Con medias y a lo loco

Esa mañana sabía dónde íbamos. Me puse las medias negras de rejilla, las que compramos en nuestra última visita al sex-shop, que van abiertas por delante y por detrás. Me apetecía estrenarlas. ¡Y vaya si las estrené!

No sé si voy a saber relatar esta vez lo que pasó, reconozco que perdí la noción del tiempo, del espacio, diría que de la realidad pero no. Sé lo que estaba ocurriendo, soy perfectamente consciente de cómo la temperatura fue subiendo, de cómo la cama redonda poco a poco se convirtió en un punto atractor donde acabamos acudiendo casi todos los presentes en el local, donde llegó un momento en que, casi a oscuras, con el sonido de nuestros gemidos, jadeos y gritos los brazos, las piernas, los sexos se mezclaron, se confundieron hasta hacer difícil saber a quién tocabas, quien te comía… sólo placer, sólo disfrute, y esa orgía en la que nos vimos envueltos L. y yo.

Pero empiezo por el principio. Al entrar en el pub ya vimos que reinaba un buen ambiente. Por encima de la música se oían unos gemidos femeninos; más que gemidos, gritos, alaridos de placer. Provenían del fondo, del reservado que hay junto al jacuzzi pequeño, ese que todavía no he probado, jejeje. Me asomé a ver qué pasaba pero no pude verlo, tres o cuatro chicos en toalla contemplaban la escena mientras se acariciaban y, la verdad, preferí no interrumpir.

Estuvimos un rato rondando por el local, explorando, juntos y por separado, aunque reconozco que me agobia un poco cuando me muevo yo sola y ese sola significa perseguida por uno o varios tíos, así que finalmente me senté con mi cerveza y pronto tuve compañía agradable con que charlar. Un chico alto, con muy buen cuerpo, que enseguida atrajo mi atención. Por supuesto sé que allí todos vamos a lo que vamos pero se agradece el tacto, el crear buen rollo, esa especie de “conquista no romántica”, el juego que va calentando la mente al mismo tiempo que el cuerpo.

Tras un ratito apareció L. y me sugirió ir a la pista oscura. Accedí suponiendo que el chico alto también vendría. Y así fue. Él y otros dos o tres más. Le pedí a L. que me ayudara a poner límite antes de agobiarme y pronto estuve de pie, entre las piernas de L., que me subió la falda y me besó mientras me acariciaba las nalgas. Tres chicos más me rodeaban y tocaban suavemente. Me aseguré de que uno de ellos era el que estaba sentado conmigo. “Vámonos a la cama grande”, dijo L. y hacia allá salimos los cinco. Alguien más pretendió unirse pero ya me parecieron demasiados para mí sola.

Al llegar a la enorme cama, me quité la camiseta y la falda, quedándome sólo con las medias y las botas. Y me tumbé boca arriba. El chico alto se arrodilló entre mis piernas y pronto su lengua me mostró su gran habilidad. Los otros chicos, a mis costados, me comían las tetas mientras mis manos les masturbaban. Por último, L. se situó junto a mi cabeza, poniendo su polla al alcance de mi boca. Mmmm… tantas bocas en acción me excitaban muchísimo, y pronto sucedió lo que tenía que suceder, mi sexo se puso duro y caliente, muy caliente, hasta estallar de placer sin que mi amigo dejara de chuparlo. Creo que grité de gusto, aunque no fui la única en llegar a ese punto. Justo en ese momento sentí algo caliente resbalar por mi pierna y por su expresión, supe que el chico de mi derecha era el responsable. Cuando se levantó para limpiarse, L. ocupó su lugar y girándome un poco tomé la verga del chico de las gafas entre mis labios y me puse a comérsela.

Unos minutos después de correrme y cuando aún no me había recuperado del todo, el chico alto empezó a jugar con sus dedos acariciándome la vulva, los labios y el clítoris. Como yo estaba totalmente empapada, no tuvo ninguna dificultad en meterme un dedito, o quizás dos, y mientras los movía hacia dentro y hacia afuera, siguió dándome lametazos en el clítoris, lo tomaba suavemente succionando con sus labios, mordisqueándolo… No es muy frecuente en mí pero ese día ocurrió. Sentí que el calor de nuevo me invadía, bajé mi mano hasta la suya y despacio le obligué a sacar los dedos de mi coñito y al hacerlo llevé la pelvis hacia su boca, sintiendo cómo abarcaba todo mi sexo y… me corrí otra vez, inevitablemente.

