Noche con la pelirroja

Esta mañana en el autobús he visto a una pelirroja, y me he acordado de A. Me ha venido a la cabeza la primera vez que fuimos a cenar a su casa. L. me había hablado mucho de ella, se conocían hace tiempo, yo sabía que a él le gustaba y tenía muchas ganas de verla, de pasar una velada agradable los tres. No quería crearme muchas expectativas pero sabía que podían pasar muchas cosas y sentía un cosquilleo en el estómago, incluso más abajo. Nos abrió la puerta sonriente, estaba muy guapa. Llevaba una blusa escotada, falda, medias… me pareció muy sexy, con curvas, muy mujer, y cuando L. nos presentó y se inclinó a besarme sentí su perfume, suave, acaramelado… y noté que estaba tan nerviosa como yo.
Puso música, nos sentamos a tomar un vino en el sofá y empezamos a charlar, hasta que A. sugirió comenzar la cena. Fue muy agradable y divertida, y, quizás por efecto del vino y de la tensión sexual que flotaba en el ambiente, ya cayó alguna broma, alguna insinuación, comentarios con doble sentido… nos fuimos relajando, en fin. Entre risas y bromas volvimos al sofá y A. nos puso una copa. Es curioso, no recuerdo si era verano o invierno, pero de repente me pareció que hacía mucho calor en aquella casa tan acogedora. L. debió de pensar lo mismo porque propuso jugar a las prendas. A. y yo nos reímos, las prendas… ninguna de las dos jugábamos a eso desde niñas seguramente, aunque claro, ahora las reglas habían cambiado. Aceptamos. Había una serie de pruebas que pasar y prendas que pagar, o mejor dicho, que quitarse. En pocas rondas estábamos los tres en ropa interior muertos de risa. A. llevaba un precioso conjunto verde de tanga y sujetador que la hacía muy deseable. Deseé con todas mis fuerzas que perdiera la siguiente y se quitara el sujetador. Quería ver esos grandes pechos libres, sin tela alrededor, disfrutar de ellos, acercarme, tocarlos, acariciarlos, besarlos… pero los deseos no siempre se cumplen y ganó. Me quedé con las ganas pero daba igual,  la noche prometía, y era mi turno. Perdí. Ya estaba en ropa interior y supuse que L. pediría que me quitara algo así que me puse de pie, dispuesta a mostrar mis encantos pero… L. decidió que me veía “un poco estresada” y pidió que me dejara dar un masaje por A., de pie, en medio del salón. Accedí encantada, A. se levantó tímidamente y se me acercó. L. le pidió que se pusiera detrás de mí, ella lo hizo y me puso las manos en los hombros. Era tan suave, mmm, me empezó a acariciar la espalda, los hombros, lentamente, con dulzura, notaba sus dedos, su respiración, me dejé llevar por esa sensación, sus manos recorrieron mis brazos y al hacerlo su pelo me rozó… ese olor… noté cómo me humedecía, mi piel reaccionaba. Fue bajando lentamente y me acarició la parte baja de la espalda, luego se adelantó hasta rozarme la espalda con los pechos y sus brazos pasaron delante de mí, me acariciaron la tripa, jugaron con mi ombligo mientras ella respiraba en mi oreja… era tan deliciosa… subió las manos y las puso en mis pechos, por encima de mi sujetador, y siguió acariciándome mientras yo me derretía, con los ojos cerrados concentrándome en su olor, su tacto, su respiración, su suavidad. L. le hizo una seña y entonces las manos de A. levantaron un poco mi sujetador y sus caricias se hicieron más dulces aún. Podía haberme corrido en ese mismo momento, mmm, pero L. decidió que como masaje ya era bastante y nos pidió sentarnos. Con una mirada de complicidad, nos sentamos juntas en el sofá, con nuestras piernas rozándose, ¡qué piel tan suave!
Bajo los efectos del masaje, que no había sido precisamente relajante, el juego continuó. No recuerdo muy bien las siguientes prendas que pagamos pero unos minutos después a ninguno nos quedaba ropa que quitar, había habido alguna caricia, algún beso... y volví a perder. Mi prenda: devolverle el masaje a A. pero con ella tumbada en el sofá y sin utilizar mis manos.  Me levanté y con las manos a la espalda empecé a besar su cuerpo. Tumbada con los ojos cerrados se dedicó a sentir, a disfrutar, a recibir placer. Besé su cara, su naricilla, las comisuras de sus labios, sus mejillas, pasé la puntita de la lengua por su oreja y sentí cómo se estremecía, volví a sus labios, los recorrí con mi lengua, los entreabrió para recibirme y la besé apasionadamente mientras apoyaba mi pecho en el suyo, por fin notaba esa suavidad, esa piel en la mía, esos pechos. Bajé por el cuello sin retirar el contacto y besé sus hombros, sus brazos, pero no podía evitarlo, sus tetas eran como un imán para mí y no podía retirarme de ellas, las besé como minutos antes había imaginado que haría, con pasión, jugueteé con mi lengua en sus pezones y cuando noté su reacción abrí la boca y abarqué cuanto pude… A. se estremecía y yo notaba cómo mi cuerpo alcanzaba ese punto del placer, tenía la piel tan suave, los pechos tan duros, sus pezones oscuros… pero aún me quedaban más lugares por descubrir y seguí mi viaje por su cuerpo. Me entretuve un poco en su ombligo y continué descendiendo.
