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Sesión de fotos

Llega la Navidad. No me hace mucha gracia, no. Pero bueno, tiendo a buscarle el lado positivo a las cosas. Y a veces lo consigo. El año pasado una web organizó un concurso navideño y participé. No gané pero lo pasé genial. El concurso consistía en presentar fotos de temática más o menos erótico-navideña. Los organizadores, una conocida web liberal en la que antes L. y yo estábamos registrados. Así que una mañana en que tenía un par de horas libres desempolvé el trípode, coloqué la cámara y… me vestí para la ocasión. Sí, sí, porque me puse el tanguita rojo, el de las plumitas, el corpiño a juego y mi gorro de Papá Noel. Y hala, a ver cómo funcionaba eso del nosequé que sirve para que te puedas hacer tus propias fotos. Las primeras no salieron bien, y me arrepentí de no haberle dicho nada a L. porque se hubiera partido de risa al verme en tanga y con las plumitas lanzándome en plancha sobre la cama para adoptar una pose erótica antes de oír el fatídico “click” y que el flash me ce

Otra apuesta perdida

Ese vicio que tiene L. por apostar, a cualquier cosa, a que gana su equipo, a que mi amigo me llama esta semana, a que pasa una moto antes de cinco minutos… a lo que sea. Y esa manía mía tan tonta de entrar al trapo. Y de perder… no sé cómo lo hago pero suelo acabar perdiendo, sea lo que sea. Sobre todo, si la prenda a pagar es sexo, que es lo habitual entre nosotros: un striptease, un paseo sin ropa interior, o con las bolas chinas puestas, una “sorpresita”, una hora de “esclavitud sexual”, cosas de esas… lo normal. Justamente hace un par de días volvió a ocurrir. Volvió a retarme. Volví a aceptar. Y volví a perder. Así que tenía 48 horas para prepararle a L. una sorpresita sexual, algo sencillo. Delante de la tele me devanaba los sesos, que no los sexos, pensando qué demonios iba a prepararle cuando anunciaron un programa de esos de “Mi cámara y yo” o algo así. Y entonces lo tuve claro. Sólo tenía que buscar el momento, cuando estuviera sola en casa, bueno, sola con mi móvil. E

Con medias y a lo loco

Esa mañana sabía dónde íbamos. Me puse las medias negras de rejilla, las que compramos en nuestra última visita al sex-shop, que van abiertas por delante y por detrás. Me apetecía estrenarlas. ¡Y vaya si las estrené! No sé si voy a saber relatar esta vez lo que pasó, reconozco que perdí la noción del tiempo, del espacio, diría que de la realidad pero no. Sé lo que estaba ocurriendo, soy perfectamente consciente de cómo la temperatura fue subiendo, de cómo la cama redonda poco a poco se convirtió en un punto atractor donde acabamos acudiendo casi todos los presentes en el local, donde llegó un momento en que, casi a oscuras, con el sonido de nuestros gemidos, jadeos y gritos los brazos, las piernas, los sexos se mezclaron, se confundieron hasta hacer difícil saber a quién tocabas, quien te comía… sólo placer, sólo disfrute, y esa orgía en la que nos vimos envueltos L. y yo. Pero empiezo por el principio. Al entrar en el pub ya vimos que reinaba un buen ambiente. Por encima de la

Dulce tortura

Viernes y no me tocaba currar, así que me disponía a pasar una mañana tranquila, por eso de empezar bien el fin de semana. Y en estas aparece L. y me dice que ha habido cambio de turnos y que él tampoco trabaja, que si hacemos algo… Se me pasan muchas cosas por la cabeza pero se impone el sentido común, hace semanas que teníamos que ir a hacer unos recados, hoy puede ser un buen día, “te acompaño si me invitas a desayunar” . Lógicamente, accede. Y cumple. Tras los recados, que nos llevan mucho menos tiempo del que pensábamos, nos damos un paseo mientras decidimos dónde desayunar. La mente, ¡que traicionera!, nos hace enfilar a los dos el mismo camino, y así, como quien no quiere la cosa, acabamos en una cafetería por la zona de O’Donnell. Mientras nos tomamos el desayuno, charlamos y claro, surge el tema. Estamos cerquita del pub liberal, y es viernes, está abierto por la mañana… hemos acabado pronto… claro que ir a tomar una copa así, recién desayunados… suena raro. Conclusión lóg

Con el ordenador, pero no ciber

Acababa de salir de ducharme y depilarme, ¡tan fresquita! Sólo el albornoz me cubría. Me senté en el sillón, nada interesante en la tele, para variar, así que enchufé el portátil y me metí en el foro de Momentos, a ver qué había de nuevo. En estas, estando yo ahí tan a gustito tirada en el sillón, con las piernas dobladas para sujetar el ordenador, ví a L. que desde su silla me miraba de reojo… abrí un poco más las piernas para que viese lo bonito que me había dejado el coñito, rasurado, como a él le gusta. Sonrió y me preguntó “¿qué haces?” , “nada, leer los foros y chatear” , lo cual era cierto. Acababa de saludarme un chico brasileño al que conocimos en la sala pocos días antes (y cuando digo conocimos lo digo en el más amplio sentido de la palabra). Entonces L. se levantó, se acercó a mi y mientras se arrodillaba justo delante de mis piernas me susurró “vale, tú sigue” . Con una mano terminó de abrirme el albornoz y empezó a acariciarme. “¿Te gusta?, le pregunté, conociendo

Tímidamente (II)… los dos a la vez

Tras descansar unos minutos, G. se tumbó boca arriba y yo me senté sobre él. L. se sentó a nuestro lado y, tras pasarnos un condón, que como debe ser, había traído G., empezó a acariciarse. Sentada a horcajadas sobre G. le sujeté la polla y, en cuanto tuvo puesta la protección, me la metí de un tirón… mmm… comenzó a moverse rápidamente, bombeando, clavándomela, mientras me comía las tetas… a mi lado, L. me besaba, me acariciaba el culo… Se puso de pie y estiró el brazo hasta mi culo, metiéndome un dedito. Al hacerlo, su polla quedó junto a mi boca, así que empecé a comérsela sin dejar de moverme sobre G. Entonces decidimos cambiar de postura y me subí a gatas sobre el sofá, G. se situó detrás y me la metió de nuevo, hasta el fondo, mmmm… ¡qué placer! Ahora L. estaba delante de mi, tumbado… Entonces notó un cambio y me preguntó qué pasaba porque el ritmo había cambiado… ahora G. se movía mucho más despacio, como con más cuidado. Cuando le expliqué a L. el por qué… se corrió… No pudo

Tímidamente (I), preliminares

Mientras iba a buscarle a la boca del metro me decía a mí misma que no iba a ocurrir nada. Él es muy tímido y aunque hace un montón de años que nos conocemos y hemos bromeado con el tema infinidad de veces, la cosa nunca había pasado de ahí, de risas y bromas. Hasta hace unos meses. El típico día tonto que vas buscando ciber y se te ocurre planteárselo a tu amigo de toda la vida, pensando que te va a considerar una guarra y una degenerada… y resulta que le encanta la idea. Y tenéis ciber. Y luego otro día. Y otro. Y como entre su ciudad y la mía hay casi 1.000 km. no te planteas nada más. Al menos en serio. Y un domingo recibes un mensaje “Estaré en Madrid esta noche ¿tomamos algo?”. Y la piel se eriza, el corazón se acelera, la fantasía vuela… y un pensamiento se impone “no se va a atrever”. Y con ese pensamiento en la mente se lo comenté a L., que vio lo que yo no veía, esa parte de la psicología masculina, y me preguntó “¿subiréis a casa, no?” Yo insistí en que no iba a pasar na

Mujer contra mujer (y no las de Mecano)

