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Mostrando entradas de febrero, 2013

Detrás de la cortina

Te hice un guiño. "No pasa nada, otro día será" . Te tengo muchas ganas, ya lo sabes. Y nuestra cuenta de cosas pendientes crece... Un día bromeando te dije: "es que quiero pillarte con ganas" . Muy serio me miraste a los ojos y respondiste incrédulo "¿más?" antes de abalanzarte sobre mi boca. Pero ese viernes tampoco iba a ser. Estabas en el local con otra persona. Eso no quita para que pasáramos todos un rato muy bueno en la barra charlando, bromeando, jugando, provocándonos abiertamente entre todos... Pero cuando os metisteis supe que esa noche ella te quería disfrutar a solas. Habría más ocasiones, seguro. Me encargaría personalmente. Os seguí pocos minutos después. Me quedé en silencio tras la cortina. Veía recortarse vuestra silueta. Tú de pie, sobre la cama. Ella arrodillada ante ti, de espaldas a mí. Me quedé escondida disfrutando de la escena. De su suave vaivén al ritmo de tus suspiros. Entreabrí la cortina un poco, lo justo para que te dieras c

Al otro lado del teléfono

Se quitó de detrás de mi y sonriendo con picardía me acercó el móvil diciendo "llámale" . Justo lo que L. esperaba... Mentes masculinas. Allí de pie, desnuda en medio de la habitación, cuando estaba a punto de marcar su número, mi móvil sonó. Era L. Por supuesto, sabía que había quedado con él. A qué hora, dónde... y lo que con toda probabilidad estaba ocurriendo. Pero en esta ocasión él no iba a poder presenciarlo. Iba a tener que contárselo yo. Esa noche le contaría cómo, tras una breve charla, le había ayudado a desnudarse. Cómo él me había arrancado la camiseta mientras me comía la boca. Cómo me había bajado los pantalones y me había tumbado antes de sacármelos. Le explicaría cómo había jugado con su lengua en mis tetas. Cómo yo había saboreado su miembro agachada delante de él. Aunque seguro que lo imaginaba, le detallaría cómo luego me había tumbado boca arriba y me había hecho correr con su boca. Lo que a lo mejor no imaginaba era que luego se había tumbado enc

¡Maldita prudencia!

Tras dudarlo un buen rato decidimos ir a nuestra casa los cuatro. Durante la cena informal el ambiente se había ido calentando: la charla, las bromas, los roces más o menos intencionados... bueno, y las ganas que ya nos teníamos antes de esa noche, claro. Pero no estábamos solos y... ¡Maldita prudencia! Camino del coche la cosa aún se puso mejor. Mis medias decidieron cobrar vida propia y deslizarse hacia abajo por lo que tuve que pararme en medio de la calle de Alcalá, con la falda "remangá" y solucionar el tema. Vi sus ojillos brillar. Y los de L. también. La conversación, como era lógico, derivó inmediatamente hacia la ropa interior y H. aprovechó para mostrarnos, también en plena calle de Alcalá, su precioso sujetador nuevo, uno de esos sin tela por delante, solo aros y encaje, que dejaba sus preciosos pechos al descubierto. A veces agradezco aquel curso de autocontrol que hice... fue difícil no saltar sobre ella!! ¡Maldita prudencia! Creo que a esas alturas estábamos