Cuatro polvos y un calentón
Nada, que le había perdido el "miedo" a ir sola al pub, más concretamente, en palabras de L., le estaba cogiendo gusto. Después de las dos o tres primeras veces, ya era más fácil. Quedaba directamente allí con L., que venía al salir del trabajo, y así mientras le esperaba yo me iba tomando una cerveza, charlaba con alguien, hacía amigos y, si surgía algo más, luego se lo contaba, jeje... ¡qué morbo! Ya desde casa y durante el camino le iba poniendo mensajitos para que la espera fuese mucho más entretenida, divertida y morbosa... le contaba cómo iba vestida, cuando bajaba del metro, el momento de entrar… le informaba de si me iba al jacuzzi o si había visto a alguien con quien me apetecía algo más… una vez incluso le mandé una foto desde el cuarto de baño, creo que aquello le puso a cien jajaja. Miento. No lo creo, lo sé. En fin, que en mi nueva faceta de “chica sola” me dirigí de nuevo allí esa mañana. Cuando entré había poca gente, lo que no me extrañó nada, ¡con este frío...