Ante todo, el glamour

Por fin llegó el día. Aunque lo habíamos hablado alguna vez, yo aún no había ido nunca sola al pub. Pero todo llega en esta vida, y esto no iba a ser menos. Ese jueves decidimos ir por separado, y quedamos directamente allí. L. me avisó que llegaría un poco más tarde, pero "que no hacía falta que le esperara" añadió pícaro. Reconozco que iba bastante nerviosa por la novedad de la situación. Y es que, aunque pudiera dar otra impresión, la verdad es que soy muy tímida, ¡palabra de honor!


El caso es que me encaminé hacia el local, siguiendo instrucciones. Llegué, entré, y, superando el nerviosismo, me acomodé en la barra, cerveza en mano. A mi derecha un hombre solo, a mi izquierda un grupito de dos o tres chicas y un chico charlando, algo más allá otro chico solo... "¿quieres sentarte?" una voz cercana interrumpió mis pensamientos. Me giré, era el hombre que estaba sentado a mi derecha. Se lo agradecí pero preferí quedarme de pie (¿quizás por si tenía que salir corriendo?)


Me hizo algún comentario, no recuerdo muy bien acerca de qué y entonces, por el rabillo del ojo, vi que el chico que charlaba con sus amigas estiraba el cuello por encima de ellas y me miraba con interés. Volví la cabeza y al fijarme en él me resultó familiar, le conocía, seguro. Nuestras miradas se encontraron y sonriendo me preguntó "¿eres la chica de las medias de rejilla, no?" Entonces caí, evidentemente, no era un seguidor del blog, al menos no únicamente, también era uno de los protagonistas de aquel encuentro. Nos saludamos y no quise interrumpir su animada charla así que volví junto a mi copa, y junto al hombre de mi derecha, que inició una agradable charla.


Alto, grande, muy simpático, respetuoso y agradable, esa fue mi primera impresión de mi interlocutor, que resultó ser F., un veterano del ambiente liberal. Me contó que estaba en Madrid de paso, que aunque era de aquí ahora residía en otra ciudad pero que, cuando su trabajo se lo permitía, hacía una escapadita, como estos días. Charlamos un buen rato, nos reímos mucho y consiguió que mi nerviosismo casi desapareciera. Cuando acabé mi cerveza, decidí ir al jacuzzi, nos despedimos, pedí toalla y taquilla, me desnudé y me metí al agua.


Pronto apareció un chico que se sentó a mi lado y empezó a meterme mano. Jugamos un poquito y nos fuimos a la sauna, donde tras una buena sesión de caricias, y con ayuda del calor y el sudor que humedecía nuestros cuerpos, le pedí que se pusiera de pie delante de mí mientras yo seguía sentada en el banco de la sauna. Tomé su polla con una mano y con la otra me acaricié los pechos, sintiendo como su miembro crecía con mis maniobras. Su mano se acercó a mi sexo pero no se lo puse fácil, quería que se corriese para mí, no conmigo. Sin mover los pies, deslicé el culo hasta quedar en cuclillas en el banco bajo de la sauna, con su pene a la altura de mis tetas, y moviéndome sensualmente seguí masturbándole hasta que sentí su leche cayendo por mi cuerpo.


Salí de la sauna y tras ducharme me fui de nuevo a la barra, lo admito, en busca de la grata compañía de F., pero ya no estaba. Pedí otra cerveza y justo cuando me la traían apareció L., quien al verme desnuda, con la toalla a la cintura, y el pelo húmedo, sonrió encantado. Me cogió por la cintura, me atrajo hacia su cuerpo y me besó voluptuosamente preguntándome si lo estaba pasando bien.


Nos sentamos, puse a L. al tanto de mis últimas andanzas y como a él no le apetecía el jacuzzi, optamos por ir a la pista oscura. Allí L. se puso a acariciarme, me quitó la toalla y me recorrió a besos, lamió, chupó, mordisqueó mis pechos y mi cuerpo empezó a reaccionar... A través de la ropa sentía su excitación, su deseo, su urgencia. Me acercó al taburete y cogiéndome por las nalgas me sentó, sin dejar de besarme, colocó mis manos por encima de mi cabeza y me hizo aferrarme a los barrotes de las rejas, "no te muevas" me susurró al oído. Y sus labios bajaron por mi cuello, exploraron mi pecho, recorrieron mi tripa y llegaron a mi sexo. Me estremecí al sentir su aliento en él.


