Amortizando, que es gerundio

Desde que conocimos el ambiente liberal, L. Y yo hemos coincidido en que lo mejor no son solo los encuentros con otras personas, sino lo que dan de sí. Si son planificados, la excitación comienza mucho antes de encontrarnos, empezamos a fantasear con lo que puede pasar, lo que nos gustaría que ocurriese, etc. Luego la verdad es que nos dejamos llevar y ya está pero es morboso imaginar situaciones.

Luego por supuesto se disfruta la situación, se vive el momento… y cuando de nuevo estamos solos, hablamos de lo que ha ocurrido, de lo que el otro ha podido percibir y de lo que cada uno hemos sentido, nos lo contamos, compartimos nuestras sensaciones,… y de nuevo el morbo aparece.

Por ejemplo, el otro día, el sábado siguiente a nuestro encuentro con T., L. me tumbó en el sofá y empezó a besarme suavemente los labios, pasó luego a mi cuello, me llenó de besos los hombros y siguió por mis pechos que ya le esperaban erguidos, mi tripa y finalmente mi sexo, lo lamió dulcemente y cuando yo ya estaba anticipando lo que iba a venir a continuación, me susurró… “cuéntame lo que pasó ayer…”.

Con los ojos cerrados, sintiendo su lengua en mi sexo, le empecé a recordar cómo T. me había quitado la ropa, primero la camiseta, luego la falda y finalmente el tanga; cómo había metido su cabeza entre mis tetas y me las había chupado, acariciado, comido… cómo yo me las sujetaba con las manos, pegándolas a su cara, para que él tuviera sus manos libres para recorrer mi espalda, mi culo, agarrar mis nalgas… Seguí contándole a L. lo cachonda que me había puesto ver que él también se despojaba de su ropa y empezaba a acariciarse el miembro…

Seguí relatándole cómo luego fuimos los tres a la cama, me senté sobre T. y empecé a moverme, sintiendo toda su polla frotándose contra mi sexo, cómo T. me agarró por las manos y tras volver a comerme las tetas me pidió que me diera la vuelta, que pusiera mi sexo en su boca… Le hablé de cómo me giré y comenzamos a hacer un 69, al que L. se unió pronto, jugando con mis tetas, con mi culo… cómo había visto luego su polla acercándose a mi boca y cómo, mientras T. me comía yo chupaba de una y otra polla.

Como si L. no lo hubiera visto, le expliqué que pedí a T. que me follara y que él accedió, cambiando de postura. Esta parte debió de gustarle especialmente a L. porque su lengua insistió sobre mi sexo y buscó ese punto en el que él sabe que no puedo aguantar.

Y así, entre la excitación del momento, la lengua de L. en mi clítoris, y la excitación “en diferido” al recordar cómo T. me follaba, como su polla entraba y salía de mi mientras me sujetaba los pies con mis piernas en alto… fue demasiado para mí y pasó lo que tenía que pasar… esa oleada de placer que me invade, esa sacudida, esa sensación de estar a punto de estallar para finalmente… mmm…. correrme en la boca de L., gimiendo, sintiendo su lengua…

Ahora falta que sea él quien me lo cuente mientras yo se la mamo, y así cada situación de morbo nos proporciona placer no una, ni dos, ni siquiera tres veces… sino tantas como queramos, tantas como la recordemos, tantas como la compartamos…

Comentarios

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal