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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Con medias y a lo loco

Esa mañana sabía dónde íbamos. Me puse las medias negras de rejilla, las que compramos en nuestra última visita al sex-shop, que van abiertas por delante y por detrás. Me apetecía estrenarlas. ¡Y vaya si las estrené! No sé si voy a saber relatar esta vez lo que pasó, reconozco que perdí la noción del tiempo, del espacio, diría que de la realidad pero no. Sé lo que estaba ocurriendo, soy perfectamente consciente de cómo la temperatura fue subiendo, de cómo la cama redonda poco a poco se convirtió en un punto atractor donde acabamos acudiendo casi todos los presentes en el local, donde llegó un momento en que, casi a oscuras, con el sonido de nuestros gemidos, jadeos y gritos los brazos, las piernas, los sexos se mezclaron, se confundieron hasta hacer difícil saber a quién tocabas, quien te comía… sólo placer, sólo disfrute, y esa orgía en la que nos vimos envueltos L. y yo. Pero empiezo por el principio. Al entrar en el pub ya vimos que reinaba un buen ambiente. Por encima de la

Dulce tortura

Viernes y no me tocaba currar, así que me disponía a pasar una mañana tranquila, por eso de empezar bien el fin de semana. Y en estas aparece L. y me dice que ha habido cambio de turnos y que él tampoco trabaja, que si hacemos algo… Se me pasan muchas cosas por la cabeza pero se impone el sentido común, hace semanas que teníamos que ir a hacer unos recados, hoy puede ser un buen día, “te acompaño si me invitas a desayunar” . Lógicamente, accede. Y cumple. Tras los recados, que nos llevan mucho menos tiempo del que pensábamos, nos damos un paseo mientras decidimos dónde desayunar. La mente, ¡que traicionera!, nos hace enfilar a los dos el mismo camino, y así, como quien no quiere la cosa, acabamos en una cafetería por la zona de O’Donnell. Mientras nos tomamos el desayuno, charlamos y claro, surge el tema. Estamos cerquita del pub liberal, y es viernes, está abierto por la mañana… hemos acabado pronto… claro que ir a tomar una copa así, recién desayunados… suena raro. Conclusión lóg

Con el ordenador, pero no ciber

Acababa de salir de ducharme y depilarme, ¡tan fresquita! Sólo el albornoz me cubría. Me senté en el sillón, nada interesante en la tele, para variar, así que enchufé el portátil y me metí en el foro de Momentos, a ver qué había de nuevo. En estas, estando yo ahí tan a gustito tirada en el sillón, con las piernas dobladas para sujetar el ordenador, ví a L. que desde su silla me miraba de reojo… abrí un poco más las piernas para que viese lo bonito que me había dejado el coñito, rasurado, como a él le gusta. Sonrió y me preguntó “¿qué haces?” , “nada, leer los foros y chatear” , lo cual era cierto. Acababa de saludarme un chico brasileño al que conocimos en la sala pocos días antes (y cuando digo conocimos lo digo en el más amplio sentido de la palabra). Entonces L. se levantó, se acercó a mi y mientras se arrodillaba justo delante de mis piernas me susurró “vale, tú sigue” . Con una mano terminó de abrirme el albornoz y empezó a acariciarme. “¿Te gusta?, le pregunté, conociendo

Tímidamente (II)… los dos a la vez

Tras descansar unos minutos, G. se tumbó boca arriba y yo me senté sobre él. L. se sentó a nuestro lado y, tras pasarnos un condón, que como debe ser, había traído G., empezó a acariciarse. Sentada a horcajadas sobre G. le sujeté la polla y, en cuanto tuvo puesta la protección, me la metí de un tirón… mmm… comenzó a moverse rápidamente, bombeando, clavándomela, mientras me comía las tetas… a mi lado, L. me besaba, me acariciaba el culo… Se puso de pie y estiró el brazo hasta mi culo, metiéndome un dedito. Al hacerlo, su polla quedó junto a mi boca, así que empecé a comérsela sin dejar de moverme sobre G. Entonces decidimos cambiar de postura y me subí a gatas sobre el sofá, G. se situó detrás y me la metió de nuevo, hasta el fondo, mmmm… ¡qué placer! Ahora L. estaba delante de mi, tumbado… Entonces notó un cambio y me preguntó qué pasaba porque el ritmo había cambiado… ahora G. se movía mucho más despacio, como con más cuidado. Cuando le expliqué a L. el por qué… se corrió… No pudo

Tímidamente (I), preliminares

Mientras iba a buscarle a la boca del metro me decía a mí misma que no iba a ocurrir nada. Él es muy tímido y aunque hace un montón de años que nos conocemos y hemos bromeado con el tema infinidad de veces, la cosa nunca había pasado de ahí, de risas y bromas. Hasta hace unos meses. El típico día tonto que vas buscando ciber y se te ocurre planteárselo a tu amigo de toda la vida, pensando que te va a considerar una guarra y una degenerada… y resulta que le encanta la idea. Y tenéis ciber. Y luego otro día. Y otro. Y como entre su ciudad y la mía hay casi 1.000 km. no te planteas nada más. Al menos en serio. Y un domingo recibes un mensaje “Estaré en Madrid esta noche ¿tomamos algo?”. Y la piel se eriza, el corazón se acelera, la fantasía vuela… y un pensamiento se impone “no se va a atrever”. Y con ese pensamiento en la mente se lo comenté a L., que vio lo que yo no veía, esa parte de la psicología masculina, y me preguntó “¿subiréis a casa, no?” Yo insistí en que no iba a pasar na