Entonces cambiamos de postura y le pedí al chico alto que me follara mientras yo se la seguía comiendo al de gafitas. Pero justo cuando me la iba a meter L. le dijo que se pusiera protección y… ¡no llevaba! “¿pero cómo puedes venir a un sitio así sin condones? Ayyyy”. En eso soy inflexible, la única polla que me folla sin gorrito es la de L. que a su vez a la única que se folla a pelo es a mí. Y con eso no hacemos excepciones. Así que cambiamos de planes. En un momentito me había girado y le estaba preguntando al otro chico si él tenía condones. Mientras me respondía, ya estaba corriendo por el pasillo para ir a buscarlos a la taquilla, o a la máquina, o a la farmacia, no sé, jajaja. El caso es que en breves instantes apareció con uno en la mano.

Se lo puso en su grande y enhiesto pene y en lo que yo agachaba la cabeza para coger con mi boca la polla del chico alto, ya me la había metido. Por supuesto, entró casi sola, mi nivel de lubricación en ese momento, tras correrme dos veces en la boca del alto, era tremendo. Se empezó a mover con fuerza, luego más tranquilo pero sin parar, mientras un dedito – en su momento pensé que de L., luego descubrí que era del propio chico – se introducía en mi culito, con gran placer para mí. Sujetando mi cadera con la otra mano mientras yo gemía entrecortada, porque tenía una polla en la boca, sentí sus piernas cómo se tensaban y tras unos empujones más se corrió dentro de mí. Unos minutos después el chico alto estallaba echándome toda su leche por las tetas. Me senté sobre L. que contemplaba la escena tumbado a nuestro lado y comencé a cabalgar sobre él, con su polla clavada en mi. Moviendo mis caderas con ritmo le puse sus manos en mis tetas, que empezó a magrearme. Su polla me llegaba tan dentro y estaba tan dura que le pedí que se corriera pero para mi sorpresa me respondió que no, que todavía no, y sonriendo me levantó, incorporándose también él. Hacía mucho calor así que me limpié un poco, me vestí y salimos a beber algo.

Sentada con mi cerveza se me acercaron un par de chicos para invitarme a unirme a ellos y sus parejas, pero necesitaba descansar un poco. Desde mi sitio veía otra pareja en la barra, él sentado en el taburete, ella sobre la parte baja de la barra, desnuda de cintura para abajo, su bonito culo frente a mí. En ese momento él bajó las manos hasta sus nalgas y empezó a darle un buen masaje mientras se morreaban. Me quedé un rato disfrutando del espectáculo hasta que se levantaron y les perdí de vista. Fui al baño a refrescarme, me pensé si darme un bañito en el jacuzzi pero me dio pereza… Cuando, transcurrido un rato, volví a sentarme me pareció que había menos gente en el local. ¡Qué raro! Normalmente es al revés, a medida que transcurre la mañana, la sala se anima. Pronto me di cuenta, había menos gente en la barra, en las mesas, debían de estar por las habitaciones… Junto con L. me fui a la sala de la cama redonda. ¡Misterio resuelto!

Desde la puerta, una chica rubia miraba sonriendo hacia dentro. Por su expresión, parecía que le gustaba lo que veía. Así que me acerqué y me puse a su lado. Dentro, tres parejas follaban, por separado, cada una a lo suyo, mientras varios chicos, al menos otros tres o cuatro, rodeaban la cama y contemplaban el espectáculo. Todos estaban desnudos, alguno de los chicos aún llevaba la toalla a la cintura convenientemente abierta por delante. L. me empujó suavemente por un hombro llevándome hacia una esquina de la habitación. Me acercó hasta el borde de la cama y pronto uno de los chicos alargó su mano y recolocó su postura para, sin dejar de disfrutar con su chica, tocarme a mí al mismo tiempo. Me invitó a unirme y L. me ayudó a quitarme la camiseta mientras me subía a gatas sobre la cama con la falda enroscada en la cintura y dejando mi retaguardia expuesta, eso sí, con las medias… mmm…

Y aquí es donde me pierdo. Me gusta relatar mis encuentros con detalles, intentar transmitir las sensaciones tal como surgieron pero hoy me es difícil.