Es la hora de la siesta. Esta tarde hemos quedado. Con A. Mmmm... Vale, expectativas de sexo = 0, pero cero patatero. Vamos a tomar una cerveza, en un pub, con los niños... o sea, nada de nada pero... la imaginación no conoce barreras, ni tabús ni prohibiciones, ni realidades. Es pensar que vamos a vernos y se me humedece el tanga... Recuerdo sus pechos, grandes y jugosos, una especie de invitación a lo prohibido; el olor de su piel, el sabor de su sexo vibrando en mi boca; sus gemidos acariciando mis oídos; sus manos recorriendo mi cuerpo; su lengua jugando con mis pezones, despertándolos, lamiendo y mordisqueando; mis manos enredadas en su melena pelirroja... no pares, sigue... Hay pocas mujeres que me pongan tan cachonda. Sé que en nuestros encuentros ella disfruta especialmente de L. pero yo siempre me llevo doble ración, el morbo que me supone verlos juntos y el placer de sus besos, sus caricias, sus comidas... y es que a veces nadie mejor que una mujer sabe cómo hacer disfr

Esto no puede ser...

No, decididamente no puede ser... ¿cómo puedo llevar tanto tiempo sin escribir nada? Estoy empezando a enfadarme conmigo misma... Tengo pendiente la visita de mi amigo el tímido, la mañana que jugué con L. en el local al esconditeX... ufff, vale que en verano me es muy difícil sacar tiempo para escribir, vale que septiembre es un mes muy duro, que he tenido mucho trabajo y muchas obligaciones pero.... ¡ya estamos en octubre! Necesito descansar, desconectar y... follar, me hace mucha, mucha falta follar. Vale, antes de final de mes tengo que terminar el relato que tengo a medias y publicarlo. Ya hace más de un mes que tuvo lugar y si no lo escribo igual se me olvidan los detalles... mmmm.... ah pues no, no se me olvidan, lo tengo grabado como si fuera una película y lo proyecto en mi cabeza... mmmm... no se me va a olvidar pero... aún así tengo que escribirlo. Además a mi tímido amigo seguro que le va a encantar leerlo, y lo va a utilizar... mmmm. De este mes no pasa.

Dobles parejas

Voy a empezar a escribir ahora. Ahora que aún tengo frescas las sensaciones, despiertos los sentidos, la piel excitada… Voy en el autobús, hace sólo un rato que estuvimos con F. y A. y todavía me siento excitada. El chico del asiento de enfrente me mira con curiosidad, ¿se me notará lo que acabo de hacer? ¿se dará cuenta de mi excitación? ¿será capaz de percibir en mi forma de teclear lo que estoy escribiendo? ¿o será que mi piel o mi mirada le transmiten algo? Esta mañana aún no teníamos claro si podríamos escaparnos para ir al local. En el último momento L. me confirmó que sí y para allá que nos fuimos. Día nudista: toalla, chanclas, cerveza y… muchas ganas de pasarlo bien. Sí, lo llevamos todo. Desde que les he visto algo me ha llamado la atención. Ella, preciosa, no se puede decir de otra forma. Él, mirada sugerente, movimientos sensuales, atractivo, como dice L. “calvito, como a ti te gustan”, jajaja, bueno ¿y qué?, es cierto que últimamente me dan morbo, mejor una cabeza r

Amortizando, que es gerundio

Desde que conocimos el ambiente liberal, L. Y yo hemos coincidido en que lo mejor no son solo los encuentros con otras personas, sino lo que dan de sí. Si son planificados, la excitación comienza mucho antes de encontrarnos, empezamos a fantasear con lo que puede pasar, lo que nos gustaría que ocurriese, etc. Luego la verdad es que nos dejamos llevar y ya está pero es morboso imaginar situaciones. Luego por supuesto se disfruta la situación, se vive el momento… y cuando de nuevo estamos solos, hablamos de lo que ha ocurrido, de lo que el otro ha podido percibir y de lo que cada uno hemos sentido, nos lo contamos, compartimos nuestras sensaciones,… y de nuevo el morbo aparece. Por ejemplo, el otro día, el sábado siguiente a nuestro encuentro con T., L. me tumbó en el sofá y empezó a besarme suavemente los labios, pasó luego a mi cuello, me llenó de besos los hombros y siguió por mis pechos que ya le esperaban erguidos, mi tripa y finalmente mi sexo, lo lamió dulcemente y cuando

