Historias para no dormir

O el regreso de G., mi amigo el tímido. Porque también podía haberlo titulado así. Hace muy poquitas semanas, en uno de sus viajes hacia un país muy, muy lejano, G. hizo de nuevo escala en Madrid. Más aún, me llamó para preguntarnos si le dábamos alojamiento una noche. Claro, se lo dimos.

Llegó ya de noche, ya cenado, y no demasiado cansado de la primera etapa de su viaje. Yo le esperaba en chándal, con una camisa negra. Debajo un culotte rojo que él ya había visto antes de llegar a casa. Le había mandado una foto, para ir entrando en materia. ¡Soy así de mala!

Así que cuando llegó nos sentamos a charlar en el salón. L. andaba pendiente de algo del trabajo que le tenían que enviar y se fue al ordenador a ver si había llegado. En ese momento me senté encima de G. y tomándole la cabeza con las dos manos le di un gran beso y le dije "cuánto te he echado de menos". Su boca respondió con una sonrisa, otro beso y un "y yo a ti", acompañado de un movimiento debajo de mí, indicativo de que G. comenzaba a tener una erección. Llevé sus manos a mis pechos, las metí bajo mi blusa y las froté contra ellos. Volvió a besarme, desabrochando hábilmente el único botón cerrado y liberando mis tetas, a las que no solo dirigió su boca y sus manos, sino también sus más perversos pensamientos.

Mi camisa cayó justo cuando L. entraba de nuevo en la habitación. Se sentó a nuestro lado y propuso ayudarnos, en lo que sea que estuviéramos haciendo. Como lo último que había hecho G. era quitarme la camisa, L. nos ayudó a quitarme el resto de la ropa. Luego ellos dos, casi sin ayuda, se desnudaron también.

No iban a hacer falta muchos preliminares en esta ocasión, ya que los tres teníamos muy vivo el recuerdo de nuestro último encuentro. Y la simple alusión a alguno de aquellos momentos produjo una gran excitación en los tres, especialmente perceptible en mis dos chicos. Para recordarlo mejor, tumbé a G. en el sillón y me arrodillé a su lado. Tomé su pene con una mano y comencé a acariciarle susurrándole al oído cómo había disfrutado mientras me follaba aquel día.

O yo encogía o su polla crecía a gran velocidad. Cuando me quise dar cuenta, apenas me cabía en la mano; para seguir haciendo aquello bien tenía que usar también mi boca. Como desde mi posición no llegaba, estiré un poco las piernas y... ¡visto y no visto! G.  se deslizó por ella, acomodó su cabeza en mi pubis y empezó a lamer, besar y chupar mi coñito.

L. se sentó a nuestro lado, disfrutando de la escena 69 intensamente mientras él también se masturbaba. Con la otra mano acariciaba mi espalda. Al llegar a la parte más baja, recorrió con un dedo la rajita hasta llegar a mi orificio. Retiró por un momento el dedo, y luego volví a sentirlo, humedecido con su saliva, acercarse de nuevo a mi agujerito, rozarlo, rodearlo, y finalmente penetrarlo, mientras la polla de G. entraba y salía de mi boca. Su boca apresaba mi clítoris y no lo soltó ni siquiera cuando L. se situó de pie a mi lado y me condujo la cabeza hasta su polla, con una erección más que considerable ya.

Reajusté mi postura para tener ambos miembros cerca de mi boca, de manera que podía comerme una u otra a mi elección, incluso las dos a la vez, al menos lo que me cabía en la boca. Acoplé el ritmo de mis mamadas al que me marcaba la lengua de G. en mi sexo y sin soltar mis chupetes, acabé corriéndome entre gemidos en la boca de G. Claro que no fui la única, porque tan pronto yo llegué al orgasmo, G. se incorporó y, sin más demora, se corrió derramando toda su leche por mi pecho.

