¿Nunca segundas partes fueron buenas?

L. se quedó embobado mirándome cuando aparecí por el pasillo con mi vestido corto negro de fiesta. Por supuesto, sin sujetador. Yo no lo necesito y ese vestido, con toda la espalda al aire, no lo admite. Tanga, medias de rejilla y botas de taconazo y "chupame la punta (y todo lo que tú quieras)" completaban mi atuendo.

Primero fuimos a picar algo y aunque en la cervecería me dejé la chaqueta puesta para no llamar la atención, creo que no conseguí mi objetivo. Al hombre de la mesa de al lado se le iban los ojillos a mis medias, sobre todo cuando, para su deleite y el de L. crucé las piernas. Alguno de los camareros también me miró el culo sin disimulo ninguno cuando crucé el local camino del aseo. Y eso que no creo que hubiesen oído nuestra conversación previa.

L. me había estado contando algo que había leído, un juego en el que él le propone a ella algo parecido a "si al volver del baño llevas tu tanga puesto, vamos al cine; si no, vamos a mi casa". Me pareció divertido y le dije "hombre, en nuestro caso sería cine o local, ¿no?" Unos minutos después yo cruzaba el bar, camino del aseo, con la mirada del camarero clavada en mi culo.

A mi vuelta besé a L. en la nuca mientras deslizaba mi minúsculo tanga en su bolsillo. ¿Acaso cabía alguna duda? No me había vestido así de sexy para acabar en un patio de butacas, prefiero mirar... en otros lugares oscuros.

Fuimos dando un paseo hasta un pub al que hacía al menos un año que no íbamos, desde mi encuentro con aquel portugués que se llevó tan grato recuerdo de España... Ni siquiera conocíamos a la chica del guardarropa, aunque sí a la de la barra. De todas formas, debimos de entrar con bastante seguridad porque no nos preguntó si ya conocíamos el pub ni se ofreció a mostrarnos las instalaciones, como suelen hacer cuando no se trata de clientes habituales.

Pedimos unas copas y nos quedamos en la barra, casi vacía. L. no hacía más que decirme lo arrebatadora que estaba esa noche y yo, la verdad, me sentía también así, por dentro y por fuera. Me gustaba la imagen que me devolvía el espejo. Tiendo a pensar que tengo el culo demasiado grande pero últimamente a nadie parece importarle, y la verdad, a mí también me preocupa cada vez menos. Y en ese vestido negro... ufff, me sentí la mujer más sexy y más apetecible del local. Será que no me fijaba en las demás, jeje.

La sala se fue animando, dimos una vuelta por todas las instalaciones, aprovechándonos de los rincones más oscuros para iniciar nuestros jugueteos. Al subir las escaleras me encargué de situarme delante de L. para que percibiera en toda su magnitud el contoneo de mis caderas ceñidas por el vestido, que levanté un poquito en los últimos escalones, justo hasta dejar ver mis ligas. L. agradeció mi gesto y me lo pagó con un largo y apasionado beso que casi me hizo perder el sentido. Bailamos un rato en la pista, nos besamos y acariciamos por debajo de la ropa... incluso me agaché a comérsela un poquito mientras él me levantaba el vestido y jugaba en mi coñito con un dedo... Y volvimos a la barra, yo un poco despeinada, con la mirada más brillante y los pezones rotundamente marcados bajo mi vestido.

Junto a nuestras copas se había puesto otra pareja, más o menos de nuestra edad, bastante atractivos... los cuatro nos miramos pero no hablamos. Seguimos un rato en la barra, L. y yo charlando y riendo por nuestro lado, ellos por el suyo. Otras parejas se movían también por el local y uno o dos chicos tomaban su copa. Pero nos habíamos fijado en nuestros "vecinos de barra" ¿y ellos en nosotros? Uno de los chicos se acercó a nosotros y nos sugirió ir abajo... eso le perdió. Tal vez era nuevo allí, tal vez nadie le había explicado que es la pareja la que invita al chico... Con mucha educación, le dijimos que no y se retiró, también con mucha educación.

Durante esos instantes perdimos de vista a la pareja de la barra, que seguramente se había ido a sentar. Decidimos pasar a la acción y volvimos a la pista oscura, donde nos pusimos a bailar abrazados. Los besos de L. se hicieron cada vez más profundos, sus manos recorrían mis costados con mimo. Al llegar a la cintura se detuvieron y bajaron de nuevo rodeando mis nalgas, que sus manos pellizcaron juguetonas mientras su boca bajaba por mi cuello. Haciendo a un lado mi escote sentí su boca en mi pecho, alrededor de mi pezón, electrizando mi piel. Con las manos tomé su cabeza y, enredando mis dedos en su pelo, le separé por un momento de mi cuerpo, lo justo para sacar la parte superior de mi vestido, que dejé caer hasta mi cintura. Tomó mis tetas con las dos manos y restregó contra ellas su cara, su nariz, su boca... Bajé las manos a su bragueta y la abrí, sacando su polla, erecta, al tiempo que le empujaba suavemente hacia la pared.

