Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2016

Yo, Mesalina

Este relato, evidentemente, es de ficción. De esos que escribo de vez en cuando para participar en concursos de relatos eróticos. En esta ocasión el tema tenía que girar en torno a un personaje famoso. Y tratándose de su vida sexual, pocos me parecieron tan interesantes como Mesalina. Es… distinto :-P Puta. Osan llamarme puta. Los mismos que me han forzado a unirme a Claudio. Por mantener su linaje. Por preservar su riqueza. Y me llaman puta a mí. ¿Y qué si me gustan los hombres? ¿Y qué si anhelo sentirlos en mi interior? Que no tengo fin, me dicen. Que nunca estoy satisfecha. Con tal de no reconocer sus propios instintos, que por cierto, seguramente poco difieren de los míos. ¿O es que el resto de Roma no fornica? ¿Acaso las prostitutas de Subura pasan las noches charlando entre ellas? ¿Y qué si me hace feliz yacer con cuantos más hombres mejor? Y yo, a diferencia de ellas, y aunque me mueva por su mismo submundo, no lo hago por dinero, sino por placer, por diversión. Poco me impo

Desmontando tópicos

Ni guapo ni cachas ni superdotado. Ni yogurín ni madurito interesante. Ni cuerpo 10 ni cuidado ni depilado. Más bien entrado en años y en kilos es el tío que me ha hecho gozar como una perra. No necesito que nadie venga a contarme que el morbo puede surgir en cualquier lado. De hecho ha sido eso precisamente lo que me ha llevado a tumbarme ahí en medio, a la vista de cualquiera, a masturbarme. Plenamente consciente de que podía aparecer alguien en algún momento a echarme una mano, y nunca mejor dicho. Es lo primero que he sentido además de mis propias caricias, una mano ajena que trepaba por mi pierna despacio, pero decidida. Y tras no verse rechazada pronto se ha visto acompañada de otra mano y de una boca, que en perfecta coordinación han abierto mi sexo y me han penetrado con ansia. Mi propia mano entonces ha tenido que abandonar su juego solitario y ha optado por acompañar en sus embestidas a la cabeza que invadía mi entrepierna. Andaba yo disfrutando de tan rica comida cuand

Me siento observada

Pese a que el antifaz me impide la visión, percibo con toda claridad el cambio en el pavimento. Ya no rodamos sobre asfalto como en los últimos kilómetros, sino sobre camino de tierra. El ruido de las ruedas, los baches, las pequeñas chinas que el coche hace saltar... todo llega a mi oído, agudizado ante la falta de vista. Mi sensación de morbo va en aumento. Poco podía imaginar hace un rato, cuando salimos de casa, lo que andabas tramando. "Vamos a dar una vuelta" , creo que fueron tus palabras, o tal vez "vamos a tomar algo" ... No estoy segura. Se borraron de mi mente cuando, de repente, aparcaste y me pediste que abriera la guantera y me pusiera lo que había dentro. El antifaz. Y con él un subidón de adrenalina. Y humedad entre mis piernas, precedida por un dulce escalofrío. El caso es que cuando enfilaste la carretera secundaria y pasamos por la segunda rotonda la idea atravesó fugazmente mi cabeza... ¿... dogging? Pero hasta ese momento lo de dar u