Dejé que se levantara y refrescara su boca, sin duda seca por el esfuerzo. Pero antes, en agradecimiento, le besé con ardor, saboreando en sus labios mi propia esencia... Mmm, siempre me ha parecido curioso mi sabor en la boca de otros hombres... Soy yo misma y es cada vez tan diferente... me excita recordar la boca de G. empapada en mis jugos.

Yo también me repuse pronto, tanto que la verga de L. aún me esperaba, casi en la misma postura. Digo casi porque al levantarse G. para ir a por su bebida, mientras yo me limpiaba un poco, L. se había tumbado ante mí, mostrando orgulloso su tiesa y dura polla. Me dijo cuánto deseaba ver a G. follándome, y dado que era un deseo compartido por los tres, levanté mi grupa, dejando toda mi parte trasera expuesta ante G., confiada en que entendería tan sutil indirecta.

Tan pronto como sentí su polla abriéndose camino en mi interior, abrí mi boca al máximo para facilitar la entrada hasta mi garganta del miembro de L. G. me empezó a follar, sujetándome por las caderas, despacito, a ritmo lento y suave, sin prisas. Le notaba recrearse en mi, disfrutando de la situación, por la forma de penetrarme, de acariciarme, casi podía imaginar su cara de satisfacción. Cada vez que su polla entraba en mi avanzaba con seguridad hasta que sus testículos chocaban contra mi cuerpo, luego de nuevo se retiraba, lentamente, dejando mi vagina mojada y ansiosa esperando su vuelta…

Con un dedito empezó a prepararse el camino hacia lo que iba a hacer después. Tomó un poco de lubricante y se puso a jugar con mi culete. En pocos segundos estaba listo para recibirle. Sacó su polla de mi coñito y sin moverse apenas la situó en la entrada de mi culito y empujó, despacio, suavemente, con más cuidado todavía. Le sentí entrar, poco a poco, luego salió y de nuevo, un poquito más adentro esta vez, la mezcla de dolor y deseo, con el segundo superando claramente al primero, me hizo gemir y estremecerme. Abrí un poco más las piernas, G. volvió a poner sus manos en mis caderas y poco después su polla entraba y salía en mi culito. Susurrando se lo dije a L., aunque este ya lo estaba viendo, pero sé que le pone cachondo que se lo cuente… acerté… se puso tan cachondo que sin darme tiempo a volver a meterme su polla en la boca, se me corrió en la cara, mmmmm…

G. me había follado y enculado, pero aún no se había corrido dentro de mi. Estaba deseando que lo hiciera así que se lo pedí. Me embistió un par de veces más, sentí su polla a punto de reventar dentro de mi y por fin… el estallido de su leche dentro de mi sexo…

Entre los dos me habían puesto perdida, mi cuerpo rezumaba sustancias: el lubricante de los condones, el del bote, los jugos de los tres, jejeje, por dentro, por fuera, por delante y por detrás. Vamos, que tuve que irme a la ducha. Les pedí que tuvieran cuidadito en mi ausencia aunque sabía que lo tendrían. Aún así, me hubiera puesto muy cachonda llegar y encontrármelos a los dos enrollados… mmm solo de pensarlo se me moja el tanga…

Pero no, cuando volví charlaban amistosamente con las copas en la mano y me uní a su conversación, que derivó hacia el tema “aún nos quedan ganas” poco rato después. Pero ¿¿¿los hombres no suelen hablar de fútbol??? Claro, no en ese ambiente... conmigo desnuda delante de ellos, también en bolas. La música, el aroma del incienso, las copas, todo ayudaba… G. sólo iba a estar esa noche, no había tiempo que perder. Me senté sobre él y recorrí con mi lengua su cuello y sus orejas, mientras estimulaba su pene frotando mi sexo contra él.