Cuando se apoyó con la espalda, me puse en cuclillas e introduje su pene en mi boca, mmmm, al sacarla me entretuve jugando con la lengua en la punta y desde ahí la lamí en toda su longitud hasta alcanzar sus huevos. La sujeté ligeramente con una mano y comencé a meneársela muy, muy despacio sin dejar de comerle los huevos. Le abrí un poco más las piernas y mi lengua jugueteó ahora con su punto más sensible, provocando gemidos de placer en mi chico. Todavía quería jugar un poco más así que volví a coger su miembro con la boca y a mamársela succionando con mis labios y disfrutando de sus gestos de placer.

Fue entonces cuando sentí la presencia de más personas. L. y yo seguimos entregados a nuestro juego de caricias pero algo me decía que esa presencia era cada vez más cercana. Sin soltar el pene de L. puse el culo en pompa y empecé a fantasear con la idea de una mano que iba a tocarme... ¿sería un hombre o una mujer? ¿rozaría mi culo o tal vez se internaría bajo mi vestido? Solo de pensarlo ya me excitaba, esa mano inexistente hacía que mi piel se erizase y los pezones se endurecieran, ahora ya sin tela que los cubriese... Pasaba el rato y no ocurría nada, salvo que L. estaba cada vez más excitado con mi mamada. Me incorporé para besarle y de nuevo bajó las manos a mi culo. Y entonces sentí esa mano. Tres manos, no dos, acariciaban mi culo. Mediante una seña se lo hice saber a L. que miró por detrás de mi.

Yo aún no sabía de quien se trataba, pero me gustaba ese contacto, esas caricias desconocidas en la oscuridad. Llevé una mano hacia atras pero no alcancé a tocar a nadie. La mano provenía del otro lado. Cambié de estrategia y llevé mi mano hasta la desconocida. Era una mano de hombre. Ascendí por el brazo y lo confirmé, un brazo masculino. De nuevo llevé mi otra mano atrás, para acercar ese cuerpo al mío, cuando, para mi sorpresa, topé con un brazo como esperaba, pero de mujer. Y al girarme para mirarla percibí, encantada, que el brazo de L. rodeaba su cintura.

La chica me acarició el cuello con su mano libre y yo correspondí a sus caricias. Nuestros chicos se colocaron detrás de nosotras, sin impedir nuestro juego. Ella y yo nos besamos, nos acariciamos, entrelazamos las lenguas mientras L. subía su camiseta y mi desconocido exploraba mi espalda a besos hasta mi nuca. Luego me empujó suavemente arrimando mi boca a las tetas de su chica, que no me rechazó. Mientras se las comía, sentí cómo su cuerpo se movía a pequeñas sacudidas, y pronto supe el motivo: estaba masturbando a L.

La mano del chico, ya en mi sexo, me acariciaba. Su dedo masajeaba en círculos mi clítoris, la otra mano acariciaba mis muslos. Me incorporé y la chica, aún con la polla de L. en la mano, y según supe luego, la mano de L. en su coño, se lanzó a besar mis pechos. Eché la cabeza atrás y la apoyé en el hombro de él, que me besó ardientemente. Trás unos minutos más de juego, nos separamos, las parejas cambiadas, y, como si lo hubieran acordado previamente, nos empujaron con suavidad hasta la cama del rincón de la pista y nos tumbaron a las dos en ella. Ellos se arrodillaron y metieron sus cabezas entre nuestras piernas.

Pese a la escasa luz, podía ver a mi compañera en mi misma posición, justo a mi lado. Hubiera podido tratarse de un espejo por lo sincronizados que estaban los dos chicos, aunque en un espejo yo habría topado con una superficie fría, lisa y dura al estirar mi brazo, y no, lo que mi mano encontró fue un cálido cuerpo, con exquisitas curvas y que reaccionaba ante mis caricias y me correspondía con otras similares. Cuando ví cómo ella se retorcía de placer y entre gemidos pedía a L. que siguiera devorándola, ufff, algo estalló en mis entrañas, algo incontrolable que me sacudió y me hizo gritar de placer y luego caer de nuevo hacia atrás, exhausta. Al ver cómo yo me corría en la boca de su chico, mi reflejo, si bien con unos segundos de retraso con respecto a mi, se arqueó sobre el colchón y, gimiendo aún más, alcanzó también el orgasmo.