Dulcemente me abrió las piernas, sumergiéndose en mi coñito que ya le esperaba ansioso. Su boca  jugueteó conmigo provocándome tal placer que perdí el contacto con la realidad, porque le sentía ahí abajo, pero también podía notar sus caricias en mis brazos, por encima de mi cabeza, en mi cuello... ¿cómo podía hacerlo? Evidentemente, porque no todas las caricias que yo disfrutaba eran suyas, había alguien más. Otro chico se nos había unido en la oscuridad. Le hice una señal a L. y me incorporé, lo que L. aprovechó para ponerme entre los dos. Me dejé llevar por sus besos, sus caricias, tomé sus pollas y jugamos hasta que los tres estábamos tan excitados que cuando propuse trasladarnos a la cama grande, tardamos segundos en llegar.


Al entrar vimos que había allí una pareja. Ella estaba tumbada boca arriba y gemía suavemente disfrutando de la boca de su compañero en su sexo. Al principio apenas me fijé en ellos, pero me tumbé al lado de ella de forma que  ambas prácticamente nos rozábamos. Entonces su chico se recolocó y llevó una mano a mi teta, sin dejar lo que estaba haciendo. Levanté los ojos y le miré: era F. Y a juzgar por las reacciones de ella, esa boca que tanto me había agradado con su charla tenía otras muchas habilidades que yo aún no había descubierto… me excité viendo cómo le practicaba sexo oral a la chica, viéndola disfrutar, haciendo un poquito mío su placer.


Seguimos un poco en las mismas posiciones, pero había poco espacio para los cinco y L. me pidió que nos cambiáramos de lado. Al hacerlo, nos recolocamos los cinco, ocupando gran parte de la enorme cama. No sé cómo yo acabé más o menos en el centro, de rodillas, mis dos chicos ante mí, la otra chica a mi lado y F. a mi espalda, con lo que tanto la otra chica como yo quedábamos a su alcance. Entonces apareció el chico que me había reconocido en la barra, A., saludó y se sentó junto a nosotros, acariciándome suavemente.


Tomé una polla con cada mano y me incliné hacia delante, dejando mi culo expuesto ante F. quien, ni corto ni perezoso, metió la cabeza debajo de mí. Tenía yo razón, mmmm, su lengua exploró mi sexo con gran pericia al tiempo que la mía recorría los dos penes, primero uno, luego otro, los dos... erectos en mis manos, en mi boca... Hasta que uno de ellos estalló inundándome de leche. Cuando el chico salió a limpiarse, L. ocupó su lugar y A. se situó donde había estado L. Me incliné hacia delante como pude, pues aún tenía a F. entre mis piernas,  y comencé a jugar con las dos pollas en mi boca.


Vi cómo L. acariciaba a la otra chica y ella le devolvía las caricias. Se besaron. Mmm, la chica tenía un cuerpo muy bonito, muy deseable, extendió la mano y me rozó un pecho. Mi pezón respondió endureciéndose y ella, sonriente, acercó su cabeza a la mía, "mira, vamos a volverles locos" dijo. Efectivamente, tan pronto como nosotras empezamos a jugar, nuestros tres partenaires se quedaron embobados mirando cómo nos besábamos, acariciábamos y retozábamos. Su boca era sensual y jugosa, su piel suave y cálida, sus pechos sabrosos. Jugueteé con mi lengua en sus pezones, sentí cómo se erizaba su piel al contacto con la mía. ¡Es tan diferente el juego con otra chica! Entre el sabor de sus pechos en mi boca, los miembros erectos en mis manos y la lengua de F. en mi sexo me inundó tal sensación de placer que irremediablemente, entre gemidos y jadeos, me estremecí y entre sacudidas, me corrí en la boca de F. ¡Uffff!