A nuestro lado L. me acariciaba y me incitaba a portarme mal, ¡con lo buena que yo suelo ser! Me giré y besé su boca, nuestras lenguas se entrecruzaron intercambiando pasiones. Las manos de G. amasaban mis pechos y los adaptaban a su boca, que los devoraba con lujuria. Deslizó sus manos a mi espalda, me abrazó, acarició y recorrió infinitas veces, provocándome escalofríos a su paso. Luego, por un momento las caricias con que me estaban obsequiando se interrumpieron y maniobraron bajo mi pubis.

Con las dos manos alzó mi pelvis y dejó que me sentara de nuevo, aunque esta vez su erguida polla ya me esperaba, convenientemente protegida. Me la introdujo de un tirón, hasta el final, y yo empecé a moverme. Primero arriba y abajo, percibiendo toda su longitud. Luego cambié la dirección y mis caderas trazaron círculos sin soltar su presa. El vaivén de mi cuerpo hacia delante y hacia atrás le puso a mil, a dos mil… sentía su polla a punto de estallar. Aún no, es demasiado pronto, espera. Ralenticé mis movimientos.
L., que había permanecido a nuestro lado hasta ese momento sin dejar de besarme y acariciarme, colaborando incluso en mis movimientos, aprovechó mi pequeña tregua y se puso de pie, inclinado hacia mí. Comprobó con sus dedos que mi culito aún estaba bastante lubricado, lo besó y recorrió con su lengua, llegando incluso a introducir la puntita y luego se incorporó. Se quedó allí de pie, a mis espaldas. Puso sus manos en mis caderas y en uno de mis movimientos hacia atrás, introdujo su polla en mi culito, ya que mi sexo estaba ocupado.

Los dos se quedaron quietos, dejando que fuese yo quien me movía. Lo hice despacio, como la ocasión requería, sintiendo ambas pollas en mi interior, con cuidado para mantenerlas ahí, que no se salieran. Cuatro manos se repartían mi cuerpo, unas por delante y otras por detrás, dos bocas me besaban y mordían, con cuidado, con deseo contenido. Cálidos alientos llenos de pasión en mi cuello, en mis hombros que aumentaban mi excitación hasta límites insospechados. Mi ritmo se incrementó, tanto que pronto me sentí fatigada, no es fácil mantener el ritmo en esa situación. Me cogieron el relevo, L. empezó a moverse generando así un movimiento en todo mi cuerpo que repercutía directamente en G. Los tres, conectados. Ufff!!!

Cuando sentí que no podía más, me incorporé y me senté en medio de los dos, tomando sus pollas cada una con una mano. Estaba tan caliente, tenía tantas ganas de que se corrieran para mí, de recibir sus fluidos, que las masturbé con ganas, con muchas ganas… Primero se corrió G., luego L. Los dos sobre mí. Los dos para mí. En pocas sacudidas mi pecho de nuevo estaba lleno de leche y dos pollas pintaban con ella obras de arte en tan improvisado lienzo.

Era ya un poco tarde. Y al día siguiente se madrugaba. Quizás había que irse a dormir. Claro que en ciertas situaciones uno piensa en todo menos en dormir. Con lo difícil es dormir en estado de excitación. Y eso nos pasaba a nosotros. Que aunque ya nos habíamos descargado de gran parte de la excitación, parecía que se regeneraba, ¡aún había más! ¡Y dicen de las mujeres multiorgásmicas! Eso no va con ser hombre o mujer, la capacidad del ser humano para excitarse me parece enorme, la verdad. Llevábamos horas follando y… aún quedaban ganas de más… Pero no, el sentido común se impuso y nos fuimos a dormir. L. y yo a nuestra cama, G. se quedó en el sofá.