De nuevo con una fantástica coordinación nos dieron a ambas la vuelta y nos pusieron a cuatro patas. En unos instantes, los que se tarda en poner un condón, o mejor dicho, dos, unas manos asieron mis caderas y un falo me penetró entrando por completo en mi. No me hacía falta pero giré la cabeza a la derecha y vi cómo L. también tenía ya su verga dentro de la otra chica. Ambos empezaron a follarnos, nosotras nos mirábamos, ellos nos miraban, los movimientos se fueron haciendo más intensos, como también nuestras respiraciones, los jadeos cortaban el aire, las manos del chico apretaban y separaban mis nalgas, sus muslos chocaban contra los míos en cada vaivén, igual que los de L. hasta que finalmente, y de nuevo con escasos segundos de diferencia, los dos se corrieron entre jadeos y gemidos ahogados. Empate.

Estábamos los cuatro sudando, y decidimos salir a beber algo. Tardamos un poco en recuperar toda la ropa de la otra chica allí en la penumbra. Yo lo tuve más fácil desenrosqué mi vestido de la cintura, lo estiré hacia abajo, metí la cabeza por la abertura del escote y ¡listo!

Cuando salimos a la luz comprobamos que efectivamente eran la pareja de la barra, cogimos las copas y nos sentamos en su mesa, presentándonos entre risas, "¿esto no se hacía al revés?" Charlamos animadamente un buen rato, recuperándonos. Luego, para no forzar nada, L. y yo nos fuimos a dar otra vuelta por el local, había sido muy placentero pero no nos habíamos comprometido a pasar la noche juntos. Cada pareja recuperamos nuestro espacio y la velada continuó.

La noche siguió avanzando, tuvimos algún juego más entre nosotros, bajamos a la cama grande y disfrutamos viendo a otras parejas en acción, charlamos, reímos, tomamos algo... y finalmente decidimos volver a la pista oscura antes de que se hiciera demasiado tarde.

Al entrar, L. me acorraló contra la pared, me sacó la parte de arriba del vestido y, sujetándome las manos, empezó a besarme y a comerme las tetas. Pero una vez sus ojos se acostumbraron a la oscuridad se dio cuenta de que a pocos metros de nosotros dos chicos jugaban con una chica, aunque sólo veíamos sus sombras, podíamos ver su silueta en el centro y a los dos jugando con ella, uno delante y otro detrás. Girándome, L. apoyó la espalda en la pared para disfrutar mejor de la escena, y me abrazó delante de su cuerpo, acariciándome el pecho y besando mi cuello. Al oído me susurró "¿quieres salir a ver si está el chico de la barra?" y al hacerlo sentí su polla crecer y clavarse en mi nalga...

Salí y allí estaba, solo. Le miré a los ojos, le sonreí y le pregunté si se venía mientras le cogía de la mano. Su respuesta verbal fue un "claro" muy bajito pero su lenguaje no verbal fue mucho más evidente, se agarró a mi mano, se puso en pie y sonriendo me siguió dócil. La camarera y la chica del guardarropa se quedaron solas en la barra, observándonos con cara divertida.

Nos adentramos en la oscuridad y pronto la mano de L. me atrajo hacia un rincón. Dándome la vuelta, quedé frente al chico que, nervioso, me acarició tímidamente las tetas. Desde mi nueva posición adivinaba unas siluetas en la oscuridad, el trío aún seguía jugando casi en el mismo lugar, a poco más de un metro de nosotros. Y juraría que la distancia era cada vez más corta.

Abrí la bragueta del chico y volví a girarme, de modo que su dura polla quedó apretada contra mi culo. L. delante de mi me besaba. Era curioso como, de nuevo, jugábamos en paralelo esa noche... antes dos parejas, ahora dos tríos. Sí, la distancia disminuía. La mano de uno de los chicos del otro grupo se deslizó a mi coñito y lo acarició con dulzura. Me incliné ligeramente y me encontré con los labios de la chica junto a los míos. Entreabrí la boca y nos encontramos, juntando las lenguas.

La polla que tenía en mi mano, presionando mi culo, no pudo más. Oí un gemido ahogado y un líquido caliente resbaló por mi pierna. El chico se separó unos pasos y yo, manteniendo la mano atrás, para no mancharla, recorrí con la lengua el espacio que separaba la boca de la chica y sus pechos, y apresé con mis labios uno de sus pezones. Ya su boca me había resultado familiar, y ahora sus pequeños y sabrosos pechos, con grandes y duros pezones los reconocí al instante, era la pareja con quien habíamos estado antes.  Riéndome la saludé y le dije que tenía que ir a limpiarme la mano. El otro chico también había sucumbido a la excitación, así que les explicamos que ahora nos íbamos a quedar las dos parejas y salieron de la pista.