Tan pronto me recuperé del orgasmo, como aún tenía las dos pollas ante mí, me dediqué en pleno a ellas, sin cambiar de postura, arrodillada e inclinada hacia delante. Entonces F. se levantó y al ir a alcanzar su copa, junto a nosotros, se apoyó un poco en mi, con lo que yo casi perdí el equilibrio. Nos pidió disculpas por “haber roto el glamour de la situación” con su interrupción. Todos nos reímos y le aseguramos que no nos había interrumpido. Incorporándome le susurré al oído las ganas que tenía de que me follara, con glamour o sin él, y situándose de rodillas detrás de mí, se puso un preservativo y se dispuso a satisfacer mi deseo. Y lo consiguió, me estuvo follando un buen rato, así que yo tenía tres pollas para mi, dos en mis manos y mi boca y una más en mi coño. Cuando F. se corrió en mi coño, me metí las dos pollas en la boca todo lo que pude, con lo que mi placer se multiplicó… ufff, ¡vaya corrida!


No sé muy bien cómo pero de pronto alguien me tumbó cuidadosamente y me encontré con la cabeza de A. entre las piernas, y L. y F. cada uno ocupándose de una de mis tetas. Pensé que mi coñito, hipersensible en aquel momento tras el orgasmo, no iba a reaccionar a las caricias de A. pero ¡nada más lejos de la realidad! La verdad es que sus lametones y mordisquitos despertaron de nuevo a la bestia y otra vez me ví invadida de aquella sensación tan gozosa. Confieso que una de las cosas que más me excita es el sexo oral en su más amplia expresión, o sea, que me coman al mismo tiempo el coño y las tetas… justo lo que estaba ocurriendo en aquel momento. Alcé la cabeza y ví que la otra chica me miraba con lujuria, en aquel momento aunque nadie la estaba tocando creo que estaba disfrutando de lo lindo. De todas formas, como ya he comentado, F.  era un veterano del ambiente, de lo más respetuoso, y en cuanto se dio cuenta de que la chica no estaba siendo convenientemente atendida, giró su postura y metió la cabeza entre sus piernas para solucionar el problema.


Ella gemía como una loca a escasos centímetros de mi cabeza. Estábamos tan cerca que yo podía sentir cómo F. exploraba con su lengua sus más íntimos recovecos al tiempo que a mi me seguían comiendo por arriba y por abajo. Subí el brazo y alcancé un pecho de la chica, empecé a masajearlo y a pellizcar suavemente su pezón. Había tanto morbo en la situación, tanto placer compartido, que creí que me iba a correr otra vez en ese mismo instante. Pero tuve que esperar un poquito porque A. decidió dar por finalizada la comida y ponerse un condón. Me encantó la idea. Permaneció arrodillado entre mis piernas y vi cómo su miembro erecto, decidido y poderoso, se acercaba a mí. No tuvo ningún obstáculo, yo estaba deseando recibirle en mi interior así que, de la primera embestida, me penetró hasta el fondo, haciendo que mi cuerpo se arquease al tiempo que de mi garganta salía un gemido. Aunque parezca imposible, la segunda embestida la sentí aún más dentro, ya que A. sujetándome las piernas, me las alzó, apoyándolas en sus hombros.


Siguió follándome, con acometidas cortas y fuertes, haciendo chocar su cuerpo contra el mío. La mezcla de ese sonido con el de mis gemidos y los jadeos de todos los allí presentes tuvo su efecto y pronto tuve el inmenso placer de recibir dos corridas en mi cuerpo: la de A. dentro de mí y la de L. que derramó todo su néctar sobre mis pechos. Tras confirmar que todos nos habíamos quedado satisfechos e intercambiar algunas bromas y risas, nos levantamos. Entonces me fijé en una chica adorable, con una máscara puesta, a la que ya habíamos visto en más ocasiones por el local y cuya presencia me excita cada día más. Nos miraba junto a la puerta de la sala y se acercó al ver que habíamos terminado, reclamando cariñosamente la presencia de A. Aprovechamos para salir a tomar una cerveza, nos la habíamos ganado, jeje.