Desperté temprano. Como me suele suceder en estos casos, con esa mezcla de sentimientos que me acompaña las mañanas siguientes a nuestros encuentros con otros. La sensación de no saber si pasó en realidad o tuve otro sueño muy vívido. Inmediatamente el cuerpo me recuerda que fue real, lo que ocurrió y el disfrute. Entonces, antes de estar completamente despierta, aparece el “¿qué he hecho?”, esa pizca de culpabilidad por si “esto será normal”, generada por el cansancio y la somnolencia, y que inmediatamente es barrida por el “y si no es normal, me da igual, lo pasé genial”. Porque no pierdo de vista que mi vida sexual muy normal no será, al menos no se parece a la de mis amigas… claro que… ¡ellas se lo pierden!

Deslicé la mano bajo la sábana, mi sexo aún caliente y mi culito algo dolorido me terminaron de convencer de que esta vez también había sido un encuentro real, no un sueño. Y si había sido real, G. todavía estaba en casa, en el salón, en el sofá. Y tampoco había sido un sueño la última sugerencia de L. antes de quedarnos dormidos por la noche “nos darás un dulce despertar, ¿verdad?” Antes de ponerme de pie, besé a L., en un susurro le di los buenos días y tras unos segundos para que él también realizara su transición del sueño a la realidad, le sonreí, le besé de nuevo, esta vez con pasión, y le pregunté “¿quieres verlo?”

Me levanté y me siguió en silencio. La casa estaba a oscuras. Entré en el salón y, por la respiración calmada de G., supe que aún dormía. Con una mano apoyada en el sofá, me senté junto a él, levanté un poco la manta que le cubría y recorrí su cuerpo con la otra mano. Casi al tiempo que abría los ojos y ronroneaba de placer, su miembro reaccionó también a mis caricias. Buscó mi cuerpo con sus manos, lo encontró bajo el pijama, que casi me arrancó. Al inclinarme a recibir con la boca su pene, la silueta de L. se atisbó en la puerta. Deseé que él también estuviera al menos tocándose. Sabía que no se iba a acercar pero… quería compartir con él el momento.

Mi cuerpo encima del suyo. Nuestras bocas recorriéndolos. La excitación flotando en el aire. Besos, caricias… su lengua en mi clítoris, la mía en su glande, nuestros sexos ardiendo, empapados de excitación, manos volando por la espalda, por los hombros, en silencio, apenas un gemido. En la oscuridad, aún no ha amanecido. En un ratito entrará la rutina pero ahora… mmm…. G. bajo mi, L. en el umbral de la puerta. Yo en los dos sitios. Me gusta tanto que me veas… me muevo, para él, para ti, mi respiración se agita más aún, mi piel se eriza, el calor me abrasa… apenas puedo contener la excitación, siento que a G. también le pasa…. Y de pronto, ufffff, llega el orgasmo, sin tratar de contenerlo, con toda su fuerza, su pasión…. Caigo sobre él empadada, en sudor y en su esencia. Él está igual, ríe, me acaricia, me besa las piernas…

L. me hace un gesto. Sí, todo bien. Se va. A ver si duerme un poquito más. Nos deja solos. Cansados, diría que agotados. Nos espera un largo día y no hemos dormido mucho. Luego me confiesa que incluso en sueños hemos seguido follando… mmmm… Definitivamente, poco se ha dormido. Pero ha merecido la pena. Salimos a la ducha. Nos metemos juntos. Se ha hecho un poco tarde, hay que ponerse en marcha… y poner a toda la familia… si no… ay si no…

Comentarios

  1. hummm te has hecho de rogar jejeje ya tenia ganas de leer otro vivencia tuya, me ha encantado tu relato de historias para no dormir ,pero no es de miedo jejeje, si no super morbosa y que envidia de G, he leido el relato imaginandome que era G sobre todo la parte del despertar, y vamos no puedes imaginarte como me he puesto (o sí jeje) bueno que me ha encantado tu experincia, muchas gracias por compartirla con todos tus seguidores y ya estoy esperando la proxima.

    P.D.: Lo primero que hago al llegar a trabajar el conectar el ordenador y mirar si tienes algun relato. Bssss de un fiel seguidor.

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