Como si no hubieran transcurrido más que unos minutos desde nuestro encuentro anterior, el chico me atrajo hacia él y L. abrazó a la rubia y la besó. Frenéticamente nos dejamos llevar las dos parejas por un vuelo de caricias, besos y masajes. Me besó mordisqueándome por el cuello y el pecho, me sentía transportada, con sus manos masajeando mi culo, mis nalgas, mi cintura, sus dedos exploraron mis más íntimos recovecos. Me llevó hacia la camita pero al llegar se detuvo y preguntó si íbamos mejor a otro sitio... con más luz. Los cuatro estuvimos de acuerdo.

Salimos como en procesión, a medio vestir. Yo iba la primera con el vestido enroscado a la cintura, detrás el otro chico, luego L. y ella. Un chico junto a la puerta de la pista se quedó mirando nuestro trenecito, pero no se unió, claro.

En este pub hay una zona de camas bastante amplia junto a las mesas y allí nos dirigimos. Estaba vacía así que tomamos posesión del lugar, y de nuestros cuerpos. Me sacó el vestido por la cabeza y tumbándome boca arriba comprobó con su lengua que estaba bien lubricada. Al incorporarse, me puso un cojín bajo el culete y, sin bajarme las piernas, me penetró. A escasos centímetros de mi, la chica gemía con las embestidas de L. que tenía esa expresión de placer que tanto me gusta.

Los empujones de mi partenaire se hicieron más lentos y profundos, sentía su polla muy adentro y me encantaba. Pero no me importó cambiar de postura cuando me lo pidió. Rodó hasta quedar tumbado en la cama y me senté sobre él. Alcé el culete, con una mano coloqué su polla y... despacio, me la introduje hasta los huevos. Gimió de placer y miró hacia arriba, cogiéndome por las tetas. De nuevo elevé la cadera y, antes de que se saliera de mi, volví a bajar disfrutando de su penetración. Entonces levanté las rodillas quedando en cuclillas y suavemente, empecé un movimiento de delante hacia atrás y de nuevo delante, atrás... Me agarró por la cintura, acompañando mi vaivén sin dejar de gemir y jadear. Su polla dentro de mi estaba cada vez más dura, más grande, como si fuera a estallar.

Durante mi cabalgadura, veía a L. con la otra chica, no recuerdo en qué momento cada cosa pero le ví comerle el coño, follarla, les oía gemir, gritar... Y esa polla dentro de mi... Estaba a mil pero entonces se pusieron a follar a cuatro patas, como antes en la pista, solo que ahora había más luz y podíamos vernos, no solo intuirnos... Y me encanta ver a L. follar.

De nuevo, la sincronía, el chico me pidió follar a cuatro patas, viéndonos los cuatro, y terminamos la noche como la habíamos empezado, solo que así, sin oscuridad, nosotras a cuatro patas, morreándonos, y nuestros chicos detrás, intercambiados, penetrándonos, oyendo nuestros jadeos, nuestros gemidos y viendo nuestras caras y nuestros cuerpos reaccionar fue... mucho, mucho mejor.

Comentarios

  1. No queria leer esta noche porque no queria irme a la cama malito .... pero una vez mas no me he podido resistir a leerte asi que ..... ahora me voy la cama, jejejeje.
    Buenisimo como todos tus relatos Nina.

    Trueno.

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    1. Gracias, Trueno, por leerme y por disfrutarlo tanto, tanto... y si te pones malito, ya sabes, ¡a ponerle remedio!

      Besos indecentes

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  2. Esto me recuerda mis tiempos de infancia cuando esperaba ansioso la publicación del siguiente número del Comic que me gustaba. En mi caso: Superman. He cambiado la adicción a SuperWoman. Es mucho más reconfortante y excitante.
    Esperamos tu siguiente relato con impaciencia.
    Un beso

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    1. Gracias por seguir leyéndome, Raigmar, ¡ojo con las adicciones! Aunque me da que no tendrás que esperar mucho para la próxima entrega ;-)

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    2. Las gracias hay que dártelas a ti por seguir deleitándonos con tus vivencias.
      El relato de tu primera experiencia en un Club Liberal, logró que mi mujer se decidiera a probarlo y a disfrutarlo.
      Gracias de nuevo

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  3. uffff magnifico relato y seguro que mejor vivencia, con esos vestidos que te pones que te quedan genial, estas espectacular, sexy y se nos cae la baba de verte (solo la baba jejeje). Te recomiendo por lo morboso que es el ir a un cine y meterse mano en el y a mitad de la pelicula ir al baño y hacerlo ahi.
    Mil besos y sigue siendo tan autentica y tan morbosa.

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    1. En cuanto nos animemos a probar tu sugerencia... os lo cuento ;-) ¡Gracias, fiel seguidor!

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