No estaba totalmente depilada aunque sí tenía el coñito muy cuidado, el vello cortito… apetecible, la besé de nuevo, en los labios, las ingles, abrió las pierna y vi su cuerpo estremecerse. Seguía con los ojos cerrados así que no vio como L. se acercaba y se ponía junto a su cabeza. Desde ahí me sonrió, se inclinó a besarla y yo lo interpreté como una señal para continuar. Saqué la lengua y recorrí sus labios sintiendo su excitación. Estaba húmeda, mucho, y cuando empecé a jugar con la lengua en su clítoris lo sentí duro, abultado, palpitaba, lo atrapé en mis labios, lo chupé, lo besé, me encantaba sentirlo en mi boca… A. temblaba de placer mientras L. la besaba, la acariciaba… De repente abrió los ojos, se sentó y ordenó sonriente, aunque tajante: “vamos a la habitación”. Era su casa, no podíamos negarnos, así que la seguimos.
Encendió una luz suave, acorde con la música que se oía proveniente del salón. Nos tumbamos las dos en la cama y L. empezó a acariciarnos. Nos besó. Nos acariciamos. Nos besamos. Entonces él se tumbó y nos sentamos una a cada lado. Mientras A. le pegaba las tetas y le besaba, yo bajé hasta su pene, vaya erección tenía! Ufff, lo atrapé con mi boca y comencé a jugar con él, lo que provocó la envidia de A. al parecer, pues se agachó a intentar quitármelo. Como yo no soy nada egoísta, decidí compartirlo con ella ¡faltaba más! Intercambié mi sitio con ella y besé a L. en la boca, mientras le colocaba la mano en mi coño. La otra la llevó él solito hasta el culito de A. que en ese momento se mostraba en pompa a su lado. No sé lo que le haría pero le encantó. Sin sacarse la polla de L. de la boca, A. empezó a gemir y a moverse rítmicamente, con lo que consiguió excitar aún más a L. que acabó por correrse en su boca. Mmmmm, A. se levantó relamiéndose y yo aproveché para tumbarme boca arriba, esperando a ver qué pasaba. Y lo que pasó fue que A. gateó hasta situarse encima de mi, hundió su cabeza entre mis piernas y comenzó a lamerme… yo sentía sus tetas sobre mi, su boca, su lengua dentro de mi… su coño encima de mi, agarré su cintura con ambas manos y la atraje hacia abajo. Mi boca estaba preparada y me hundí en su vello, en sus labios, igual que antes pero mejor aún porque estaba mucho más excitada, porque ya la había probado, había bebido de ella y ella estaba probándome a mi… su lengua se movía en mi clítoris haciendo círculos, daba golpecitos, sus dientes me mordisqueaban y yo quería corresponderle con el mismo placer. Estábamos tan enfrascadas la una en la otra que yo, al menos, no me dí cuenta de cuando L. se puso detrás de ella. De pronto noté sus rodillas junto a mi cabeza, sus manos acariciando el cuerpo de A. sobre mí, cogiendo sus tetas, amasándolas, juntándolas con las mías. Las sentí deslizarse hasta sus nalgas, acariciarlas, luego ya no podía ver más pero A. gimió, su cuerpo se retorcía, sin sacar su cabeza de mis piernas, supe que algo había cambiado. La sentía muy muy excitada, se movía rítmicamente, gimió más, y más, casi gritaba de placer, y su cuerpo se pegaba cada vez más al mío. L. también se movía rítmicamente y empujaba situado tras A., junto a mi cabeza. Yo seguía lamiendo su coño y metiéndole la lengua y entonces incliné la cabeza un poco hacia arriba y vi que L. sacaba un dedito de su culo y tras mojárselo con saliva colocaba su polla justo en su agujerito. Mmmm, yo notaba el coño de A. totalmente mojado, y la polla de L. junto a mi nariz, empujando suavemente. A. gimió de nuevo, agarró mis piernas y me metió la lengua todo lo que pudo, luego la sacó y empezó a gritar a L. diciéndole “sí, sí, sí, más” a medida que éste seguía metiéndole la polla hasta el final. De nuevo A. volvió a bajar la cabeza y a cada empujón de L. ella me comía más y más, y más… uff, les tenía a los dos encima de mí… moviéndose rítmicamente, sentía los huevos de L. sobre mi, su polla entrando y saliendo de A. que a su vez me comía, sus tetas se frotaban con fuerza contra mí. Jadeábamos… no podía aguantar más… Noté cómo L. estaba a punto de correrse de nuevo, dentro de A. y no pude más…. En un estallido de placer me corrí y al hacerlo me estremecí, me sacudí, A. me soltó para dejarme terminar y yo le metí mi lengua tan dentro que ella gritó de placer al mismo tiempo que L. se corría dentro de ella. ¡Qué orgía!  ¡qué bueno! Caímos los tres derrotados, sudando, excitados, contentos. Nos reímos, nos besamos, nos acariciamos y como necesitábamos recuperarnos salimos al salón a tomarnos una copa, la última… de esa noche.

Comentarios

Entradas populares de este blog

First Dogging

Verte con ella

Mi primer pub liberal