La información al poder

Nos cuesta mucho quedar con V. No sé por qué, aunque vivimos bastante cerca tenemos siempre problemas de sincronización de calendarios así que cuando dijo que el viernes podía y vimos que nosotros también, tuve el presentimiento de que iba a ser una gran velada. Acerté.

Llegó puntual. Y trajo condones de sabores, como le había sugerido un rato antes. Me encantan, no puedo evitarlo. L. salió a abrirle la puerta y yo me quedé tumbada en el sofá. Me había puesto el vestido negro ceñido… y nada más. Me incorporé para saludarle, nos besamos y percibí su olor, que tanto me gusta. Nos pusimos unas copas y los tres charlamos un buen rato, de todo un poco. Entonces me comentó que había leído mi blog, que le gustaba y que ahora sabía más cosas acerca de nosotros. “¿Cuáles?” le pregunté pícara y él sonrió y dijo “Pues por ejemplo, que a L. le gustan las sorpresas”. Me hizo gracia el comentario, L. acababa de salir al baño e intuí que íbamos a sorprenderle. También en esto acerté, V. me besó y con un hábil giro se arrodilló en el suelo ante mí, me tumbó sobre el sofá subiéndome el vestido, abrió mis piernas y, como no había ropa interior que retirar, metió su cabeza entre ellas y empezó a lamerme suavemente el coño. Su lengua recorrió mis labios, por dentro y por fuera, provocando un arqueamiento de todo mi cuerpo. Mientras abría mi vulva suavemente con ambas manos, su lengua se apoyó en mi clítoris y comenzó a chuparlo, como si fuera un caramelo, con pequeños lametones. La sensación era tan placentera que acomodé mi cabeza entre los cojines y me dejé llevar. Podía notar claramente sus manos en mis ingles, su lengua lamiendo mi sexo, su nariz rozando mi clítoris, sus dientes mordisqueándome suavemente...

En pocos minutos me sentía muy excitada, además del calor y la hinchazón de mi coñito sentía su humedad, mis pezones endurecidos que  se marcaban a través del vestido, y esa agradable sensación de calor que me invadía recorriendo todo mi cuerpo. Estábamos en plena faena cuando volvió L. que, a decir verdad, no pareció muy sorprendido sino más bien encantado con la situación. Se sentó a mi lado y bromeó con un “anda que me habéis esperado”, mientras deslizaba una mano por debajo de mi escote. Luego se inclinó sobre mí y me besó sin sacar la mano que ya aprisionaba uno de mis pechos. Su lengua entró en mi boca con fuerza, cálida y apasionada, mientras la lengua de V. se introducía entre mis otros labios, con la misma fuerza. Los dos me recorrían, me lamían, me chupaban y el calor que me salía de dentro se hizo también mucho más fuerte. Sentí un escalofrío que empezaba a recorrer todo mi cuerpo y una palpitación en mi entrepierna, como un latido que anunciaba el orgasmo que estaba a punto de experimentar, mi cuerpo se sacudió entre espasmos, sin que ninguna de las dos bocas que poseían mi cuerpo me liberara y, con una gran sacudida de placer y un gemido… mmmm… me corrí…. Ufff, ¡qué bueno!… permanecí un momento tumbada, con los ojos semicerrados y cuando por fin los abrí, allí estaban los dos causantes de mi goce, mirándome sonrientes.

Aún temblando de gusto, me senté de nuevo, en medio de los dos, todavía con el calentón, y por supuesto, con ganas de más. L. había puesto una peli porno en la tele, y música sugerente, de la que a mí más me pone… así que, sin saber muy bien cómo, de pronto me vi a mi misma sacándole a V. la camiseta y luego los pantalones. Cuando le tuve en calzoncillos, sugerí a L. que también se quitara ropa, pues en mi opinión hacía mucho calor. Por supuesto, lo hizo. Continuamos viendo la peli, tomando nuestras copas charlando animadamente y la conversación derivó de nuevo al tema de mi blog.  Mientras acariciaba la polla de V. por encima del calzoncillo y la sentía crecer en mi mano, le conté a L. como V. había descubierto cosas de nosotros que antes no sabía. “¿Cuáles?” preguntó esta vez L. “pues por ejemplo que a Nina le gusta la postura a cuatro patas, que a mí también me encanta”, respondió con una lujuriosa sonrisa en su rostro mientras echaba la cabeza para atrás.