Nos sentamos en una de las mesitas, F. pidió permiso para unirse a L. y a mi y continuamos charlando. Como ya me había ocurrido al principio de la mañana, su charla me cautivó y pronto me encontré deseando que volviera a tocarme, a besarme, a devorarme. Aunque por su físico no es uno de los tipos en que habitualmente suelo fijarme, había algo en él que me resultaba sumamente atractivo y L. pareció notarlo. Por ese motivo, una vez repuestas nuestras fuerzas, sugirió ir a la sala de la cama redonda. De nuevo F. preguntó educadamente si preferíamos ir solos. Con mi mejor sonrisa le pedí que nos acompañara.


Cuando llegamos me tumbé en el centro de la cama y contemplé mi reflejo en el espejo del techo. No soy muy amiga de espejos pero ese me encanta, y ver en él cómo L. se disponía a hacerme una comidita… mmmm…. Al poco de empezar, F. se sentó junto a mí y jugueteó con mis pezones, pellizcándolos suavemente. Tomé su pene y lo introduje en mi boca, lamiéndolo en toda su longitud. Respondió inmediatamente y, tras golpear su punta despacito con la lengua unas cuantas veces, empecé a succionarlo con fruición. La mamada debía de gustarle a F., o esa sensación me dio. Así que le pregunté si quería follarme. Mientras se ponía la gomita, me puse a cuatro patas y continué con mis trabajos bucales, pero esta vez con el miembro de L., que estaba de nuevo a punto de reventar.


F. se puso detrás de mí y me la metió, despacio, poco a poco, disfrutando de cada centímetro. Luego sus caderas se sintonizaron con las mías y con el movimiento de mi cabeza entre las manos de L., con su polla entre mis labios. Poco a poco sus embestidas fueron aumentando el ritmo, una mano me dio azotitos en el culo, lo que me puso a mil, y de pronto sentí un dedo que acariciaba la entrada de mi culo, presionando ligeramente y moviéndose en círculos. No sabía de quién era, tampoco me importaba. Después de toda la mañana me sentía ya cansada, y suponía que ellos también. Pero parece que aún queríamos más. Sin dejar de chupar, oí cómo L. le proponía follarme el culo, también oí cómo F. aceptaba, aunque me pareció que no estaba demasiado seguro, la verdad.


Quizás L. pensó lo mismo, o tal vez fue por otro motivo. El caso es que justo en ese momento, L. se retiró de mi boca y F. le cedió su lugar por unos momentos. Al principio, L. me agarró por las caderas, estimuló mi culito con el dedo, que cada vez entraba con mayor facilidad y, cuando consideró que ya estaba listo, puso su polla en mi agujerito y lentamente, fue ejerciendo presión. Su miembro, tieso y duro, me perforó, haciéndome gritar de placer. Entonces me sacó la polla y volvió a ceder el sitio a F. que puso su verga en mi culo, mi piel se erizó en espera de lo que iba a suceder. Y lo que sucedió fue que la polla de F. se abrió camino en mi culito, despacio, con cuidado, sus manos abrazaban mis caderas protectoramente, su respiración en mi espalda me hacía vibrar, sus movimientos, acompasados, hacían que la polla de L. entrara y saliera en mi boca. F. se movió más rápido, y más, y más… hasta que en una de sus embestidas ya no pude resistir más y… caí sobre la cama, con F. y L. encima, los tres satisfechos, y muertos de risa, mientras F. gritaba “¡¡¡acabamos de perder todo el glamour!!!” Una mañana genial, de lo más divertida. Gracias, chicos, repetiremos, F., seguro.

Comentarios

  1. Me encantan tus experiecias y como lo relatas, me pones a cien imaginandome como a sido.
    Felicidades por tener esa vida sexual y compartirla con todos tus seguidores.
    Bsssssssssssssssssssssssss

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  2. Mmmmmmmm, buenisimo Nina, como todos tus relatos, no se que adjetivo poner que no suene a peloteo. .... asi que solo decirte que eres genial.

    Trueno.

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  3. Bueno, chicos, sólo puedo decir que seguramente mi vida sexual es tan divertida porque la comparto con gente muy divertida ;-) Besos indecentes.

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