Tras comer y beber algo, ya recuperadas las fuerzas, L. y yo nos fuimos a la última sala del local, la de la cama múltiple. Suponía que A. nos seguiría y efectivamente apareció poco después. Una chica le precedía. La preciosa morena que me había llamado la atención desde el primer momento que la vi. Parecía que venían juntos y L. le hizo una seña a ella para que se acercaran. ¡Cuál no sería nuestra sorpresa cuando ella se subió inmediatamente a la cama y se unió a nuestro juego mientras que A., que iba tras ella pero no con ella al parecer, se retiró!

De pronto vi eso que tanto me gusta y que últimamente tengo pocas ocasiones de ver. Vi cómo L. exploraba el cuerpo de la deliciosa morena, saboreaba su boca y sus pechos, acariciaba sus más recónditos escondites y ella le correspondía recorriendo su cuerpo con su lengua y sus labios.

Disfrutaba de tan excitante escena cuando sentí una mano que acariciaba mi espalda. No quise girarme, no quería saber de quién era. Me gustaba su tacto, eso era lo más importante. Luego fueron unos labios que me besaban los hombros, la espalda, los brazos. Con mi mirada fija en la boca de la morena, que devoraba insaciable la polla de L. dejé hacer a esas manos, que me tumbaron boca arriba. Y entonces pude verle. Aunque ya lo intuía, vi que el hombre que me acariciaba con tal destreza era justamente la pareja de la morena. Por diversas circunstancias no nos habíamos atrevido a insinuarles nada cuando les vimos pero sé que a L. ella le había llamado mucho la atención y a mí… a mí los dos, ¡qué le voy a hacer, si soy así de viciosa! Y ahora estaban aquí, estábamos aquí. Los cuatro. No, había alguien más. Otro hombre se había unido a mi espalda y me acariciaba también. Cinco.

Espera, no. Junto a la morena apareció otra figura femenina que se repartía por igual acariciándola a ella y a L. Seis. Y al menos dos personas más nos miraban excitadas, desde una distancia prudencial. Entre ellos, A.

Como me suele ocurrir en estos casos, es difícil describir lo que allí ocurrió. Mi mente mezcla imágenes de L. con las dos mujeres, comiéndolas y siendo comido. Desde mi postura, tumbada, por encima del hombre que maravillosamente me comía el coño, podía verles a los tres, saboreándose, juntando sus cuerpos, sus lenguas, sus sexos. Difícil averiguar de quién era cada mano, cada milímetro de piel, cada respiración agitada…

Girando mi cabeza hacia el otro lado encontré al responsable de las caricias que, junto con la lengua juguetona en mi sexo, me estaba llevando tan lejos en mi viaje al placer. Él, que tanto me había gustado desde el primer momento, acariciaba y lamía mis pechos, me devoraba, mientras sentía su polla cerca de mi rostro, con una considerable erección. La busqué con la mano y me la introduje en la boca. Él se estremeció. Comencé a chuparla, a mamarla, sintiendo como en cada succión mía, crecía inconcebiblemente aún más. La solté de mi mano, que dirigí a sus huevos, jugué con ellos y con ese punto intermedio entre ellos y el ano que tanto me gusta estimular.

A él también le gustó, parece ser. Moviendo la pelvis empezó a follarme la boca. Podía sentir su polla casi rozar mi garganta. Entraba y salía al mismo ritmo que la lengua del otro chico en mi coño. De reojo ví a L. que me miraba, sin dejar de atender a sus dos chicas, que también jugaban entre ellas. Ufffff, todo esto era demasiado excitante, incluso para mí… De verdad, suelo disfrutar del sexo, prácticamente siempre, pero esa situación me desbordó. No recordaba haber tenido tanto placer a la vez en tantos puntos de mi cuerpo y de mi cerebro.

El chico retiró la polla de mi boca. Supe que iba a correrse. Quise metérmela otra vez pero me lo impidió. La dirigí hacia mis tetas y… ufff, su orgasmo fue descomunal. Lo sentí casi tanto como el mío. La lengua que jugaba en mi clítoris encontró el punto exacto en el momento justo y con la intensidad y ritmo precisos… y me corrí, me corrí como hacía tiempo que no me corría. El orgasmo me llegó con toda su fuerza. Sacudió mi cuerpo hasta el último centímetro de mi piel, como una sacudida eléctrica que recorrió mi columna y estalló en mi cerebro. Luego caí hacia atrás casi con la misma fuerza. Oí los gemidos de L. que también debía estar llegando en ese momento al máximo placer. Y luego, todos nos quedamos quietos, y sonrientes.