Me dio la impresión de que tanto V. como L. y sus respectivos penes estarían mucho más cómodos sin calzoncillos, ¡yo no llevaba tampoco ropa interior y estaba la mar de a gusto! No tuve que insistir mucho, la verdad, y un momento después los tres estábamos ya totalmente desnudos. Seguí con mi masaje a V. mientras L. nos miraba y empezaba a acariciarse él también. Se sentó más cerca y me susurró al oído “¿no te apetece comérsela un poquito?, es tu turno…” efectivamente, tras la comida tan rica que me acababa de hacer V. me pareció justo corresponderle con otra y me incliné sobre su polla, metiéndomela en la boca. Mis labios la aprisionaron cerca de la base y entonces lentamente fui subiendo la cabeza deslizándolos hasta la punta. Justo en el último momento de nuevo abrí la boca y realicé el recorrido inverso, notando su gran erección dentro de mi boca. V. permanecía sentado y le miré mientras de nuevo sacaba su pene de mi boca y jugueteaba con la lengua golpeando la punta. Con una mano le tomé los huevos y comencé a acariciárselos y entonces me introduje uno en la boca mientras con la otra mano cogí su polla con firmeza y comenzaba a masturbarle.

V. reclinado en el sofá con la cabeza hacia atrás se dejaba acariciar y emitía pequeños gemidos de placer que a mí me ponían la mar de cachonda. Subí con mi boca por su pecho sin soltar su miembro y lamí sus pezones para luego volver a bajar hasta su polla con la lengua. De nuevo la introduje en la boca, todo lo que pude y empecé  a chupar rítmicamente. Sus manos se deslizaron por mi espalda, bajaron por mis costados y alcanzaron mis tetas, mientras sentía otras manos, las de L. que me sujetaban la cabeza y acompañaban mis movimientos. A estas alturas él también tenía una enorme erección. Me sentía fenomenal, estaba a mil, aquellas dos pollas esa noche eran para mí. Deseé que V. me follara y le pregunté si quería hacerlo ya.

Se levantó y mientras se acercaba a la mesa a coger un condón y se lo ponía, gateé hasta L. y me metí su polla en la boca, después de todo él también tenía derecho a una comidita. Mmmm, me encanta el sabor de L. y estaba tan excitado… Podía verlo, y sentirlo.

V. volvió y me dijo que no sabía si me gustaría el condón, “parece de naranja”, rió.  Me lo metí en la boca y lo chupé tres o cuatro veces más, con fruición, para confirmarlo. Efectivamente, era de naranja… pero ya era hora de probarlo con mis otros labios, que lo esperaban ansiosos. Intuía que V. quería demostrarme cuánto le gustaba la postura a cuatro patas y pregunté a L. si a él también le apetecía hacerlo así. Mientras me respondía, se situó a mi lado pero por delante de mí y se colocó de rodillas. Echó mi cabeza un poco para atrás y de un tirón me metió la polla en la boca mientras V., de pie junto al sofá me penetraba. Los dos empezaron a moverse, acompasadamente, suavemente al principio. Yo no tenía que hacer apenas nada, pues a cada empujón de V. el pene de L. entraba en mi boca y cuando salía, mi movimiento hacia atrás me hacía chocar con los huevos de V. en mi culo.

Los movimientos se hicieron cada vez un poco más rápidos, y yo sentía ambas pollas follarme mientras unas manos, aún no sé de quién, recorrían ahora mis piernas, ahora mi espalda, jugaban con mis tetas, mis pezones, acariciaban todo mi cuerpo y se enredaban en mi pelo, provocándome un enorme placer. Entonces L. me puso un dedito en el culo y lo introdujo un poco, con gran excitación para mí. De nuevo y mientras la polla de V. me follaba cada vez más rápido y una mano me sujetaba la cadera, el dedito se introdujo en mi culo y empezó a moverse de forma parecida. Sentí que iba a correrme de nuevo, estaba muy, muy caliente, muy muy a punto… pero quería aguantar un poco más, aquella sensación era deliciosa, mmmm.

Entonces L. se recostó en el sofá y empezó a masturbarse ante mi cara, al tiempo que V. mantenía su poderoso miembro dentro de mí y lo movía ahora con más lentitud, tratando de proporcionarme el máximo placer y de alargar él también su momento, aguantando antes de eyacular. Siguió moviéndose despacio, metiéndome la polla hasta el fondo y sacándola casi del todo dos o tres veces más, mi empapado y caliente coño disfrutaba y reaccionaba ante el roce y justo entonces sentí de nuevo ese conocido latido en mi clítoris, que crecía hasta convertirse en un espasmo y contrayéndome aprisioné la polla de V. dentro de mi vagina y estallé de nuevo en un gran gozo al tiempo que L. se corría junto a mi cara. Entonces V. emitió un sonido, ronco y fuerte, como su miembro y tras un par de empujones que ya hacían presagiar lo inevitable, lanzó un gran chorro junto con un grito de placer. Ufff, ¡vaya corrida! ¡qué gusto, mmmm, qué sensación!... La verdad que la espera había merecido la pena.

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