Reconocí en el chico que me invitaba a unirme al que masajeaba a su chica elculo en la barra, otro era el que me había pedido que fuera con los dos al jacuzzi pequeño, el otro… no sé, creo que estaba el chico alto, el de gafas… sólo estoy segura de que cuando las manos empezaron a acariciarme me dejé llevar, me concentré en sentirlas por toda mi piel, en mis piernas, en mi espalda, en mis pechos… una boca se acercó a mi cuello y jadeó junto a mi oreja, otra fue bajando por mi columna vertebral provocándome escalofríos… Me incliné hacia delante y alcancé un pezón de la chica morena, que se estremeció al contacto de mi lengua. Sus pechos eran pequeños pero muy, muy apetitosos, deslicé mi mano hacia su coño y acaricié su clítoris. Otra mano que también me pareció femenina apareció por debajo de mí y jugueteó con mis pezones, duros como piedras en ese momento.

El chico de la otra pareja dio la vuelta a su chica y la colocó tumbada boca abajo. Su boca me buscó y mientras me besaba notaba cómo entraba y salía de su chica, que gemía de placer bajo nosotros. Yo, aún de rodillas, creo, seguía acariciando a la chica morena, trazando círculos en su clítoris mientras ella se retorcía y mamaba la polla de su acompañante. Detrás de mí, L. me sujetó las caderas, me inclinó un poco hacia delante y me introdujo la polla, de un tirón, mientras su dedo jugaba en mi culito. En esta postura yo ya no alcanzaba al chico que me había besado así que apoyé la mano libre en la cama y justo al lado me encontré un generoso pecho de una rubia, la que a su vez jugaba un momento antes con mis pezones…Uff, ¡qué lío tan placentero! Todos con todas, todas con todos, todas con todas… ¡qué sé yo! Ahí había placer para dar y tomar, muchos participando, otros como meros espectadores, pero todos disfrutando.

El chico de la morena se puso ahora tras ella, la colocó a cuatro patas y empezó a follársela como un animal, a fuertes embestidas, sujetando sus caderas y moviéndola en cada empujón hacia él, chocando sus cuerpos con fuerza. Ella gemía, se retorcía y pedía más. Yo, a su lado, acariciaba su espalda, sus pechos, la acariciaba, besaba y mordisqueaba, sintiendo la tensión de sus músculos, su tremenda excitación. Y entonces él me cogió una mano y la llevó hasta las nalgas de la chica, acariciándola conmigo. Me tomó un dedito y, sin dejar de follarla, suavemente, lo introdujo en el culito de ella que gritó de placer. ¡Qué gustoooo! ¡Qué borrachera de lujuria! La rubia a mi izquierda, la morena a mi derecha, sus chicos follándolas y L. follándome a mí, los tíos pajeándose a nuestro alrededor… dar placer y recibir placer, sin más.

Salí de la habitación tambaleándome, me temblaban las piernas de la excitación. Busqué mi cerveza y me bebí lo que quedaba de un trago. Estaba caliente, me dio igual, yo también… Aún tuvimos algún encuentro más esa mañana, pero me ha quedado el relato muy largo así que esa parte me la guardo para otro día ¡Vaya mañana! ¡Caray con las medias del sex-shop, el dependiente no me contó lo que llevaban en el lote! ¡Mañana me las pongo otra vez, a ver qué pasa!
 

Comentarios

  1. jejeje que casualidad, yo leyendo tus vivencias y sin saber quien eras y ahora me veo reflejado en una de ellas soy "Carpanta" y muchas gracias por tus piropos tú estabas espectacular con tus medias estabas muy sexy.
    Espero veros pronto soy una pareja muy enrollada y sobre todo tu muy muy sexy y morbosa.

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  2. Hombre, Carpanta... el hombre que se lo come todo, todo, todo... y muy bien, por cierto ;-) Gracias por tus piropos y espero que hayas hecho la digestión, guapo... mmmmm
    Besos indecentes.
    Nina

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