Había sido fantástico, pero aún había alguna cosilla por resolver. En pocos minutos ya estábamos de nuevo enredados. Esta vez la morena y yo nos comíamos la boca, luego los pechos (¡¡¡diossss, qué pechossss!!!), mientras L. hacía algo a la otra chica, que aún no me ha contado pero que a ella debía de gustarle mucho… Pedí al chico que tan estupendamente me había dado placer oral que se pusiera un condón porque quería que me follara, lo necesitaba, casi.

Otra pareja se había puesto cerca de nosotros. Ella le hacía una felación tumbada con él de rodillas encima a escasos centímetros nuestros. No les había visto hasta que el chico me puso en posición a cuatro patas girándome ligeramente. Al hacerlo, las tetas de la chica y la polla de él quedaron a mi alcance. Y de nuevo esa falta de control que a veces me caracteriza me hizo acabar ayudando a la rubia en su mamada, comiéndole a ella las tetas, mientras el chico detrás de mi me follaba y me hacía llegar por enésima vez esa mañana a las cotas más altas del placer.

Cuando un rato después salimos a la calle, con una sonrisita boba y una promesa de volver a ver a esa pareja muy pronto, L. y yo no pudimos establecer marcadores de orgasmos como hacemos entre bromas otras veces de vuelta a casa… perdíamos la cuenta. Pero es que ¿a quién le importa cuántas veces se ha corrido o le han comido o ha provocado un orgasmo cuando se lo ha pasado tan, tan bien? Va a tener razón el bolero y tras tantos años hay cosas que siguen encandilando, enganchando… me temo que volveremos, y bastante antes de otros quince años.

Comentarios

  1. Me he corrido leyéndote esta maravillosa experiencia.Gracias eres una escritora folladora perfecta.

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    1. Gracias por tu comentario y por disfrutar de tu lectura hasta tal punto :-) Aunque no aspiro a la perfección... sólo a la diversión...

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  2. Cada dia te superas mas, lo cuentas mejor, con mas detalles y .... yo me excito mas leyendote, imaginandote, jejeje. No se que puedo decirte que no suene a repetitivo asi que solo te dire que sigas escribiendo y pasandotelo tan tan bien y yo, y muchos mas, seguiremos leyendote.
    Te mando un beso muuuy especial ....
    :-* :-* :-* :-* :-* :-*
    Tu amigo Trueno.

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    1. Seguiré, seguiré escribiendo y me seguirá encantando que gente estupenda como tú siga leyendo. Pero el mérito no es sólo mío, es que con tu imaginación colaboras en gran medida ;-)
      Besossss de los tuyos

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  3. Excitante relato y me alegro un monton que os lo pasarais tan bien, normalmente cuando vas a un local sin ninguna pretensión suele ser cuando mejor te lo pasas. Bssss y sigue disfrutando de tu divertida sexual que tambien es la nuestra jejeje

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    1. En eso tienes razón, lo mejor es ir sin ideas preconcebidas, salvo la de disfrutar, dejarse llevar por el momento y pasar un buen rato. Es fácil cumploir objetivos así, como nos pasó ese día y... algunos otros :-)
      Besossss

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  4. Cielo, que relato mas maravilloso,eres increible. No sabes como me has puesto.... sigue asi no cambies de como eres. A ver si nos vemos pronto. Te quiero mucho.

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    1. Siempre es un placer recibir tu visita, charros. Me alegro de que te haya gustado, el día que nos veamos ya te cuento más detalles al oído ;-)
      Besossss

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  5. Hay veces que la improvisación es la mejor compañera para una buena fiesta.

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    1. ¡¡¡Ay, qué alegría más gorda encontraros por aquí!!!
      Coincido 100% con esa apreciación, las buenas fiestas siempre contienen un elevado componente de dejarse llevar por lo que pueda ocurrir, sin más...
      Gracias por pasaros y por vuestro comentario, chicos. Besossss

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    2. Con recibimientos así da alegría ir a cualquier lado ;-)

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