Motores encendidos

Anoche salí de marcha con mis amigas y sin L. y aunque no pasó nada de nada nos dimos unas alegrías a los ojos con los tíos que vimos… así que hoy me levanté con la sana intención de hacerle partícipe de mi excitación. Cuando esta mañana me ha dicho de salir a dar una vuelta, me ha dado tanta pereza vestirme que he decidido no ponerme ropa interior. Lo que pasa es que al abrir el armario he visto la minifalda y he cambiado de opinión. La he cogido, junto con un tanguita mínimo y una camiseta ajustadita. Por supuesto no he perdido un momento en buscar un sujetador, ¡con este calor! Además, en opinión de varios amigos míos, no me hace ninguna falta, mis tetas se mantienen en su sitio con sujeción natural. Cuando he salido por el pasillo una vez vestida, la cara de L. ha sido digna de ver. Se ha quedado boquiabierto mirando mi minifalda y por su mirada supongo que se ha imaginado el resto. Claro que él es hombre de pocas suposiciones, en un minuto ya estaba comprobando con satisfac

La información al poder

Nos cuesta mucho quedar con V. No sé por qué, aunque vivimos bastante cerca tenemos siempre problemas de sincronización de calendarios así que cuando dijo que el viernes podía y vimos que nosotros también, tuve el presentimiento de que iba a ser una gran velada. Acerté. Llegó puntual. Y trajo condones de sabores, como le había sugerido un rato antes. Me encantan, no puedo evitarlo. L. salió a abrirle la puerta y yo me quedé tumbada en el sofá. Me había puesto el vestido negro ceñido… y nada más. Me incorporé para saludarle, nos besamos y percibí su olor, que tanto me gusta. Nos pusimos unas copas y los tres charlamos un buen rato, de todo un poco. Entonces me comentó que había leído mi blog, que le gustaba y que ahora sabía más cosas acerca de nosotros. “¿Cuáles?” le pregunté pícara y él sonrió y dijo “Pues por ejemplo, que a L. le gustan las sorpresas” . Me hizo gracia el comentario, L. acababa de salir al baño e intuí que íbamos a sorprenderle. También en esto acerté, V. me besó

Uno rapidito

El otro día fue genial. Me sentí tan excitada... Sábado por la mañana, solo disponíamos de una hora para nosotros solos en casa antes de volver al mundo real de las rutinas domésticas y familiares. Pero una hora puede dar mucho de sí cuando se sabe aprovechar. Eso me dijiste en el ascensor, sonriendo abiertamente tras consultar tu reloj. Nada más entrar me quité los zapatos como siempre hago. Bueno no, esta vez lo hice un poco diferente pues me encargué de que, al agacharme, mi tanga asomase por encima de la cintura de mi falda. Me había puesto uno que te gusta especialmente, uno que me regalaste tú, el rojo pequeñito, el que es casi un hilito... y al mirarte a los ojos me quedó claro que efectivamente lo habías visto. Sin decir una palabra me cogiste de la mano y me atrajiste hacia tu cuerpo, besándome en la boca, al tiempo que me conducías al comedor. Con los ojos cerrados para disfrutar mejor del placer de tu lengua, me dejé llevar, andando hacia atrás hasta que mi culo chocó su

De Voyeur

Ayer vino G. a cenar a casa después de muchísimo tiempo sin quedar con ella. Tras la cena, L. fue a la cocina a buscar el hielo para tomarnos una copa y el muy gracioso, cuando volvía, apagó la luz de pronto y se quedó callado. Después de la carcajada inicial, al ver que no encendía la luz, me quedé quieta y en silencio, tratando de averiguar lo que estaba pasando en la oscuridad. Nada, no se oía ni una mosca… al parecer los tres estábamos quietos, callados, sin saber lo que los otros dos hacían. Empecé a imaginar que L. seguramente se había acercado a G. Que seguramente la estaba tocando, besando, acariciando. Y que también seguramente a G. le gustaba y le respondía. Mi calenturienta imaginación me provocó una excitación enorme, tanto que pensé “qué diablos, si eso es lo que está ocurriendo, ¡quiero verlo!” y me eché a reír. Al romper yo el silencio, G. y L. también estallaron en carcajadas y entonces L. volvió a dar la luz… aún estaba de pie junto al interruptor, ¡no se había movido